Capítulo 3: Hogar dulce hogar

1116 Words
—¿Qué haces aquí, Victoria? —le pregunta Alaric. Ella me mira de arriba abajo un momento antes de volverse hacia él con otra sonrisa falsa. Empieza a acariciarle el brazo y me molesta verla tocarlo. Alaric la roza y ella lo sigue hasta el vestíbulo. Apenas tengo tiempo de parar la puerta cuando intenta cerrarla en mi cara. La cierro suavemente tras de mí, murmurando en voz baja sobre su grosería. —Te estaba esperando, cariño. Estaba tan preocupada cuando me enteré de que habías ido a enfrentarte a esas brujas —le dijo con voz nauseabunda. —Como puedes ver, estoy bien. Esta es Raven. Va a trabajar para mí —le informa y luego se dirige a mí—: Raven, esta es Victoria. Sus presentaciones omiten el título de ella, así que no tengo ni idea de lo que es para él. ¿Una novia, quizás? Eso sería una pena, no es lo suficientemente buena para él. «Qué estoy diciendo», pensé, ni siquiera lo conozco. Ella me mira con desaprobación. —¿Trajiste a una bruja aquí? —le pregunta y la mirada que él le dirige dice que no le gusta que lo interrogue. —Sí, lo hice. Soy el Alfa, así que creo que es mi decisión —responde irritado. —Por supuesto —responde sumisa. —Raven y yo tenemos cosas que discutir, Victoria —dice él, despidiéndola. Un destello de dolor aparece en su rostro, pero se disimula rápidamente cuando asiente con la cabeza. Entonces, otro m*****o de la manada llama a la puerta para preguntarle algo a Alaric y, mientras él habla, ella se vuelve hacia mí con una mirada de asco absoluto. Me agarra del brazo con un apretón doloroso y la rabia me recorre por su atrevimiento. Podría hacerla desaparecer con un movimiento de mis muñecas, pero me recuerdo a mí misma que ya estoy en la cuerda floja con el consejo. —Es mío, bruja. No estarás aquí mucho tiempo, pero mientras estés, no lo olvides. Compartimos cama y yo soy la que va a ser su pareja. Ni se te ocurra tocarlo —me dice con vehemencia. —Es un niño grande, Vicky, creo que puede tomar sus propias decisiones. Pero tomo nota de tu preocupación —respondo con dulzura y un toque de sarcasmo. Sus ojos se abren de par en par ante mi respuesta y los estrecha hacia mí. —No vuelvas a llamarme así. No voy a repetirlo. Ten cuidado, bruja —escupe. Me arranco el brazo de su agarre y me mantengo firme ante ella. —Creo que el Alfa te despidió —recuerdo. Parece que va a arremeter contra mí cuando Alaric se acerca a nosotros. —Avísame si necesitas ayuda para manejar a esta bruja, cariño. Ya sabes dónde estoy —ofrece ella, rozando su mejilla con la mano. Él sacude la cabeza mientras ella se aleja como si estuviera harto de sus payasadas. —Pues parece un encanto —comento con sarcasmo y pongo los ojos en blanco. Me mira con desconcierto, pero no reconoce mi afirmación. —Vamos, déjame darte un recorrido rápido —responde y me toma la mano. Su gran mano envuelve la mía y siento su calor. Percibo un cosquilleo cuando me toca y hago lo posible por ignorarlo. Me lleva a la izquierda de la entrada, a una hermosa sala de estar—. Esta es la sala de estar principal, luego por aquí está el comedor y después la cocina —informa mientras me lleva por cada habitación, dejándome apenas asimilarlas. Luego pasamos por la magnífica cocina de última generación, con kilómetros de acero inoxidable y mármol blanco, a un pasillo. —El recibidor está a la izquierda, luego tenemos mi despacho, una habitación libre, un baño y, por último, una sala de reuniones. Aquí es donde se celebran las reuniones del consejo y los grandes encuentros —explica. Miro alrededor de la enorme sala, que está decorada casi como un salón de baile. Tiene una enorme lámpara de araña en el centro y un hermoso suelo el centro. Al final hay una gran mesa en forma de semicírculo de madera con varias sillas a su alrededor. —Tienes una casa preciosa —halago en voz baja. No estoy acostumbrada a tanta opulencia y me siento un poco incómoda. —Gracias. Ha pertenecido a mi familia durante generaciones. Cada nuevo Alfa remodela y añade sus propios toques, pero la estructura en sí se ha mantenido igual —responde. Hay un breve momento de silencio en el que navegamos por nuestras emociones a través del lenguaje corporal. Parece que él está dispuesto a abalanzarse sobre mí y yo probablemente parezca que estoy dispuesta a salir corriendo por la puerta y no mirar atrás. Pero sé sin duda que no lo haré. —Deja que te acompañe a tu habitación —rompe el silencio. Me hace subir las escaleras tras él y sus largas zancadas hacen que sea difícil seguirle el ritmo. Me lleva por el pasillo hasta un dormitorio y me hace entrar—. Confío en que esto se adapte a tus necesidades —comenta. Miro a mi alrededor y es absolutamente precioso. Una gran cama con cuatro postes se encuentra en el centro de la habitación con exuberantes mantas y almohadas. Hay un pequeño rincón de lectura junto a la ventana y está decorado en rosa pálido y diferentes tonos de gris. Es una habitación muy femenina y, en secreto, me encanta. Sin embargo, no voy a mostrarle nada de mi emoción. —¿Mi necesidad de dormir? Yo creo que sí —replico y él gruñe en respuesta. Se acerca a mí y yo retrocedo hasta que mis rodillas chocan con la cama. Se acerca mucho y me inhala. Creo que a este tipo le encanta olerme. —Tienes una gran boca, Raven. Pero no creo que la utilices adecuadamente —susurra con voz sexy. Sus labios están tan cerca de los míos que casi se tocan y exhalo una respiración superficial. Se inclina y me aparta el pelo del hombro. Me quedo congelada en mi sitio, atrapada en un trance creado por su presencia. Me siento abrumada por él y me digo que no lo estoy disfrutando. Pero en el fondo sé que no es cierto. Hay algo que me atrae a él y que no puedo explicar. Me estremezco en respuesta a su proximidad y él deja escapar un gruñido casi imperceptible. Me siento obligada a estirar la mano y tocar su cara, a acercar mi boca para que tenga mejor acceso. Yo soy la bruja, pero me encuentro atada bajo el hechizo del Alfa.
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