Si la vida fuera fácil, no tendría mucho sentido vivirla intensamente. Solo nos sentiríamos a disfrutar la comodidad de la facilidad.
Pero resulta que a veces la complejidad va más allá de lo razonable.
—No sé qué estoy haciendo aquí contigo —espeto de pronto.
—Nunca debiste irte de mi lado. Creo que los dos lo sabemos.
Me acomodo en mi asiento en un avión que ya ha despegado intentando mientras miro a mi jefe y ex marido, encontrar las respuestas adecuadas para esa afirmación que me ha lanzado tan envenenadamente cierta.
—Sabes tan bien como yo la historia, Fernando —giro mi cintura y me acomodo frente suyo —. No me hagas repetirla ahora que tengo la mente tan confundida y dolida.
—Yo nunca te mandé papeles de divorcio, Lara. Te largaste sin explicaciones y sin embargo te busqué y
