6.

2036 Words
Había pasado una semana, ¡UNA SEMANA!, y el hermoso ángel de piel pálida no lo había llamado. Pensó,  en realidad llegó a ilusionarse con ese ser de otro mundo según Daniel, pero aparentemente el otro ni se acordaba de él,  nunca se había desesperado porque alguien lo llamará,  ni siquiera con sus padres. Pero se sentía  frustrado...tal vez... Sólo tal vez... ¡Sí! La lógica no era su mejor compañera pero después de pensarlo por mucho rato llegó a  la conclusión  de que tal vez su bello ángel  era demasiado tímido como para llamarlo no le sorprendería que debido a ello aún no lo hubiera hecho, y dado que él  era el interesado debía dar el primer paso y llamarlo él mismo. Cogió su teléfono  y marcó el número del pelinegro. Un tono...Dos tonos...Tres tonos....contestó. — ¿Hola? —la voz del chico se escuchaba insegura. — ¡Benjamin, hola!, no me habías llamado y pensé seriamente en que ya me habías olvidado. —Dan-Daniel,  hola yo... Lo lamento...pensé que...No me atreví  a llamarte...perdona si pensaste que te olvidaría...créeme que no lo he hecho...perdón no quise decir eso —Ahí  estaba sonriendo como bobo al escuchar cómo el menor se trababa con sus propias palabras. —Eso imaginé pastelito, pero me alegra saber que no dejas de pensar en mí. — ¡N-no me digas pastelito! Le encantaba el tono irritado del pequeño. -–En fin Benjamin, quería invitarte a tomar un café, ¿qué dices? — ¿A m-mí? —preguntó  sorprendido. —Si ternurita,  te espero en Genie´s dentro de dos horas. —Pero... ¿por qué  yo? —el menor seguía sin creer que el moreno lo estuviera invitando. —Porque quiero conocerte Benjamin y no acepto un no cómo respuesta —una sonrisa ladina  adornaba su rostro. —E-está bien, ahí te veo. —Adiós guapo. Colgó y se internó en su cuarto para cambiarse...debía verse fabuloso para Benjamin. ***** ¡Madre Santa del Amor Hermoso! ¿Qué le habría hecho al mundo para que le pasará eso a él? No había  intentado llamar a Daniel por temor al rechazo....Pero el ojiverde lo llamó y ahora habían quedado ir a una cafetería...¡¿En qué momento acepto?! Tal vez sería mejor no ir y ya. Eso le daría el mensaje al moreno de que no estaba preparado para tener algún tipo de relación sentimental con nadie...Pero podría intentar conocerlo...tal vez  sería mejor así. Pasó  una hora y decidió ir a bañarse,  entro a la ducha y mientras se bañaba pensó en los temas acerca de los que podía hablar con Daniel, definitivamente sobre moda nada que ver,  Ben ignoraba todo lo referente a la ropa, puede que Andy, Elizabeth  y hasta Charles supieran vestirse...Pero Ben no, aunque Lizzy se la pasara tratando de hacerlo vestir mejor. Al salir se topó con una Lizzy tirada en su cama revisando su celular. — ¡Elizabeth! ¡No toques mis cosas! —dijo alterado. —Cálmate  hermano mayor, sólo estaba viendo un mensaje que entró de un tal Daniel —respondió inocentemente. Ben le arrebató el artefacto que era lo único demasiado moderno que poseía el chico. "Te espero en Genie´s,  que no se te olvide, estaré  ansioso de verte y contemplar tu hermoso rostro dulzura. Att: Daniel" Ben se sonrojó al leer el contenido del mensaje, Lizzy lo veía con una hermosa sonrisa. — ¡Quién te viera hermano!– comentó divertida. -¡Oh cállate Elizabeth!, es una salida de amigos —se defendió el ojiazul. —Sí a una cita le llamas salida de amigos entonces no te tardes en tu "salida de amigos", te quiero aquí a más tardar a las seis Gerard —Ben solo rodó los ojos, tomó su celular, su cartera y sus llaves para salir, ni siquiera se vio al espejo para saber si al menos se encontraba lo suficientemente decente para ver a Daniel. Caminó tranquilamente  hasta llegar al dichoso café,  entró y observó por entre las mesas, Daniel aún no había llegado, se sentó en una mesa apartada y comenzó a jugar con las servilletas, que eran pulcramente blancas con pequeños detalles color amarillo en las puntas. Se la pasó haciendo barquitos o avioncitos, para entretenerse en lo que llegaba el mayor. —Hola de nuevo Benjamin —levantó sus ojos y lo vio...Tan fabuloso como lo recordaba, ¿podría haber una persona más fabulosa que Daniel? Llevaba unos pantalones de cuero, ajustado a sus esbeltas y largas piernas, una camisa de seda color mostaza algo ceñida y una chaqueta naranja pálida, su maquillaje lucía impecable y sus zapatos negros brillantes completaban el maravilloso conjunto que hacía resaltar la belleza del ojiverde. Ben solo pudo observarlo detenidamente analizando cada rasgo y detalle que ostentaba orgulloso de sí mismo. ***** Iba tarde y no quería  llegar tarde a su "cita" con Ben. Entró tranquilamente al local y buscó con la mirada a su ángel. Lo vio  en una mesa algo apartada y lo enterneció ver que para entretenerse  hacía pequeñas figuras con las servilletas. —Hola de nuevo Benjamin —saludó y el chico alzó la mirada para verlo, Daniel se dio cuenta que el menor lo estaba examinando así que él  también hizo lo mismo...Su Ben iba casi igual que el día que lo vio en el parque. Llevaba una sudadera negra un poco ajustada, lo suficiente para dejar ver que tenía un buen físico,  unos jeans azules algo nuevos y tenis negros viejos, y eso lo supo porque se notaba la decoloración del calzado. A Daniel le pareció encantador aún si parecía un vagabundo, siempre sus anteriores parejas se esmeraban para llamar su atención...Pero Ben era todo lo contrario, vestía como él  quería, lo seducía con su bondad y sinceridad y lo enamoraba su forma de ser y su personalidad, tan maduro para su edad, Daniel estaba encantado con aquel chico de cabello n***o y ojos azules. —Am-ammm, Hola Daniel,  te ves... —dejó la frase a medias. — ¿Cómo me veo? —preguntó coqueto alzando una maravillosa y perfectamente depilada  ceja. —Te ves...fabuloso —las mejillas de Ben  se colorearon de un leve tono rosa que no pasó desapercibido por Daniel. Se sentó enfrente del pelinegro y colocó ambas manos sobre la mesa dejando a la vista sus suaves manos con las uñas pintadas de un delicado color violeta y los dedos llenos de anillos. — ¿Ya ordenaste? —Aún no,  prefería esperarte para hacerlo —Ben se sentía  muy nervioso ante la presencia de Daniel y la forma  en que se movía,  sus gestos, sus ademanes, resultaban fascinantes para  el chico. Daniel por su parte llamó a una mesera, él  ordenó un capuchino y su ángel un café n***o. Se sumieron en un silencio bastante agradable, a pesar de que Daniel gustaba de las personas expresivas encontraba la seriedad y la timidez de Ben muy tentadoras y pese a sus intenciones por bombardear de preguntas al pobre muchacho decidió  dejar que el ojiazul fuera el que iniciara la plática. La mesera dejó sus pedidos y se retiró,  Daniel tomó las tres bolsitas de azúcar y las vertió en su bebida para seguidamente beber un sorbo. Levantó la mirada en espera de contemplar a su hermoso chico el cual simplemente tomó el café así tal cual se lo dieron sin agregarle azúcar,  en vista de la cobardía de Ben para hablar  que por cierto era justificable puesto que no se conocían mucho, Daniel decidió entablar conversación. —Así que... ¿No te gusta el azúcar con tu café? —una pregunta demasiado sosa para Daniel pero era la única forma de hablar con el menor. —L-la verdad, prefiero el café así,  no me gusta agregarle nada más, muchas personas lo encuentran asqueroso pero no puedo evitarlo —y acto seguido bebió un  sorbo que bajó caliente y a su parecer delicioso  por su garganta moviendo su manzana  de Adán,  ese acto captó la atención de Daniel quien quedó