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Melodía de media noche

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Blurb

En la completa soledad de la gran mansión, Angie contempla una misteriosa melodía. Ella guarda en su corazón la ilusión de casarse con uno de los chicos más apuestos y adinerados de la ciudad, sin embargo, quizá su corazón se tope con algo inesperado una noche cuando la luna se encuentre en plenilunio y conozca el oscuro secreto oculto de la mansión Beltrán. ¿Pueden las criaturas míticas como un licántropo existir?

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Juramento
La noche se había vuelto fría, tan fría como suele ser en las tierras nevadas del norte de Rumania. Un cielo nublado, una calle húmeda cubierta de nieve, Yess andaba con un par de botas gastadas andando entre el ancho camino y una que otra maleza. No hacía mucho que había aceptado que la vida tenía por fin algo diferente. Sí, le temía a la noche, también a la oscuridad. Pero mirar un par de ojos verdes, en un rostro masculino perfecto, con una voz tentadoramente profunda la había hecho replantearse cualquier miedo natural o infantil en ella, incluso con ese destino al cual sus padres la habían orillado. Anduvo hasta cruzar el pueblo, él solía caminar ahí en el último farol que iluminaba la avenida. El vidrio empañado de suciedad, tanto que la luz salía con un tenue resplandor desde ese alto fanal. Abrazó la manta a su cuello, deseando verlo. Sabía que no lo confundiría. ¿Quién en su sano juicio andaría hasta la media noche en una de las zonas más peligrosas de la provincia? Pero ella tenía la necesidad de volverlo a ver, aunque sea por vez última. Cada tres días podía decir como excusa que por entregar un pedido, caminaría hasta ese lugar. Hábito que tenía desde hacía un par semanas. Pero en realidad el hombre aparte de comprarle, compartía conversación con ella, aunque su acento era diferente le parecía encantador y muy amable. Tanto que no dudaba de estar enamorada profundamente de ese extraño. De pronto donde la luz no daba, escuchó el ramaje de varios árboles mecerse bruscamente por el viento. Sintió ese extraño frío que surge en la piel incluso estando completamente con abrigo. Sobre la calle divisó la figura alta de un caballero que sostenía en sus manos una linterna, esas que se usan con aceite y la mecha. Ante ella estaba el hombre de aspecto decrepito, ojos hundidos y ligera barba canosa, con un traje de excelentísimo talle y confección. —Señorita, buenas noches. ¿Qué se supone que hace aquí? Ninguna mujer decente anda por estas horas en la noche. —Lo lamento señor, pero espero a alguien. —Claro, lo imagino. Sus padres me enviaron a seguirla. Soy Alfred, el señor que administra los bienes del Conde de Pranat, he venido por usted. Bien sabe que hoy se acordó la reunión para que se establezca fecha. Sus padres han dicho que usted es la indicada para el conde. La han ofrecido a cambio de saldar las deudas de la familia. Yess frunció el ceño, sin comprender aquello. Pero al verlo fijamente reconoció que se trataba de ese mismo señor que sus padres recibían desde hacía una semana. —¿Ofrecerme? —Sé que no ha venido a entregar nada. Le ruego que no siga estando aquí. Este lugar contiene una de las leyendas más macabras del continente. Ella tragó una bocanada de aire sin dejar el aspaviento de su mirada. —Que los hijos de la maldición de los hombres andan despiertos por estos caminos. Suele decirse que las jóvenes de pensamientos como los suyos, es decir, esas que son propensas a descuidar los buenos modales y andar como aquellas que se prestan a unos y a otros son las indicadas para ser devoradas por esas criaturas. Yess bien sabía de lo que le esperaba, pero no creyó que ella fuera la ofrenda para ese misterioso conde. No lo conocía en persona, pero todos sabían que era un hombre reservado, siempre enviando a gente a sustituirlo en los diferentes asuntos. Nadie provocaba tanto de qué hablar en la provincia como ese conde. También conocía las leyendas del camino, pero justamente eso ella buscaba; peligro. Incluso la muerte resultaba un pensamiento más ameno que vivir con un hombre tal vez horrendo que no podría amar jamás. —Por favor entiendo, le ruego que me permita estar un momento más. Es importante para mí y le juro que me iré con usted y atenderé a lo que solicita. El hombre la miró fríamente, siguió en completa seriedad, tan sólo se dio media vuelta. Yess comprendió que le daría un momento. Respiró hondo deseando que ese