Prólogo

481 Words
Sus labios rozan los míos y pongo mi mano en su mejilla. Abro los ojos y me encuentro con su mirada. Intento descifrarla, pero solo veo dolor y arrepentimiento. Me asusto cuando algo se pone en mi pierna y su gran mano se pone alrededor de mi nuca, apretándome. — Lo siento. El sonido de un disparo suena y grito. Sus brazos se ponen alrededor de mi cuerpo y me agarro a sus hombros, quedándome sin respiración. Un grito de dolor vuelve a salir de mi garganta y él me deja lentamente en el suelo mientras de sus labios sale un dulce y suave "shhh". Mi mente se nubla por el dolor y me aferro a sus brazos, clavando mis uñas en ellos. — Lo siento —vuelve a decir. Las sirenas de los coches de policía están cada vez más cerca y miro mi pierna ensangrentada. Duele. Duele como si me estuvieran arrancando la pierna, como si me estuviesen quitando el corazón del pecho. — Estarás bien, te lo prometo —sus manos se ponen a ambos lados de mis mejillas mientras mi respiración es irregular. Estaría mejor si no me hubiera disparado, estaría mejor si me hubiera quedado en casa esa noche viendo Netflix como planeaba hacer, estaría mejor si él no se hubiera acercado a mí. — Tengo que irme —su nariz roza con la mía en un leve y suave movimiento y sus labios se apoyan en mi frente durante unos segundos. Se levanta y lo observo ir hacia la ventana. Después de sacar una de sus piernas, me mira una última vez y se va. Jadeo y pongo mi mano en la pierna maldiciendo una y otra vez mientras la policía entra con armas en sus manos. — ¡Llamad a una ambulancia! —Escucho. Alguien levanta mi cabeza del suelo y coge mi pelo en su mano. Jadeo por la brusquedad y veo esos ojos negros que han estado atormentándome. — ¿Dónde está? ¿Por dónde se ha ido? —Gruñe. No digo nada y él aprieta mis mejillas con sus gruesos dedos. Su aliento choca con mi rostro, huele a puro y aprieta más mis mejillas. — No volveré a repetirte la pregunta —dice con la mandíbula apretada. Estoy en serios problemas y lo único que puedo hacer es levantar mi mano llena de sangre hacia la ventana por la que él ha huido. Me suelta y vuelvo a colocar mi mano en la pierna, pero hay alguien que hace presión por mí. Él grita, da órdenes y todo el mundo se mueve muy rápido a mi alrededor mientras yo estoy allí, tirada en el suelo en un charco de sangre que cada vez se hace más grande. — ¿Voy a morir? —Pregunto con los ojos entrecerrados. — No, aún no. Empecemos por el principio...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD