Farid al dejar el aeropuerto había pedido a Silas que no lo acompañara de vuelta, sino que retornara. Como poquísimas veces, había tomado el volante de uno de los vehículos que tenía a su disposición en su hangar privado, a toda prisa conducía de regreso a la mansión.
Recién un momento antes había dejado de conversar con Angie. Todavía medio sonreía, le había parecido adorable haber escuchado la declaración afectuosa que por error le había dado.
«Hay algo en esta jovencita, que encanta mis sentidos, pero es diferente a lo que me ocurre con todas las hembras de su progenie. Sin embargo, no puedo darme tal favoritismo en ella, se trata de la mujer que mi hijo quiere.»
Luego de cuarenta y cinco minutos ya se aproximaba a la propiedad. Había vuelto ingresar por el lado donde estaba el an