caballero misterioso apareciera una vez más, tal como solía ser, aunque ahora era tarde y alguien la acompañaba. ¿Qué tal si eso influía? O peor, ¿qué tal si él ya se había ido? —Buenas noches… Sus mil pensamientos se detuvieron al instante. La voz masculina produjo un efecto hipnótico casi de inmediato, se volvió emocionada a la voz del caballero. —¿Señor Farid? Él sonrió metiendo las manos en la gabardina, llevaba una capa oscura superpuesta. —No me llames así, te lo pido. Ella mostró una gran sonrisa aproximándose a él. —¿De qué otro modo podría llamarlo? —Farid para empezar. No creí que… Vendrías. Es tarde y no vienes sola. —Lo sé, pero tenía que. Vengo a despedirme. Él frunció el ceño, mirándola con seriedad. —¿Despedirte? ¿Por qué? —La vida no es justa señor… Quiero decir, Farid. Si bien me encanta que conversemos cuando le traía sus pedidos, ya no podré. Mis padres quieren que acepte un matrimonio. Quería verlo y despedirme. Él respiró hondo e inclinó la vista. Luego de un breve silencio alzó el rostro mirándola fijamente. —¿Lo conoces? Ella lo negó de inmediato perdiéndose en los ojos profundos y verdes de él. —Desde luego que no. No culpo a mis padres, ellos están pasando por momentos… —No entiendo. ¿Casarte con un hombre que no conoces? Ella respiró hondo, mientras su mirada expresaba su honda tribulación. —No tengo otra opción. Vine tarde, buscando que alguno de esos monstruos saliese y me devorara, pero no ocurrió. Es mi destino Farid. Hasta luego. Se dio media vuelta, pero él la sostuvo con fuerza de un brazo. —¿Eso quieres? ¿En verdad lo necesitas para cambiar tu destino? Ella sonrió asintiendo. —Pero sólo son leyendas, creo que tengo una imaginación muy ferviente. —O tal vez una intuición muy grande. —Expresó él mirándola fijamente. Ella suspiró fijándose en sus ojos. —O una suerte despiadada. Yess tomó esa mano con delicadeza y le dio un beso, incluso sobre esa protección en seda azulada que él tenía en las manos por el frío. Él la observó asombrado, pero no impidió aquello, tampoco cuando ella se apartó. Él volvió a las sombras, sin dejar de mirarla. Yess que se alejaba con el corazón hecho un nudo, miró que ahora el caballero que había ido con ella sostenía una capa. Se aproximó con ella con una sonrisa. —Tiene el agrado del conde. No le diré a su madre lo que vi. Ella se asombró mucho. Al instante se asomó tras él Farid. —Me conocen aquí como el Conde de Pranat señorita. Pero sólo usted sabe quién es Farid. Yess rompió en llanto muy emocionada al saber aquello. Farid y el conde eran la misma persona. Lo abrazó con fuerza sin creer lo que escuchaba. ¡Sería su esposa! —¿Se casará conmigo? —Preguntó él besando el dorso de su mano fría. Ella asintió muy feliz todavía con lágrimas en los ojos. —Sí, sí. Mi señor, lamento tanto lo que dije… Yo… Pero justo cuando ella estaba por besarlo, escucharon pasos. Una gran muchedumbre los rodeó. Yess reconoció a su madre y a su padre quienes con llanto la observaban y estaban amordazados. —¿Qué ocurre? Farid retrocedió, pero sin soltarla. —Señorita Yess de Aforcund. Usted ha hecho un pacto con el diablo… Ella frunció el ceño sin entender. —¿Pacto con el diablo? —Sí ese hombre a su lado es el mismo demonio. Señor de la oscuridad y las bestias. Yess miró a Alfred sin comprender aquello. —No, no. Creo que… Pero se dio cuenta que el hombre ya de edad mayor estaba sujetado por los brazos y lo sostenían con rudeza. —¡Ese hombre es embajador de ese demonio! ¡Aunque nosotros creemos que él es ese demonio en persona! —Profirió quien parecía ser el líder de la turba. —¡NO! Yess miró que comenzaron a golpear a Alfred sin piedad, ella quiso intervenir, pero se lo impidieron. La atajaron de manos y miró que también la amordazaban como a sus padres. —No más ofrendas al demonio. Está mujer está contaminada con el mal, la purificaremos con el fuego… De pronto Yess miró como una gran figura oscura resurgió, grande y descomunal, ante ellos estaba una fiera con rasgos de un lobo y parado en dos patas como un hombre. Se escuchó un gruñido, uno que aterró casi a todos de inmediato. La bestia rescató al hombre que ya estaba inconsciente de tantos brutales golpes. Pero el líder no dudó en ir hacia Yess y clavarle al pecho un cuchillo. —¡Esta es la mujer del diablo no atraerá desgracias a nuestras familias! Ella sólo pudo mirar a la gran bestia que con ira se lanzó sobre todos asesinando sin piedad a cualquiera a su paso. Todo quedó reducido a viseras y un mar de sangre bajo sus pies. También miró que Alfred había