Llegó a la cama, con el corazón latiéndole a prisa. Cerró con cerrojo la puerta, lanzándose hacia colchón de un salto. La silueta grande y masculina a la suave luz azulada por el efecto de la noche con luna y que las ventanas estuviera abiretas, la había dejado fuera de sí misma, con algo cercano a la curiosidad más que al terror. Abrazaba las sábanas sin creer lo que había visto.
Había distinguido parte de su rostro masculino, él cual no hacía relucir a un fantasma, sino a un hombre. Miró su teléfono notando que eran más de la una de la mañana.
¿Y si estar ya tanto sola la hacía imaginar aquello? Su mente se revolvía con mil pensamientos. Pero el cansancio la venció y al abrir los ojos ya había amanecido.
Se dio una ducha y luego bajó a dar una vuelta por la mansión, yendo a los lugares donde no se había atrevido a merodear. Pero la gran mayoría de las habitaciones tenían llave en la puerta impidiéndole pasar. No pudo rehusarse a llegar al estudio donde estaba el piano.
Volvió a sentir una presión rara en el abdomen mientras aproximaba sus dedos al pomo cromado sobre la fina madera de caoba de la puerta. Se estremeció al escuchar su teléfono sonar. Por el susto, ni siquiera pudo sujetarlo bien, cayó al suelo vibrando como un ronrón.
Se inclinó y antes de contestar respiró hondo.
—Angie… ¿Qué pasó contigo?
—Hola, Karina.
—Suenas agitada, no me digas que interrumpo…
—No. Para nada. Estoy sola.
—¿No está Ray contigo?
—No. Salió de viaje. Creo que vendrá en unos días. ¿Qué tal está Londres?
—Es lindo, pero hay frío. Pero eso no importa me dejaste espantada. Te casarás, Angie. No puedo creer que aceptes ser una señora.
Angie sonrió.
—Ray es un chico rebelde nunca me hubiera imaginado que me lo propondría, ya sabes por lo que pasamos. No confío totalmente en él, no es un hombre a quien se le pueda atribuir ser de una sola mujer. ¿Me entiendes?
—Sí, claro. Lo que no entiendo es por qué no disfrutar simplemente de pasarla bien con él. Hay más hombres sobre la tierra, ¿lo has notado? Creo que te habría hecho bien acompañarme.
Ella inclinó la mirada, suspirando.
—Por supuesto que lo sé, pero también pienso que no podré pasarme toda la vida así. Si Ray quiere formalizar conmigo, me asienta bien aceptar. Además…
Escuchó una risa repleta de ironía.
—Pero tiene dinero, supongo que eso podría compensar de algún modo tu desconfianza. ¿O crees que el amor debería estar por sobre eso? Sé realista, ningún hombre es fiel, al menos serás la mujer de un hombre sexy.
No pudo contestar, meditó un buen rato la respuesta.
—Créeme estarás bien, no te faltará ningún lujo con Ray. Supongo que ya te diste cuenta, me dijiste que te habías ido a vivir con él.
—Sí, estamos en la mansión de su familia.
—¡Lo ves! Piensa en lo maravilloso que será vivir el resto de tu vida como una reina sin necesitar nada. Serás envidiada por muchas. Amiga, tengo que irme, hoy no dormiré, he conocido a alguien que parece ser de esos que son como el café, oscuros con buen aroma y que no te dejan dormir.
Angie rio ampliamente.
—Que te la pases bien, Karina.
—Claro que lo haré. Disfruta la mansión.
Ella sonrió apartando el teléfono de sus oídos. Se quedó fija en el jardín, al vislumbrarlo desde una de las grandes ventanas. Le parecía totalmente perfecto, como si muchas personas se mantuvieran al pendiente de cuidarlo, pero la mansión estaba deshabitada. ¿Eso podría ser posible?
Desde allí, de pronto miró que el cielo se nubló, la lluvia súbitamente se deslizaba en pequeñas gotas sobre los botones de rosas blancas, y también sobre un gazebo de hermosa edificación a la distancia.
Se aproximó más y se reclinó sobre la ventana, mirando el vaho de su respiración tocar el vidrio. Y al meditar sobre Ray, su forma de actuar, pero especialmente en lo que se había convertido ahora su relación, supo que desconfiando no podía sentir plenitud incluso viviendo en una mansión.
Se sobó la cabeza buscando algo de comer. No recibió ninguna llamada de Ray, se la pasó todo el día mirando la TV, y usando las r************* . Pero justo antes del anochecer, recibió un mensaje.
“No me incumbe. Pero me gustaría saber si sigue viva. Con ese hombre me imagino que ha de andar de parranda en parranda. Tal vez borracha o drogada”
Sonrió ampliamente al darse cuenta que se trataba de Amalia. Siempre la trataba con esa seriedad cuando algo no le parecía, como si el respeto en hablarle de “usted” resonara su enfado.
“No me lo creerás, pero no. De hecho, ni parece cierto ahora que lo pienso. Pero estoy encerrada desde hace un par de días en una gran mansión en completa soledad”
Le aparecieron unos emojis serios.
“Pues estamos igual, y su madre está entretenida, tanto que ni siquiera ha preguntado por usted. Si le parece podría visitarla. ¿No necesita nada?”
“Me basta con que envíes un taxi mañana. Esta casa me asusta mucho. Creo que es mejor que vuelva”
“Piénselo bien. Y si está segura confírmeme mañana su dirección y le envío un taxi. Pero si será su esposo tal como quiere, le aconsejo que se acostumbre. El matrimonio no cambia el hecho de que la soledad es nuestra única compañía”
Angie respiró hondo.
“Gracias querida Amalia”
Escribió tan aprisa a como pudo, se colocó los audífonos. Deseando que Ray no se acordara de ella, para poder tener más valentía e irse al amanecer.