13. Quiero verla.

694 Words
Me estoy dando una ducha corta cuando escucho la puerta de mi habitación siendo abierta, así que rápidamente toma la toalla del soporte, la enrollo sobre mi cuerpo y salgo del baño aun empapada en agua. Noto que Damián fue quien entró y ahora se quita sus botas sucias de arena con rostro cansado. Se ve realmente agotado y es cuando quiero saber qué estuvo haciendo, sobre todo cuando pasó todo el día fuera. Es de noche y justo acaba de llegar. ¿Qué estuvo haciendo que le tomó todo el día? —Hola… ¿dónde has estado? —pregunto mientras me siento en la cama, aun con el cabello goteando en mi espalda. —Bueno, estuve solucionando un problema. —Debió ser grave porque fuiste con tu padre —le contesto a lo que él asiente. —Lo fue —le hago una seña para que continue a lo que él niega—. No necesitas saber eso. Mi respuesta es simple; rodar los ojos y levantarme de la cama ligeramente enojada. “no necesitas saber eso” entonces qué carajos necesito. Vine aquí para estar con él, en su mundo. Conocerlo, hasta puedo decir que ser parte de él. Me acerco al closet, donde hay más etiquetas de ropa nueva que ganchos. Comienzo a buscar ropa que ponerme cuando siento las manos de Damián sobre mis hombros. Instintivamente me deshago de ellas con un movimiento brusco. —Jess, por favor… no me hagas esto. —¿Qué no te haga esto? Necesito saber de tu vida, así no me guste lo que escuche, Damián. Necesito saber qué haces, qué problemas tienes. Soy tu chica, Damián, por eso vine aquí. No vine a drogarme y que hagan fiestas para mí, vine a estar contigo y todo lo que implica contigo. Damián me abraza, lo que me toma por sorpresa por un milisegundo, pero rápidamente le correspondo tal abrazo. Al separarse me besa la frente. —Amo eso de ti. Tus ganas, tu sinceridad. Nunca te quedas con nada y es lo que hará esta relación fuerte. Tienes razón, mereces saber la verdad; el problema era sobre ti. Me quedo de piedra al escuchar su confesión, incluso debo espabilar varias veces. Él se aleja un poco y se sienta sobre la cama. Yo me acerco y me siento a su lado, tomo su mano y ambos nos miramos a los ojos. —¿Qué pasó? —Estás saliendo en las noticias, Jess, así que la mujer que te vio en casa de mi padre no se conformó con el dinero que le di. Quería la recompensa. —¿Saben dónde estoy? De inmediato comienzo a sentir miedo, ese miedo que sentía cuando tenía seis años y jugaba a las escondidas. No quería que me atraparan o de lo contrario debía pagar una penitencia. En ese entonces eso para mí sería el fin de mi mundo. Necesitaba ocultarme en ese escondite por el mayor tiempo posible y así es justo como me siento ahora. Como aquella chiquilla de seis años con miedo a ser encontrada. —Afortunadamente nuestro contacto en la policía se puso en contacto en cuanto lo supo. Tuvimos que hacerle una visita a la mujer antes que hiciera o dijera algo —trago en seco antes de contestarle. —¿La mataron? —Damián baja la cabeza inmediatamente y puedo imaginar fuerte y claro la respuesta a esa pregunta. —Jessica, por favor… —¿Qué acabo de decirte, Damián? Solo dilo —contesto. —No, no la hemos matado, pero la tenemos. Nos juró, nos juró mucho que no le diría a nadie, pero no le creemos. —Quiero verla —Damián frunce el ceño totalmente anonadado de mi respuesta. —¿Por qué? Lo solucionaremos, Jessica. No tienes que verla. —La van a matar por mi culpa; déjame verla, Damián. Quiero verla ya. —Jessica… no tienes que hacerlo, además… no sé por qué te lo dije. —¡Porque merecía saberlo! —mi exclamación lo toma por sorpresa y frustrado simplemente deja escapar el aire. —Mañana, mañana las veras. —Quiero verla ya. Quiero verla ya, Damián
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD