Molestando a Lorenzo, de nuevo.

2410 Words
Corro por el pasillo hasta llegar al despacho de Brina y abro sin que ella me dé permiso para entrar. Está hablando por teléfono y me hace una seña para que salga, pero no lo hago. Cierro la puerta y me siento en la silla a esperar que ella pueda atenderme porque es importante, muy importante. Tamborileo con los dedos en la mesa mientras intento mantener la paciencia que no tengo. Brina parece que lo está haciendo aposta. Cuando cuelga el teléfono, suelto lo que he estado reteniendo por más de quince minutos: — Quiero hacerle una entrevista a Emauel Vitale. Sí, su cara es un cuadro y sé que es una idea descabellada, pero he estado pensado sobre eso desde que tuve la conversación con Guido. Nadie quiere entrevistar al hijo de un supercapo porque no se merece ni el más mínimo de atención, pero yo, necesito hablar con él, intentar entender qué quiere mostrar con este libro, necesito algo de información que recabar, algo con lo que empezar. —  Tenemos a Guido —dice ella. —  Pero quiero hacerlo yo. —  Imposible. Miro a mi amiga y sé que solo hace su trabajo. Guido tiene más experiencia, lleva años informando e investigando sobre la mafia y yo hace solo dos años que empecé en el periódico, así que, lo comprendo. —  He conocido a un chico —empiezo. Eso sí le llama la atención, por lo que sonríe de lado y se acerca al escritorio. —  ¿A un chico? Cuéntame más. —  Fue el día que me dejaste plantada, uno de tantos —me acomodo en la silla—, y él se sentó a mi lado y evitó que me robaran. —  ¿Un héroe? —  Un héroe de bar, sí. Había tres chicos que no me quitaban el ojo de encima y él fue todo un caballero. —  ¿Sin querer nada a cambio? —Alza su ceja extrañada porque sí, ya nadie ayuda a nadie por caridad, siempre quieren algo a cambio. —  Solo mi número de teléfono. Mi amiga sonríe y alza sus cejas para que le siga contando. La verdad es que no tengo mucho que contar, solo hemos hablado algunos días por mensaje y poco más, ya que sí, a los dos días le hablé. Él está súper ocupado en su trabajo y yo estoy sumida en una investigación que no me lleva a ninguna parte. Estoy frustrada, deprimida y lo único que hago es comer chocolate cuando llego a casa y buscar en internet si hay algo nuevo, pero claro, en internet no voy a encontrar nada, tengo que conocer a alguien, tengo que meterme dentro. ¿Cómo me meto dentro de la mafia? No tengo ni la más remota idea, pero tengo un amigo que sabe muy bien todo eso: Lorenzo. Voy a visitarlo esa misma tarde a la oficina donde ya todos me conocen y no tardo en estar frente a su mesa. Él está ojeando unos papeles y levanta su vista para encontrarse con la mía. —  ¿Hay alguna novedad sobre mi hermano? —Pregunto. —  ¿Qué? —  Es broma —me siento en la silla que está en frente—. El periódico tiene pensado hacerle una entrevista a Emanuele Vitale sobre el libro que va a sacar. —  Tienes que estar tomándome el pelo. —  No. Él nos ha escogido y, además, solo quiere que lo entreviste uno y que sea en una cafetería. —  ¿Y por qué me lo cuentas? —  No lo sé —me apoyo en el respaldar de la silla—. Necesito investigar y no sé por dónde empezar, ¿alguna idea? Lorenzo deja los papeles en la mesa y suelta una carcajada haciendo que varios compañeros se nos queden mirando. No sé dónde le ve la gracia, pero sonrío un poco incómoda hasta que deja de reírse y me mira con una sonrisa en sus labios. —  ¿Me lo estás diciendo en serio? —  Te invité a cenar, es lo menos que puedes darme. ¿Cómo sé si alguien es un mafioso o no? —  Me tomas el pelo. —  Guíame por este sendero oscuro, Lorenzo, porque voy a empezar a tirarme de los pelos y no quiero. —  De acuerdo, acércate. Él se acerca más al escritorio y yo lo imito, quedando nuestros rostros a escasos centímetros. Su loción me embriaga y sus ojos azules penetran en los míos, no puedo dejar de mirarlo. —  ¿Has visto Peaky Blinders? —  Sí, ¿por qué? —  Pues una cosa por el estilo. Entorno los ojos y él se ríe un poco, acomodándose de nuevo en la silla. Se está quedando conmigo y no me hace ninguna gracia. Me acomodo en la silla y me cruzo de