Tu y yo no somos tan diferentes

1026 Words
No había logrado descansar adecuadamente, ya que mis pensamientos me habían atormentado durante toda la noche, creando diversos escenarios en los que me veía expulsada de casa y terminando en la calle, convirtiéndome en una indigente. Desde las cuatro de la madrugada había permanecido despierta, pero finalmente la noche había concluido y había ideado una estrategia para llevar a cabo todas mis tareas con eficiencia y rapidez, procurando, al mismo tiempo, mantener el mayor silencio posible. En primer lugar, comencé barriendo y desempolvando toda la casa, para luego dirigirme a la cocina y preparar un delicioso café, tal como supuestamente le gustaba a la madre de Roger, además de preparar el desayuno favorito de Roger. Al finalizar, limpié la cocina y el suelo, dejando todo en perfecto estado. Alrededor de las siete, ya había completado todas las labores en la casa y decidí alimentar a los animales y realizar una breve revisión de los cultivos. Cuando finalmente el reloj marcó las nueve, casi las diez, serví el desayuno para cuando ellos hicieran su aparición, la cual no se prolongó tanto como había anticipado, ya que ambos aparecieron bostezando y aún en pijama. Me sentí algo extraña, pues Roger me había comentado que ellos se levantaban temprano, y durante el viaje de su madre, él lo había hecho. Sin embargo, ahora que ella estaba en casa, ninguno de los dos se había levantado temprano, mientras que yo había realizado todas las tareas. Al observarlos dirigirse al comedor, instintivamente tomé asiento en la mesa al ver que ellos también se sentaban, ya que aún no había desayunado y consideré que podría al menos compartir la comida con ellos en un ambiente de tranquilidad y armonía, tratando de olvidar lo sucedido el día anterior. Sin embargo, su reacción hacia mí fue desagradable. —No, no, no, no, no— dijo, palpando la mesa y emitiendo un sonido agudo, para luego apuntarme con su dedo. 》Tu maldita negra, no te sientes en mi mesa; vete, siéntate en el piso como debe de ser. No eres de la familia, no tienes permitido sentarte con nosotros, que somos los dueños de la casa. ¿Qué te pasa? Largo de aquí, no estropees mi mañana con tu presencia — dijo con desdén y repudio hacia mí, mientras hacía señas con las manos para que me largara de su vista. Ante esto, miré a Roger en busca de alguna ayuda, pero su rostro estaba firme, mirando directamente su plato mientras devoraba el desayuno. Ante esto, traté de tomar lo que debía ser mi plato e irme a mi habitación a comer sola. — No, déjalo ahí mismo. No te permito comer lo mismo que estamos comiendo. Ve, busca un pan con agua y cuidado si robas algo más, porque lo lamentarán. Sentí mi boca abrirse por la sorpresa ante sus palabras. Yo me había levantado desde la mañana a limpiar la casa; había limpiado con tanta dedicación que me había agotado, quedándome con una hambre bordas, pero ahí estaba aquella mujer prohibiéndome comer algo digno, mientras que yo había puesto mi amor y dedicación en aquel desayuno. Pero no importaba cuántas veces miraba a Roger en busca de ayuda; él no se atrevía a mirarme y mucho menos a contradecir a su madre, al menos en defenderme de aquella injusticia. No tuve más alternativa que retirarme a mi habitación sin haber ingerido alimento alguno, ya que me resultaba imposible consumir únicamente un trozo de pan con agua. Me dejé caer sobre la cama y, sin darme cuenta, caí en un profundo sueño, agotada mental y físicamente, una combinación desafortunada que fue la causa de mi profundo letargo. Cuando finalmente desperté, fue a causa de los insistentes golpes en la puerta de mi habitación. Ella había estado golpeando con fuerza, lo que me asustó y me hizo encontrarme con su mirada llena de desdén. La puerta ya estaba abierta y ella me observaba detenidamente, y no supe desde cuándo había estado allí, de pie. La expresión que me dirigió recorrió mi cuerpo, provocando que me pusiera nerviosa y me costara tragar. Sin pensarlo dos veces, me levanté de un salto, anticipando su reprimenda. —Aquí no se duerme por las mañanas; aquí se trabaja. No tienes permitido irte a dormir si yo no te lo indico. Ahora, bebe este té —dijo, pasándome una taza grande llena de una infusión de sabor amargo que me revolvía el estómago. Me cubrí la boca, pues al primer sorbo de aquella bebida, mi cuerpo la rechazó de inmediato. —No te atrevas a vomitarlo. Bébelo todo ahora —ordenó con voz autoritaria. Sin dudarlo, lo bebí de un solo trago, esforzándome al máximo por no expulsarlo. Aquella bebida era desagradable y amarga, haciéndome estremecer hasta la última fibra de mi ser. 》Es tarde para quedarse en la cama sin hacer nada. No te alimento para que seas ociosa, tumbada en una cama. Estos Negros siempre buscan aprovecharse de todo. —Con todo el respeto que le debo, no somos tan diferentes en color; usted es una morena de piel bronceada y yo soy una morena de piel marrón. No soy negra, simplemente soy más oscura que usted y, si me lo permites... No tuve tiempo de terminar mi discurso, porque su mano se estrelló contra mi cara, haciéndome tambalear. Me quedé atónita, aturdida, sin esperar que me golpeara simplemente por intentar defenderme o expresar mi descontento. — ¿Quién te crees para responderme? No eres nadie, simplemente eres una persona que vive bajo mi techo, y eso ni siquiera te da derecho a abrir la boca. Nunca, jamás, me vuelvas a responder. Todo lo que has comido durante mi ausencia, me lo debes. No eres más que una oportunista que se ha metido en la cama de mi hijo para vivir cómodamente. Pero no lo lograrás, porque estoy aquí para abrirle los ojos. Yo, Angela, sé quién será la esposa de mi hijo, y no serás tú. Solo Saachi puede ser mi nuera, mientras que tú no serás nada. Ahora, ve a cocinar y ten cuidado de no hacerlo de mala gana, porque te haré pagar.
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