Capítulo cinco Respira por favor. Respira Sofía, respira. No pierdas la calma. Todo estará bien. Repito una y otra vez en mi mente, pero mientras más habla, dice y me manda más pierdo la calma ante semejante moco con patas. —¿Ya resolviste lo de los inversionistas para esta tarde? —cuestiona y junto las cejas de forma confusa. ¿Resolver? Pero que yo sepa él no me ha dicho nada por el estilo y tampoco recuerdo en mi chip de hace una hora que él me dijera algo sobre ello. —¿Disculpe, Señor? —digo y este deja de tener la vista fija en la laptop para observarme escudriñando casa parte de mi ser —realmente no recuerdo que me haya dicho nada sobre lo de esta tarde —trago grueso manteniendo la mirada, pero esto último se me hace sumamente imposible, ya que el chip que cargo en el cerebro