brazos, mirándolo seria, lo más seria que puedo. —  De acuerdo, no ha tenido gracia —carraspea—. No fichamos a mafiosos por llevar algo especial de ropa, peinado o simbología. Cualquier persona puede estar metida en eso. —  ¿Entonces? —  Vamos a tomar algo —dice levantándose y cogiendo su cartera para meterla en el bolsillo. Me levanto y él me hace una seña para que camine delante de él y es lo que hago. El atardecer nos recibe y él me hace una seña para que empiece a caminar con él. —  Nosotros tenemos información porque hay gente infiltrada, además, hay muchos documentos de muchos policías que han trabajado contra esto. Es decir, seguimos a los hijos de los antiguos mafiosos, pero no podemos controlarlo todo. —  ¿Te refieres a la gente que ingresa nueva? —  Exacto. En todos estos años no hemos podido averiguar cuál es la forma de ingreso. ¿Cómo pasa alguien a ser un sicario de la mafia? Hemos pensado que pueden ser gente de confianza. Hijos de familias amigas, amigos… Junto mis labios en una fina línea porque esto es más complicado de lo que pensaba. Lorenzo abre la puerta del bar y me deja entrar. Nos sentamos en una de las mesas que está más apartada y el camarero no tarda en acercarse. Después de pedir dos cervezas, Lorenzo pone su cartera y su móvil encima de la mesa y yo hago lo mismo con el pequeño bolso que llevo. —  ¿Entonces cómo se infiltran? —Pregunto. —  No puedo decirte el método que tenemos. —  ¿Sigues sin creerme? No voy a escribir un artículo. —  Pero sí un libro. Touché. Aunque jamás publicaría algo que tuviese que ver con los secretos que tiene la DIA. Ellos son los que mantienen a los mafiosos a raya, o bueno, lo intentan. Algunas veces fallan y otras no. Lorenzo se aparta para que el camarero pueda poner las cervezas encima de la mesa y le agradece. Le da un sorbo y lo imito. Su camisa se abraza a su torso y a sus bíceps haciendo que me fije demasiado. Cuando venía a visitarlo por la muerte de Fabio ni siquiera me había fijado en él. Mi mente estaba sumida en la depresión y la tristeza y yo solo quería que de su boca saliera que habían encontrado al asesino. Nunca salió y solo pude ver la frustración y la decepción en sus ojos azules cada vez que yo aparecía porque no tenían nada. —  Lo entiendo —digo pasando mis manos por el frío vaso—. Solo quiero ayudar. —  ¿Ayudar a qué? —  Ser útil —me encojo de hombros y levanto mi vista para encontrarme con la suya. —  Ya eres útil por el simple hecho de que sigues respirando. Indagar aquí solo haría que a tus padres les diera un infarto. Hago una mueca y pienso en mis padres. Dolidos por haber perdido a un hijo y porque su asesino no esté en la cárcel. No creo que yo consiga nada que haga que la mafia me tenga en su punto de mira, estoy muy lejos de eso y la verdad, no es algo que me gustaría conseguir, pero necesito algo. Quizás es que necesito acabar con mi monótona, algo que me erice el vello, algo con lo que me sienta realizada. Lorenzo deja escapar de sus labios un largo y pesado suspiro y parpadeo un par de veces saliendo de mis pensamientos. —  ¿Y Matteo? ¿Qué sabes de él? —  ¿Matteo Lombardi? —pregunto y Lorenzo asiente—. Bueno, sé que su primer asesinato fue a los dieciocho años. Después de la muerte de su padre, él pasó a ser el capo y bueno, empezó a forzar a los comerciantes a pagar un dinero por protección. —  ¿Algo más? —Lleva la cerveza a su boca e intento recordar algo más de lo que he leído. —  Fue uno de los culpables de los ataques terroristas de 1990. —  ¿Y? —  Bueno, lo están buscando, es uno de los diez más buscados del FBI y… Totó Vitale es el máximo jefe ya que él no está… —mi voz disminuye— ¡Tengo que ir a la cárcel a visitarlo y preguntarle! —Lo señalo porque he dado en el clavo. —  ¿Qué? No, no, Fiorella —levanta sus manos. —  ¿Cómo no lo he pensado antes? Ahí es por donde puedo empezar. Tengo que hacer un esquema de todo lo que tengo que hacer y de todo lo que ha pasado para poder empezar. Bebo un trago de cerveza porque estoy dispuesta a marcharme. Tengo mucho que hacer. Lorenzo está hablando, pero no lo escucho porque estoy pensando. —  Eh, eh —su mano se pone alrededor de mi muñeca y lo miro—. ¿Dónde vas? —  Es verdad —me acerco a él y beso su mejilla sonoramente—. ¡Gracias Lorenzo! —Me despido de él con mi mano y me apresuro a ir hacia la salida. Iré a la cárcel y pediré verlo. Espero entrar con el carnet de periodista y poder reunir algo. Mis sandalias dan contra el suelo y jadeo cuando alguien me agarra el brazo y me gira con brusquedad. Lorenzo me mira como si estuviera loca y alzo mi ceja izquierda. —  ¿Estás loca? No puedes ir a la cárcel a hablar con Totó Vitale. —  Voy en calidad de periodista no de investigadora de la DIA. —  Peor me lo pones —su rostro se acerca a mí porque eso lo susurra—. Olvida eso, no te he dicho eso para que vayas a la cárcel a visitar a un asesino. —  Lorenzo… —  No, nada de Lorenzo, Fiorella. Tienes totalmente prohibido ir a ver a Vitale. Su aliento choca contra mi rostro y trago saliva sonoramente. Mi corazón danza contra mi pecho porque está demasiado cerca. Sus ojos me miran con advertencia, no quiere que corra peligro, lo entiendo, por lo que asiento torpemente y él afloja el agarre en mi brazo. —  No iré. —  Necesito que entiendas que es peligroso, por favor. —  Lo entiendo, tienes razón. Se me ha ido la cabeza. Su mano se separa de mi brazo y se pone derecho, imponente. Me siento pequeña bajo su mirada, como si fuese mi padre y yo hubiese hecho algo malo.  No tengo la entrevista con Emanuele Vitale, no puedo ir a visitar a su padre, no puedo hacer nada porque eso me pondría en peligro, o eso dice Lorenzo, y lo creo, en parte. —  Lo siento. ¿Te he hecho daño? —Siento las yemas de sus dedos pasar por mi brazo y envían escalofríos por toda mi columna. —  No, estoy bien, no te preocupes. —  ¿Quieres otra cerveza? Ni siquiera te has terminado la que tenías. Se siente culpable por haber sido tan brusco y acepto otra cerveza. Volvemos a la misma mesa y me siento de nuevo mientras mi acompañante tiene una sonrisa de verdadero alivio. Pedimos otra cerveza y esta vez voy a bebérmela entera. —  ¿Tus padres bien? —Pregunta. —  Están como siempre. Nunca te he preguntado por los tuyos. —  Mi padre está bien —sonríe. Eso me da a entender que su madre ha fallecido o que no quiere saber nada de ella, de todos modos, no pregunto. —  ¿Por qué te uniste a la DIA? —Le doy un sorbo a la cerveza. —  Porque quería combatir el crimen organizado. Mi madre tuvo mucho que ver, supongo. —  ¿Tu madre? ¿Por qué? —  Murió en el atentado en Milán. El corazón se me oprime en el pecho y lo entiendo. Entiendo que se metiera aquí, que se metiera a policía y consiguiese meterse en la DIA. Supongo que la mayoría de las personas escogen su profesión en base a algo. Yo quería informar sobre lo que pasaba en Sicilia. Yo quería hacer algo para que el mundo fuese mejor. —  Lo siento. —  La vida —se encoge de hombros—. Estaba dispuesto a encarcelar a toda la mafia cuando eso pasó. Tenía solo diez años. Mis padres estaban en unas vacaciones por su aniversario en Milán y sucedió. —  Estaba en un mal sitio en el momento equivocado. —  Exacto, lo mismo que le pasó a Fabio y a muchas personas, por eso quiero que te quedes al margen de esto, no es un buen tema para hacer una investigación. —  El caso de por qué las palomas ahora no tienen miedo a los humanos y vuelan tan bajo no me interesa mucho. Lorenzo se ríe y niega con la cabeza. Tiene la cerveza en su mano y le da un sorbo. Está relajado, puedo notarlo porque tiene su espalda apoyada en el respaldar de la silla y su pierna cruzada. Tiene una sonrisa natural y no está pensando en el trabajo. Esa noche, después de pasar un tiempo con Lorenzo hablando de la vida en general y dejando el tema de la mafia a un lado, llegué a casa y despejé una pared de mi despacho para ir poniendo post-it por ella. Tengo a Matteo Lombardi, que está desaparecido, después tengo a Totó Vitale, que está muriéndose en el hospital de la cárcel. Máximo Bianchi, asesinado por la misma organización criminal y me falta algo, y he pensado durante varias horas delante de esa pared sin sacar nada en claro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD