- Buenas noches señorita Klein – saluda Grethen, el ama de llaves de la mansión. Me quito el abrigo entregándoselo junto a mi bolso antes de encaminarme al salón que se encuentra junto al comedor donde se encuentran los Klein junto a dos chicas que me escanean con curiosidad.
- Papá – saludo ignorando a los demás viendo que se pone de pie viniendo hasta mi besando mi frente.
- Pasemos al comedor – ordena, pero yo niego con la cabeza ganándome una mirada asesina de Walda.
- Acabo de llegar de viaje y solo quiero descansar – hablo fijando mis ojos en el hombre junto a mí, el cual jamás pudo o quiso protegerme del verdugo de ojos azules que me observa con una mirada cargada de odio y desprecio que siempre ha tenido cuando me observa.
- Cariño – habla ella poniéndose de pie – es un momento importante para nuestra familia y todos aquí presentes sabemos cuál es nuestro lugar.
No debería doler, debería estar acostumbrada y ser indiferente ya que siempre lo ha hecho. Sin embargo, sus palabras son como dagas directas al pecho. Paso saliva tratando de fingir que no me interesa.
- Madre, tiene razón – hablo alejándome un poco de él. – me alegro que todos estén bien – digo a modo de despedida dándome la vuelta dispuesta a irme.
- Eres mi heredera – sus palabras hacen que me detenga de golpe al tiempo que escucho un pequeño jadeo de sorpresa.
- ¡Papá! – dicen sus hijos
- ¡Joss! – escucho a madre por lo que me doy la vuelta viendo a los cuatro observándome con autentico odio.
- No tiene por qué preocuparse – hablo antes de volverme a mi padre – realmente agradezco que hayas pensado en mí, pero no me interesa. – observo de nuevo a Walda – eso les pertenece a tus hijos y a mí no me hace falta porque tengo mis propias y no me interesa.
- Eres mi hija – habla y yo sonrio burlona.
- Para mi desgracia – hablo y sin que me lo espere Walda me da una fuerte bofetada.
- Walda – mi padre la sujeta de la mano.
- No voy a soportar la altanería de esta malagradecida – habla molesta y yo sonrio tratando de ocultar lo que me duele lo que acaba de hacer.
- Tratándose de mí, no soportas nada – respondo mirándola a los ojos – no debí haber venido – hablo dándome la vuelta en dirección a la salida.
- En eso te equivocas – el tono de superioridad y arrogancia hace que cierre los ojos fuerte porque sus próximas palabras van a destruirme – en realidad, no debiste haber nacido.
Sin más camino hasta la puerta viendo a Grethen con mis cosas en sus manos, las tomo antes de salir montándome a mi auto viendo a mi padre salir, pero pongo el auto en marcha saliendo de allí.
Un gran nudo se me forma en la garganta mientras piso el acelerador a fondo con los ojos inundados de lágrimas mientras algunos momentos donde Walda fue mi verdugo y demostró su oído desmedido hacia mi vienen a mi mente. Cierro los ojos un instante tratando de recobrar el control, al abrirlos contengo la respiración al ver un auto frente a mí. piso el freno tratando de evitar el choque, pero este es inevitable e instantes después un fuerte golpe el cual hace que mi frente.
- Maravilloso – susurro con ironía bajando la mirada a mi regazo viendo que tengo el cinturón de seguridad. - ¿en qué momento me lo puse?
Llevo una mano a mi frente notando que un líquido caliente que deduzco es sangre. Desabrocho el cinturón tomando mi celular antes de bajar del auto llamando a mi asistente.
- No sé dónde estoy, pero tuve un accidente – hablo a no más contesta
- En unos minutos estoy con usted señorita – responde Hanna por lo que cuelgo acercándome al hermoso Audi. Cuando voy acercándome a la puerta del piloto esta se abre y del auto sale un hombre enorme enfundado en un traje gris.
- ¿en qué demonios estaba pensando? – el tono enojado de su voz me hace sentir como una imbécil. Este se vuelve a verme y noto como el enojo se esfuma de sus ojos.
- Lo siento – hablo acercándome a él –fue mi culpa y yo me hare responsable de todo.
- ¿esta bien? – pregunta escaneándome con la mirada antes de fruncir el ceño al darse cuenta de lo que dijo.
- Eso debería preguntarle yo a usted – respondo escaneándolo con la mirada, pero cuando esta por hablar veo que saca su celular llevándolo a su oído.
- Olenka – habla firme observándome – necesito que vengas, tuve un accidente, encárgate.
- ¿está bien? – pregunto buscando algo que me dé un indicio sobre su estado.
- Acabo de comprar ese auto – responde mirándome a los ojos y yo sonrio sincera por lo que acaba de decir.
- ¿enserio? – pregunto enarcando una ceja, pero cuando está por hablar somos interrumpidos por una chica que se acerca a él.
- ¿Qué paso? – pregunta preocupada revisando su cuerpo y luego de que se cerciora que todo está bien suspira aliviada.
- Nos chocamos – habla observándola y luego a mi
- En realidad, yo lo choque – siento el vibrar del celular en mi mano, bajo la mirada a este y me tenso al ver el nombre de mi padre en este. Agradezco que en ese momento llegue Hanna junto a uno de los abogados de la empresa – encárgate por favor – digo sintiendo un leve dolor en la cabeza – lo resumo, venía a alta velocidad y aparte los ojos un instante antes de chocar – el abogado toma nota – cómprale un auto nuevo. – señalo al hombre que me observa.
- Que la revise un médico – enarco una ceja ante su orden.
- No es necesario – respondo dándome la vuelta.
- Podemos hacerlo fácil o complicarlo – habla haciéndome detener – quiero que la vea un médico, porque su frente está sangrando. – sonrio molesta volviéndome a verlo.
- Hanna – hablo a mi asistente sin apartar mis ojos de los del hombre retándolo – dale un cheque y cómprale un auto nuevo. – lo veo sonreír mientras niega con la cabeza
- Acaba de llegar Olenka – le informa la mujer junto a él. Sin embargo, sus ojos continúan en mí.
- Vuelve al apartamento, Ilsa – habla, noto que ella trata de hablar, pero él no se lo permite – yo me encargo.
Ruedo los ojos sintiendo una pulsada de dolor con la acción, me vuelvo dispuesta a irme cansada de esta situación y queriendo hundirme en mi miseria en mi asfixiante soledad. No alcanzo a dar dos pasos cuando siento que mi mundo se pone patas arriba.
- ¡¿Qué hace, imbécil?! – grito viendo como sus pies se mueven.
- Señor le recomiendo que la baje en este momento – habla mi abogado interponiéndose en su camino – o será demandado por acoso y secuestro.
- Hable con mi asistente – responde antes de retomar su camino y yo solo puedo ver si espalda.
- ¡HANNA!! – grito asustada, pero cuando trata de acercarse una rubia enfundada en un traje n***o se interpone junto a dos hombres. – bájame ahora mismo, imbécil – golpeo su espalda
- Quisiste complicarlo – responde antes de lanzarme dentro de un auto – y digamos que no estoy acostumbrado a que me digan que no.