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1393 Words
UNA SEMANA DESPUES… Bajo del avión viendo mi auto favorito aparcado junto al jet, un hermoso McLaren 765lt en color n***o metalizado. Camino hacia este sintiéndome muy cansada y deseando tomar un baño muy, pero muy largo para luego dormir una noche completa sin sueños. -         Señorita – me llama Hanna cuando estoy por subirme al auto – su padre me pidió a que le recordara que debe ir a verlo esta misma noche. -         Lo que menos quiero en este momento es una perfecta cena familiar – hablo sarcástica subiéndome al auto – si llama dile que tuve una cena de negocios, una gala o lo que sea – sin más enciendo el auto saliendo de la pista rápidamente. Enciendo el radio escuchando las noticias dirigiéndome a casa. Tuve una semana muy productiva y beneficiosa, los tratos que cerré en los últimos siete días agrandan mucho más mi cuenta bancaria personal y lograron que mi empresa este mejor posicionada en la bolsa de valores. Pero aun asi, eso no me llena. Por el contrario, hacen que me dé cuenta una vez más que por más dinero que tenga nunca será suficiente para comprar lo que realmente deseo. Al llegar al edificio estaciono mi auto en el estacionamiento subterráneo, bajo rápidamente caminando al ascensor que rápidamente me lleva a mi apartamento donde al entrar veo a mi madre sentada en el recibidor. Walda Klein una mujer que exuda elegancia y prestigio, la esposa perfecta para Joss Klein, la madre perfecta para Ronald, Kurt y Otto Klein. Para mí, verdugo e infierno personal. -         Hola mamá – hablo dejando mi bolso en el sofá para luego quitarme los tacones. – sea lo que sea, puede esperar – masajeo mi cuello. -         Tu padre va a retirarse – habla poniéndose de pie observándome fijamente. Walda es una belleza aun a la edad que tiene, rubia natural, con unos impresionantes y fríos ojos azules, su rostro es perfecto al igual que su cuerpo en el que luce de forma elegante todo lo que vista. -         eso me importa ¿Por qué? – pregunto a lo que ella se acerca rápidamente a mi abofeteándome. -         Ten presente con quien estás hablando – habla molesta a lo que yo asiento con la cabeza. – tu padre va a retirarse y tiene la loca idea de cederte todas sus acciones, para que de esta forma dirijas la empresa. -         Déjame adivinar – trato de mantenerme tranquila e indiferente - ¿quieres que lo rechace? -         No juegues conmigo Raina – me advierte furiosa – los herederos Klein, son Ronald, Kurt y Otto. Son ellos los que tiene derecho a todo lo que le pertenece a la familia – un nudo se me forma en la garganta – recuerda tu lugar y ese no es como presidenta del grupo Klein. -         Tengo mi propia empresa – hablo con los ojos llenos de lágrimas que me niego a derramar frente a ella – el cargo, las acciones y la empresa de MI padre, no me interesan. -         Es un alivio que lo tengas presente ya que Ronald es quien deberá estar frente al grupo Klein – la veo tomar su bolso antes de acercarse a mí - ¿quieres llorar? – pregunta observándome con arrogancia – no puedes ser más patética. Respiro profundamente para no quebrarme cuando ella se va. Me dirijo a mi habitación dejándome caer en la cama suspirando observando el techo blanco de mi habitación. mi padre ha amado a su esposa desde el primer instante en que la vio y como no hacerlo si ella a la edad que tiene es una belleza, no me quiero imaginar cómo era cuando estaba joven. Sin embargo, tuvo un pequeño desliz y se acostado con una mujer que no se comparaba ni un poco con Walda Klein. Mi padre creyó que no habría consecuencias hasta que una noche me dejaron con el vigilante de la empresa. desde ese momento y sin saberlo me convertí en la vergüenza para Walda ya que cada vez que me observa le recuerdo el desliz de mi padre. El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos por lo que contesto sin ver de quien se trata. -         Hola – hablo suspirando -         Hija – sonrio triste al escuchar el tono de ternura con el que siempre me ha hablado. -         Papá – hablo sintiendo mi labio inferior temblar. -         ¿Dónde estás? -         Sigo en Francia – miento – la negociación con los proveedores se extendió más de lo que imagine. -         Sé que me estas mintiendo – habla y yo rio sarcástica – te quiero en casa en una hora. -         Papá… – trato de hablar, pero él no me lo permite. -         Raina – musita firme haciéndome suspirar – te quiero aquí en una hora. -         Allí estaré – sin más cuelgo poniéndome de pie. Amo a mi padre, siempre me trato como lo que soy. Su niña, su princesa, me ha demostrado cuán importante soy en su vida y lo feliz que le hace tenerme. Sin embargo, esa casa es mi infierno. Soy consciente de que jamás he sido bienvenida allí, jamás fui bien recibida ni aun siendo un bebé. Soy una mancha en la más que impecable vida de Walda y nunca ha dejado de recordármelo. Por eso en cuanto tuve la más mínima oportunidad me fui de casa con la intensión de jamás regresar. Mientras estuve en la universidad no fui a casa ni una sola vez, estudié dos carreras al tiempo algo que consumía por completo mi tiempo y energías. Mi padre iba a visitarme muy seguido, aunque omitíamos el motivo por el cual no regresaba a casa ya que para nadie era un secreto lo que sucedía en la familia Klein. Solo debían vernos juntos para darse cuenta. Los Klein tanto mi padre, como Walda son rubios de ojos azules y perfectas facciones. Algo que fue heredado a Ronald, Kart y Otto, por mi parte herede el físico de mi madre biológica. Soy hermosa, eso no lo puedo negar. pero soy completamente diferente a ellos, soy castaña, ojos de color gris verdoso y rasgos de muñeca, como dice mi padre. De él solo herede la inteligencia algo que agradezco.   Sacudo la cabeza mientras me dirijo al cuarto de baño a darme una ducha preparándome mentalmente para lo que pasara en un rato. Al salir de la mampara me envuelvo en una toalla mientras camino al closet donde me ropa interior de encaje n***o para ir en busca de algo que ponerme. Elijo un vestido corto sin ningún escote, sin mangas y con detalles dorados, a juego elijo botas largas negras. Me enfundo en este rápidamente, me maquillo rápidamente y ato mi cabello en una coleta alta. Una vez lista me observo en el espejo de cuerpo completo suspirando ya que siempre he odiado la imagen que me devuelve el espejo. Tomo un abrigo y mi bolso antes de salir de la habitación, voy a mi estudio donde tomo las llaves de mi Lamborghini Urus antes de salir de mi apartamento.  mientras conduzco recuerdo el día en que decidí fundar mi propia empresa, aún estaba en la universidad cuando tuve la idea. Estaba aterrada cuando le pedí a mi padre que me prestara el dinero para comenzar, él insistió en regalármelo, pero me negué y cuando tuve la oportunidad le devolví hasta el último centavo. Joss Klein ha sido un buen padre, no tanto como con sus hijos, Pero si lo suficiente. Ha estado a mi lado en cada momento importante en mi vida, solo que en ocasiones el amor y la devoción por su esposa supera su amor por mí. Para mis “hermanos” cuando era una niña solo me ignoraban, a medida que fui creciendo y debido a mi belleza me convertí en un trofeo, ahora solo me buscan cuando quieren algo de mí. No debería quejarme o sentirme de la forma en la que me siento, soy afortunada. Tengo las oportunidades que no cualquiera tiene, soy inteligente, exitosa y hermosa. Sin embargo, todo eso lo siento como una maldición y lo cambiaría por experimentar un poco de afecto sin condiciones. Walda tiene razón – hablo riendo triste al tiempo que la entrada de la mansión Klein aparece ante mis ojos – soy patética. 
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