perplejo al notar que se había quedado observando la pálida  y tentadora garganta del chico por unos segundos, por lo que apartó la vista... al menos Ben no se había dado cuenta. —Y...cuéntame sobre ti —Ben por fin había decidió  hablar y a Daniel le encantó que esta vez no balbuceara,  no es que no le encantase la fase tímida de Benjamin pero ahora su voz era más grave, varonil y...sensual a los oídos de Daniel. —Pues que te diré...Soy el dueño de una empresa en la que se diseña ropa, amo las fiestas, alguna vez intenté tocar el charango pero debo confesarte que soy un desastre, mi familia está en Alemania y yo decidí vivir aquí para agrandar mis negocios, como te habrás dado cuenta me gusta la moda y sólo para que conste los chicos de cabello n***o y ojos azules son mi debilidad, así que  te recomiendo que nunca me presentes a un chico con esas características porque son mi perdición  —lo dijo con demasiada naturalidad, demasiada hasta para él mismo. Los ojos de Ben se agradaron ¡Él  era pelinegro y de ojos azules! — ¡Pero yo tengo cabello n***o y ojos azules! —dijo alarmado ocasionando que una carcajada brotará de la garganta del ojiverde. —Precisamente Benjamin, ¿eso no te dice algo? —la mirada de Daniel se clavó en la  de Ben perdiéndose en la hermosura y misterio que encerraban semejantes ojos. —No —respondió Ben porque en realidad él no  tenía ni la menor idea de lo que Daniel decía. A Daniel  en cambio le sorprendió  la ingenuidad de su chico. —Eso quiere decir mi vida, que me gustas tú. La boca de Ben formó una perfecta "O" al darse cuenta de lo que Daniel le había querido decir. — ¿Y qué hay de ti? —Ahora era el moreno quien preguntaba. —Buenos,  soy el hijo mayor de la familia Peterson,  tengo tres hermanos, Andy quien es mi hermano adoptivo, Elizabeth... creo que te llevarías bien con ella porque le encanta la moda, Charles es el más pequeño  pero es muy inteligente y lo quiero mucho —Daniel se percató del brillo en los ojos de Ben al hablar de sus hermanos, y deseaba muy en el fondo que algún día él  fuera el causante de ese brillo... — ¡Santo cielo! ¡Ya es tarde y no llegaré al trabajo! —exclamó  el menor y se levantó rápidamente,  pero se detuvo al ver la expresión de decepción en la cara del moreno. — ¿Daniel? —lo llamó con suavidad. El moreno alzó la vista para verlo. — ¿Dime lindura? —Se felicitó mentalmente al ver las mejillas del otro de color carmín. —Y-yo, quisiera...Este yo...ammm...Yo quisiera tal vez...intentar conocerte... Un poco más. Eso a Daniel lo sorprendió,  nunca pensó que de verdad él le interesara al ojiazul. En cambio Ben se asustó al no recibir respuesta, sabía que  ese ser maravilloso no se fijaría en alguien tan inseguro como él. —...Claro si tú quieres...Pero si no,  ¡no te preocupes no te molestaré más! —trató de aclarar ese punto y giró un poco tratando de asimilar su estupidez. Daniel reaccionó a tiempo y se levantó tomando el brazo de su ángel. —Está bien —soltó. Ben se sorprendió y volteó. — ¿En serio? —preguntó aún incrédulo. —No te hagas el difícil Benjamin, haces más complicadas las cosas —contestó el mayor. —Entonces... ¿El viernes? —Dijo el pelinegro. —El viernes —confirmó Daniel. Ben se armó de valor y se acercó peligrosamente al moreno posando sus suaves labios en... La mejilla del mayor. A Daniel lo sorprendió la actitud del otro pero disfrutó del dulce contacto y cerró los ojos soltando un pequeño suspiro. —Hasta el viernes —se despidió Ben saliendo  apresuradamente de aquel  local  y al estar afuera una sonrisa tonta se instaló en su rostro. Después de todo intentaría  algo con Daniel, no estaba seguro de todo eso y lo que el mayor le provocaba... Pero lo intentaría.   
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