Capítulo ocho
—¡¿Sofía?!
Cuestiona el moco perplejo intentado levantarse de la silla, sin embargo el señor Elián lo mantiene firme en su lugar.
>>—¿Dijeron Sofía? ¿No habré escuchado mal? —me voltea a ver con recelo y desde aquí en donde estoy puedo notar la impotencia que va en aumento por todo su cuerpo.
Diosa, ayúdame porque sé que lo que se viene no es nada bueno.
Aparte, aún sigo sin creerme del todo lo que ellos han dicho, porque como es posible que hayan tenido esa conclusión en tan poco tiempo con lo poco que les he comentado por encima.
Es que, mire por donde lo mire, sigo sin poder creer que seré yo quien llevara la empresa en estos momentos.
Tú solo relajate y disfruta de mandar a la moca por un café... Ah, esto será una completa vida de ahora en adelante.
—No, Mai
