POV RIO Empacar nunca ha sido un problema para mí. Normalmente agarro lo primero que encuentro, lo tiro dentro de la maleta, cierro, me meto a la camioneta y me voy. Sin pensar. Sin sentir. Sin procesar nada. Esa es la versión funcional de mí; la que siempre ha servido para todo maldito evento público, gala, junta, viaje o compromiso que mi apellido exige. Pero hoy… hoy cada cosa que toco me irrita. La camisa perfectamente doblada me irrita. El sonido del cierre al abrirse me irrita. El silencio del penthouse me irrita. Roland moviéndose por ahí, respetando mi espacio pero existiendo demasiado cerca, me irrita. Y encima, el simple pensamiento —mínimamente articulado— de que voy a pasar una semana entera con Lena West metida en mi agenda, mi oído, mi espacio y mi cabeza… me aprieta e

