Angie, meditativa volvió a la habitación. Al estar adentro y a solas, no pudo hacer otra cosa que ir a la cama para aclarar sus pensamientos.
«¿Qué ocurre conmigo? ¡Cuánto siento! ¡Es tan misterioso y fascinante! Nos invitó a pasar un rato con él. Sin duda será agradable. Pero… ¿A qué se refería? ¿Iremos a pasear? ¿Comeremos juntos?»
Sonrió al imaginarse que podría tener una velada muy agradable, incluso si Amalia estaba con ellos. Con él estar tranquila sucedía sin esfuerzo. Además, sin ella pedírselo él al tratarla siempre le daba toda su atención.
«¡Pero es el padre de mi prometido! ¿Qué diablos pasa conmigo? No puedo permitirme lo que siento.»
Herida con la convicción de estar siendo más una depravada, se puso de pie reprendiéndose de tal encanto al tratarlo, también de esa ine
