—¿Qué haces ahí mirándome? Aún te falta limpiar las habitaciones, vamos, muévete —las palabras groseras de Ángela resonaban en toda la sala, mientras Saachi se reía a carcajadas, intentando hacerme sentir mal.
—Mami, Ángela, ¿qué se puede esperar de una persona tan insignificante?
Así habían transcurrido estas últimas cuatro semanas para mí: burlas y comentarios malintencionados de Saachi hacia mi persona. Cada vez que pasaba a mi lado, me empujaba o buscaba el más mínimo detalle para humillarme. En cambio, yo simplemente bajaba la cabeza, guardaba silencio y asentía a todo lo que decían.
No desobedecía ninguno de sus mandatos con la intención de ganarme su confianza, deseando que sus miradas no estuvieran tan fijas en mí como las de un águila. Lo que realmente buscaba con esa actitud era hacer que bajaran la guardia conmigo, esperando el momento adecuado para escapar.
No había sido fácil y me había tomado más tiempo del que había anticipado. Aunque su atención ya no estaba completamente centrada en mí, no había encontrado la forma perfecta de escapar. Ya no me importaba escapar con dinero; estaba decidida a huir con tan solo una bolsa de ropa, dejando atrás todo lo demás. Además, las heridas en mis codos aún no habían cicatrizado del todo, y sentía dolores repentinos en el pecho al realizar trabajos pesados o durante las noches al intentar dormir. Aun así, cada noche le pedía a Dios que me diera una señal, que me ayudara a salir de aquel lugar. Mi fe no había disminuido, sin importar el sufrimiento que soportaba día tras día.
Aún podía escuchar sus voces mientras me encontraba desempolvando en la habitación de Ángela. Aunque la mayoría de las veces ignoraba sus conversaciones, ya que se centraban en criticarme y hablar mal de mi físico, en ese momento su conversación había cambiado de tema, captando mi atención.
—Sé que generalmente no sales de aquí, mami Ángela, por eso quiero pedirte el favor de acompañarme a elegir los vestidos de novia la próxima semana. No puedo seguir esperando más, ya que hemos fijado la fecha de la boda para el próximo mes, y cuanto antes elija el vestido, menos estrés tendré.
—No te prometo nada, pero haré mi mayor esfuerzo, porque sé que tu madre no está con nosotros y es mi deber acompañarte en un día tan especial.
—Gracias, también tengo una sorpresa para ti —hubo un silencio, y mis oídos se agudizaron en busca de la razón de aquel repentino mutismo, pero no escuché nada durante algunos segundos.
Sin rendirme, comencé a desplazar un cuadro que se encontraba en la pared que dividía la habitación de la sala, con la esperanza de escuchar con mayor claridad.
—Estoy embarazada— escuché pronunciar, y aquella declaración me sorprendió, provocando un escalofrío que recorrió mi cuerpo, mis ojos se agrandaron ante el impacto y mi corazón latía con una intensidad frenética. No había prestado atención a mis acciones, pero mi fuerza había aumentado sin que yo lo notara, lo que ocasionó que el cuadro se desajustara. El grito de Ángela me sobresaltó, temiendo que se encontrara detrás de mí y que me reprochara por mover sus pertenencias; sin embargo, no era así, ella aún estaba en la sala y su voz sonaba alegre.
—Felicidades, mi niña, realmente esta noticia me llena de felicidad —la escuché decir, lo cual alteró mi estado de ánimo, sumiéndome en la tristeza. Mis lágrimas comenzaron a caer y me maldije por llorar una vez más al recordar mi pérdida, pero no podía permitirme eso; me enfoqué en arreglar el cuadro, aunque noté un agujero en la pared detrás de él.
Con curiosidad, moví el cuadro un poco más, observando con mayor detenimiento aquel orificio en la pared. Sin embargo, no era esto lo que provocaba que mis manos temblaran y que un intenso pánico se apoderara de mi cuerpo mientras miraba por encima de mis hombros, asegurándome de que nadie estuviera detrás de mí. Estaba sola en aquella habitación, mientras Ángela y Saachi celebraban la nueva noticia. Mis ojos se posaron en un montón de dinero, organizado dentro del agujero.
Rápidamente coloqué el cuadro en su posición original, como si nunca se hubiera movido. Aterrada por aquel descubrimiento, nerviosa ante la posibilidad de que aquello pudiera ser mi salvación, sentía una inquietud por perder una gran oportunidad que se me presentaba. Sin embargo, temía tomarlo sin una estrategia adecuada y ser descubierta.
No, había terminado de limpiar aquella habitación, dejando todo en su lugar, sin atreverme a tomar nada de aquel dinero, pero atenta a cada movimiento que pudieran hacer, en el que yo pudiera escapar con sus ahorros.
—Niña, niña —Ángela apareció de repente mientras limpiaba la habitación de Roger. Al escuchar su voz, todos mis nervios se erizaron, temiendo que se hubiera percatado de mi descubrimiento.
—Sí, dígame, señora Ángela —respondí rápidamente, con una inquietud evidente en mi tono.
—¿Escuchaste la nueva noticia? —su sonrisa arrogante fue como un balde de agua fría para mi corazón, que estaba a punto de estallar. Me sentí más serena y calmada al saber que no había sido descubierta.
Negué con la cabeza ante su pregunta, volviendo a centrar mi atención en la limpieza.
—Saachi está embarazada, ¿no es una maravillosa noticia?
Sin duda, sus intenciones eran hacerme sentir mal, mientras en su rostro se dibujaba una amplia sonrisa.
—Felicidades —respondí en un susurro, intentando parecer triste y hacerla sentir como si hubiera ganado. Sin embargo, lo que ella no sabía era que sus propias palabras se habían grabado en mi mente y las estaba poniendo en práctica. “Es mejor tener a sus enemigos cerca que lejos y que nunca esperen tu siguiente movimiento; eso, sin duda, sería su castigo.