— Escucha —dijo Hakin mientras se acercaba a mí, con las manos en los bolsillos y una expresión de culpabilidad en su rostro. No comprendo por qué esa mirada me generó incomodidad, pero el silencio y la pausa intensificaron la sensación de inquietud en mi cuerpo, haciéndome sentir que algo no estaba bien.
— ¿De qué deseas hablar? —pregunté, acercándome más a él y deslizando mis manos sobre su impecable corte de cabello, acariciando los pequeños vellos de su barbilla. Sin embargo, sus manos interrumpieron mis caricias y su mirada intensa me suplicaba que me detuviera.
— Nala —pronunció con voz ronca, mientras se pasaba las manos por el rostro con desesperación- Sabes que eres una joven excepcional, tan única, con un aura radiante, extrovertida y llena de ansias por experimentar el mundo...
—¿Pero? —dije, consciente de que él pronunciaría esas palabras tras intentar prolongar la conversación con sus halagadoras expresiones. Me senté al borde de la cama mientras él se apoyaba en el marco de la puerta, cruzando los brazos con movimientos pausados.
—Tengo una confesión que hacer y me duele presentarme ante ti para comunicarte esto, pero no puedo seguir guardándolo ni un instante más.
—Si se trata de la posibilidad de concebir un bebé, no te preocupes; estoy esforzándome al máximo, lo prometo. No prestes atención a las habladurías de los demás. Aún no hemos cumplido un año de matrimonio y... y yo apenas he alcanzado mis dieciséis años -hablé con premura, sintiendo un nudo en la garganta- miedo, quizás. Sí, porque los vecinos y nuestros padres han estado comentando recientemente sobre este asunto, sugiriendo que podría tener dificultades para concebir un hijo y que debería esforzarme más en ello.
La realidad era que, entre nosotros, apenas había intimidad, a pesar de las apariencias que daba a todos sobre la calidad de nuestro matrimonio y nuestra armonía en la esfera íntima. Mi amor por él es tan profundo que no podría soportar escuchar comentarios maliciosos sobre él; preferiría que me concernieran a mí, para sentirme mejor y poder brindarle consuelo.
—No es eso, Nala, realmente soy yo quien no desea tener hijos— lo escuché expresar con frustración, moviéndose y gesticulando como si buscara la manera de comunicarme algo importante.
—B-bueno, de acuerdo— balbuceé, dándome cuenta de que no deseaba tener hijos en ese momento, lo que me ponía algo triste. De hecho, ¿qué mujer enamorada no desearía tener un hijo del hombre que ama? Pero entonces, si eso no le preocupaba, ¿qué era lo que realmente lo inquietaba?
— Me voy a divorciar de ti — declaró abruptamente, sin dirigirme la mirada.
— ¿Qué? — musité, sorprendida; sin embargo, más allá de la sorpresa, sentía que todo en mi interior se desmoronaba. Mi cuerpo comenzaba a temblar y mi respiración se tornaba incontrolable, mientras mis ojos ardían, invadidos por el dolor del desamor que él me manifestaba.
— ¿Divorcio? ¡No! — exclamé, sin siquiera considerar el tono de mi voz en ese momento.
— Silencio — me interrumpió de manera abrupta con un tono de voz que nunca antes había escuchado en él, y su postura había cambiado de nerviosa a enojada. Esto representaba una novedad para mí; este no era el Hakin del que he estado enamorada durante años, siempre ha sido él y únicamente él desde que tengo uso de razón.
》Escucha, Nala, no tienes opción, y mucho menos voz ni voto en esta decisión. Nos vamos a divorciar y no hay nada más que discutir, pero…
— ¿Por qué? — le pregunté con lágrimas en los ojos mientras lo abrazaba con todas mis fuerzas. No sabía en qué momento mis piernas se habían movido, pero allí estaba, aferrada a él, llorando y sintiéndome desdichada. No quería soltarlo; Hakin es el hombre que siempre me ha robado el aliento, me ha hecho sentir mariposas en el estómago y ha hecho temblar mi cuerpo con sus caricias.
— Lo siento un montón —decía mientras me agarraba de los brazos y trataba de alejarme de él. No quería que estuviera tan cerca, ni ver mi cara llena de lágrimas por lo que había dicho.
》Sé que esto no te va a hacer sentir mejor, pero como sé que la gente no te va a aceptar por haberte casado conmigo y haber estado conmigo, he decidido comprar un vuelo de ida a Trinidad y Tobago para ti. Te he conseguido un hotel donde puedas relajarte y pensar en las cosas sin que nadie te juzgue por estar casada. Además, nadie va a saber de tu pasado y podrás empezar de nuevo. Y lo mejor es que es un lugar muy liberal, así que no les va a importar si eres virgen o no.
》Aquí serás una carga; ningún hombre te aceptará como esposa, y nadie se casaría contigo porque ya no posees valor. Eres consciente de cómo es nuestra cultura y de cómo se juzga a una mujer que no ha logrado mantener un matrimonio y ha sido desechada por su esposo. En cambio, en ese país, nadie piensa de la misma manera; tendrás la oportunidad de buscar un empleo y construir una nueva vida, dejando todo esto atrás. ¿No lo crees?
Escuchaba sus palabras, pero no me importaban; mi corazón estaba profundamente herido y mis lágrimas no cesaban de fluir por mi rostro. Sin embargo, había algo que realmente me atormentaba y me impedía considerar su propuesta: ¿por qué él había decidido divorciarse de mí?
—Dime, Hakin, ¿quién es la mujer que ha robado tu corazón? Dímelo —exclamé con voz entrecortada, sorprendiéndolo. La expresión en su rostro claramente indicaba que había dado en el clavo; había alguien por quien él había tomado la decisión de poner fin a nuestro matrimonio