Si algo le habían enseñado a Pierre era a no contestar el teléfono si no conocía el número del que llamaban, pero esta era la tercera vez que aquel número aparecía en su pantalla y algo muy dentro de su ser le decía que atendiera. Con un poco de miedo descolgó la llamada. —Pierre — Escuchó al otro lado —. Pierre ¿Me oyes? — Los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas y eso alertó a Anette que estaba a su lado junto con Charlotte. —Sí, yo sí… Anna, ¿dónde estás? — Las muchachas saltaron a su lado y Anette no dudó en correr hacia la oficina donde el rubio estaba encerrado. —¡Señor, venga ya! — exclamó la muchacha apenas atravesó la puerta. Didier la miró confundido pero no dudó en seguirla escalera abajo, si su empleada actuaba con tan poca cautela era solo porque algo urgente estaba oc