muerto, veía sus ojos vacíos de vida y su cuerpo inerte con la piel hundida por tantos golpes. Quiso gritar al ver la mirada honda de la bestia, pero no pudo su sangre se derramaba al igual que todos los que habían estado presentes; entre ellos sus padres. Comprendió que, igual que ella iban a ser asesinados, los habían matado antes que la bestia irrumpiera en la matanza. Él la tomó en brazos, y Yess notó como la gran bestia se volvía un hombre de ojos profundos y verdes. Vio su cuerpo grande al desnudo. —¡Farid! —Expresó ella con una sonrisa débil. —Por eso es tan misterioso y se esconde. Es cierto, ellos son reales. —Lamento esto… Yo… Ella acarició su rostro sin dejar la sonrisa. —Puedo curarte Yess y te pondrás bien. —Se lo dije, venía a despedirme. Quiero saber algo antes de irme… Él asintió sin soltarla, gruesas lágrimas caían de los ojos de él. —¿Hay más vidas luego de esta? —Quizá. —No importa, no dude que si puedo volveré. Y seré suya con una suerte menos despiadada. Le ruego por favor no los juzgue, ellos no lo conocían como yo. Ella siguió mirándolo, mientras sentía que no había más fuerzas para seguir aferrándose a él. —¡Yess mírame! —Tómeme… Por favor… Tómeme, que al menos mi cuerpo sustente algo que no podré darle. Él acurrucó la cabeza de ella a su pecho. —No puedo. Pero juro que viviré en el confinamiento. No habrá mujer que se atreva a tomar tu lugar, el lugar de mi esposa. Se volvió una fiera inmensa que cargando el cuerpo de Yess se alejó entre el bosque. **** Muchos años después. La pesadilla de recordar aquel suceso terrible lo dejó convertido en una fiera que no supo de la vida humana durante mucho tiempo, se entregó a ser una bestia sin raciocinio envuelto en el poder de la noche, con ello siendo como una bestia tal cual, despiadado y sangriento. Pero como ocurre en cualquier ser viviente, Farid tuvo que enfrentar la realidad; sumir el destino y seguir en el mundo, aunque siempre aislado, descubrió que no todos los seres humanos eran iguales. En el mundo todo fue innovando desde lo ocurrido aquella noche, y con la ayuda de la alianza de otro líder de la manada mantuvo su nombre en lo oculto. Con el dinero le fue posible asumir diferentes roles en la sociedad; ferrocarrilero, dueño de minas, delegando a otros sus negocios o a veces vendiéndolos. Luego especializándose en diferentes negocios luego asumiendo lo característico en cualquier magnate del orbe de inversiones y bienes. Entre los muchos de sus activos, vivía en el anonimato. Uno de sus aliados más cercanos era quien se encargaba de representarlo y lo consideraba su hermano. Una noche mientras volvían a casa en una ciudad donde habían ido a conciliar ciertos acuerdos para comprar activos en ciertos rubros, encontraron a una mujer arrollada en la carretera que sostenía a un pequeño. Frank, su represéntate, amigo y socio quiso pasar de largo y marcharse, pero Farid no pudo, hubo algo especial que lo obligó a quedarse y asistir a la mujer. Estaba mal herida y tenía destrozada una pierna. Hablaba otro idioma y por la forma que vestía comprendió que no era de la zona. —No soy nadie, pero le ruego que este niño sea protegido por usted. Es buen niño, no llora y eso que no tengo mucho que darle para comer. Por favor cuídelo, si se lo llevan a un orfanato sufrirá, a nadie le importan los niños que están en el abandono lejos de su patria. Farid entendió perfectamente, reconoció esa mirada en ella, algo similar a lo que vio en Yess cuando trabajaba repartiendo unos panecillos de centeno para ganarse la vida. ¿Qué tal si esa mujer nunca tuvo oportunidad y necesitaba ayuda? Una que él ya no pudo darle a Yess en el debido momento. Eso lo llenó de intención de interferir, casi sintió a volver a ver Yess en su momento de agonía. —Cuidaré del niño se lo juro, puede irse en paz. Ella suspiró mirando al cielo. —Gracias señor, gracias. Mi pequeño se llama Raymond. La mujer soltó muchas lágrimas aferrándose al brazo de él, luego murió. No pasó mucho para que llegaran las ambulancias y los oficiales. Farid siguió el caso de cerca, sin intervenir, hasta que lo pudo hacer sin levantar sospechas. No por nada tenía varios cientos de años con vida, conocía mucho en las actitudes del hombre que se jacta de ser superior por llevar un gran intelecto aunque siempre tan propenso a los deseos y las pasiones. Desde entonces Farid dejó gran parte de aquel largo padecer por Yess dedicándose a cuidar y proteger a su pequeño, casi como si fuera suyo.

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