Me juzgan sin conocerme

990 Words
A pesar de mis súplicas y de mis peticiones para que me escuchara y comprendiera, ella me tomó del cabello, instigándome a abandonar su hogar. En ese breve instante, logré vislumbrar a mi hermana asomando su cabeza desde su habitación, aunque su rostro carecía de cualquier expresión. Así era ella: no se comunicaba ni expresaba nada a nadie; en otras palabras, no existía ningún tipo de comunicación entre nosotras. Nunca fuimos el tipo de hermanas que compartían secretos ni pasaban las noches conversando sobre posibles romances. En cambio, ella siempre me miraba desde una posición de superioridad, concentrada en sus estudios y alcanzando logros que yo nunca había conseguido, sin importar cuánto me esforzara. Ante los ojos de nuestros padres, ella era la hija perfecta, nunca había sido castigada ni había recibido reprimendas, a diferencia de mí, quien siempre había sido considerada la oveja negra de la familia. Desde mi inocencia, debo admitir que desconocía los sentimientos de mi hermana hacia Hakin. En ningún momento de mi vida había imaginado algo así, o quizás había estado tan absorta en mis propios asuntos que no me había percatado de ello. Sin embargo, ¿cómo podría ser yo culpable si ella nunca se acercó a mí para hablarme de sus sentimientos, permitiéndome casarme con él a pesar de que ambos se amaban? Aunque deseaba gritarle y reclamarle por su comportamiento, mi madre no me lo permitió y me arrastró hacia el exterior, donde los vecinos, desde la seguridad de sus hogares, observaban la escena. Sin embargo, ninguno de ellos mostró compasión al ofrecerme ayuda; en cambio, se podían escuchar sus murmullos malintencionados, juzgando con la mirada sin tener conocimiento de la situación, mientras sus dedos me señalaban sin piedad. Lo último que escuché de mi madre fue que no debía volver a aparecer en su casa, ya que, según ella, yo no era más que una vergüenza para su familia. Corrí con rapidez, mientras las lágrimas volvían a inundar mi rostro, sintiéndome rota por dentro, destrozada por aquellos a quienes consideraba mis familiares y a quienes amaba. Me habían abandonado en el momento en que más los necesitaba. Pensaba que si mi madre me comprendía, tal vez Hakin no se divorciaría, pero estaba completamente equivocada; me habían dado la espalda y me encontraba a la deriva. —¿Qué haría yo ahora? — Sin duda, esta pregunta me atormentaba mientras me veía sentada en la cama, esperando la llegada de Hakin, con mi rostro maltratado y las lágrimas aún en mis mejillas. Quizás podría intentar cambiar su decisión; tal vez, si le suplicara y me arrodillara ante él, su corazón se ablandaría. Sin embargo, nuevamente me equivoqué, y mi corazón no podía soportar tantas traiciones. — Ya te he dicho que tengo la intención de casarme con Zola. Acepta mi oferta, Nala, y vete; ten en cuenta que estoy mostrando consideración hacia ti. — Pero escúchame— dije arrodillándome frente a él, pero él se apartó de inmediato, evitándome por completo. —Apenas tengo dieciséis años, ¿qué pasará con mis estudios? Nunca he trabajado en mi vida. ¿Cómo podría irme sola a otro país sin nadie que me guíe? — Es la mejor decisión. Tus padres no te aceptarán de nuevo. Escúchame, tengo más experiencia que tú y sé que puedes lograrlo sola. — Puedes dejarme aquí, puedo limpiar por ti, cocinarte si lo deseas, y puedes continuar con tu vida si eso te conviene, pero no me dejes a la deriva, dije con voz suplicante, con lágrimas en los ojos. — Tu hermana nunca me permitiría eso. Te aprecio muchísimo, pero le prometí a tu hermana que no te quedarías más en este país, que nunca volvería a ver tu rostro y que podría perdonarme y casarse. Esa es la única condición. Si te dejo aquí, ella tendrá que vivir con el martirio de verte y recordar mi traición hacia ella. Si me amas tanto como dices, hazlo por mí, muéstrame ese amor que expresabas tanto a todos, simplemente hazme este pequeño favor que te pido y vete. Porque amar a una persona es hacer todo lo posible para que esa persona sea feliz. Así que, si quieres verme feliz, hazlo por mi felicidad. Me dejé caer al suelo ante sus palabras y recordé que, meses atrás, él me había hablado sobre la posibilidad de viajar y experimentar el mundo juntos. Yo, llena de emoción y entusiasmo por nuestras vacaciones, había obtenido mi pasaporte y puesto al día todos mis documentos. Él me había impulsado a ello y ahora comprendía que todo formaba parte de un plan. Había estado organizando cada detalle, asegurándose de que pudiera viajar en cualquier momento. Ante esta revelación, lo confronté. —¿Cuánto tiempo has estado planeando todo esto? Dímelo —exclamé, sosteniendo el billete de vuelo en mis manos y arrugándolo. —Basta —respondió, arrebatándomelo de las manos, aterrorizado ante la posibilidad de que lo rompiera—. Si lo rompes, yo mismo te echaré a la calle con todo y ropa. No me obligues a ser cruel y a asumir el papel de villano en esta situación. Nala, he sido muy complaciente con todas tus rabietas y con el hecho de que rompieras mi camisa. Así que mañana a las cinco de la madrugada sale este vuelo, y tú lo tomarás o te quedarás en la calle, viviendo bajo un puente o en la propia calle. Tú decides; eres lo suficientemente adulta para saber lo que te conviene —dijo, intentando marcharse, pero yo me interpuse en su camino. —¿Cuánto tiempo has tenido todo esto planeado? Al menos merezco conocer la verdad. Si me lo dices, te prometo que me iré y no miraré atrás; solo dímelo, por favor —supliqué, deseando entender qué había hecho mal para que él cambiara de repente, o quizás buscando alguna razón que me otorgara el valor suficiente para marcharme sin mirar atrás.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD