Es de noche y Damián duerme plácidamente, así que me levanto y me acerco en puntas a la habitación de Alex donde éste ya me espera. Luego de tocar dos veces como acordamos, él me abre la puerta.
—Pasa, rápido.
Al entrar me siento en su cama, él se asegura que nadie nos vio, cierra la puerta y se acerca hasta mí.
—¿Hablaste con ella? —pregunta
—Sí, lo hice.
—¿Y?
—Me dijo que no dirá nada —él deja escapar el aire que estaba conteniendo y se lleva las manos a la cabeza.
—¡Dios mío! No sé que haría si se entera Damián o David. ¡es como mi padre!
—Que estúpido eres, Alex —él frunce el ceño al mirarme—, ¿en serio le crees a esa zorra?
—¿Zorra? ¿no son amigas acaso?
—Eso no quita el hecho de que es una zorra, una zorra mentirosa. Cuando tenga la mínima oportunidad va a correr y
