El Titiritero [COMPLETA Y GRATIS]

Capítulo 15:

El corazón de Simón se saltó un latido al mismo tiempo que su respiración se volvía irregular, todos los músculos de su cuerpo se tensaron en advertencia del peligro inminente.

Caín se aproximó con pasos soberbios y confiados, desplegando un aura de arrogancia casi pútrida a su alrededor.

—¿Que ocurre antorcha, no querés arder?—dijo entre risas el chico cuyo rostro estaba plagado de cicatrices.

—Dejalo en paz—susurró la temerosa voz de Víctor a sus espaldas en un intento por ayudar a su amigo.

Pero solo necesito que Caín volteara a verlo para destruir cualquier ápice de confianza o heroísmo que intentara surgir en él.

—¿Que tenemos aquí? Al parecer el circo de los bichos raros abrió sus puertas. Presentando a la antorcha humana, un pobre ratón que vive de limosnas, la puta adolescentes y a bola de fraile—se burló el perverso chico observando a cada uno de ellos con mirada depredadora, eligiendo su próximo objetivo.

—Te olvidas de mí, el asesino de sangre fría—canturreo la frívola voz de Felipe acercándose a ellos.

Todos habían asumido que él no vendría a la escuela ese día, no después del revuelo y los rumores que en el pueblo más que rondear parecían volar.

Pero ahí estaba, con su típica máscara de desdén y arrogancia. Incluso el propio Caín retrocedió un paso hacia atrás al notarlo, dejando en evidencia que estaba al tanto de los rumores sobre él.

—Solo jugaba, no es nada de tu incumbencia—contestó el aterrado chico, intentando aparentar seguridad.

—Es de mi incumbencia cuando un asqueroso perro sarnoso intenta intimidar a mis amigos con puras mierdas—escupió Felipe con calmada frialdad.

El caminó unos pasos, acortando la distancia que los separaba quedando a escasos centímetros de Caín, levantó su mano con pereza y retiró una pelusa reposante en la gastada campera de este. Un gesto que había visto hacer a su padre para intimidar a alguien, marcar su territorio o incluso, dejar en evidencia lo peligroso que podría ser sin siquiera emitir palabras.

El movimiento no pasó desapercibido por el chico quien tensó cada músculo de su cuerpo, sin embargo su orgullo y estupidez le impedían reconocer una batalla perdida.

—No me vas a asustar con tus estúpidos juegos—atacó Caín, siseando por lo bajo.

Felipe le regaló una sonrisa desbordando arrogancia mientras se inclinaba hacia adelante, colocando su boca junto a la oreja de este.

—No intento asustarte, solo es una advertencia. Hace unos días atrás viole y maté a una chica inocente por puro capricho sin importarme sus gritos de dolor clamando piedad, ayer me descubrieron y apresaron; tres horas después salí con el historial intacto. No me costaría nada hacer que los hombres de mi padre te subieran en una camioneta sin ventanas y te liberaran en un lugar apartado de todo sonido donde yo te estaría esperando, solo hace falta un llamado—ronroneo Felipe.

Cuando esté dió un paso hacia atrás, pudo ver cómo el rostro de Caín palidecía y adoptaba un aspecto enfermizo.

Tropezando con sus propios pies, comenzó a caminar hacia atrás alejándose de él como si fuera el propio anticristo.

—¡Estás enfermo Barrenechea!—grito finalmente este cuando estaba a una distancia segura y considerable.

Felipe no contestó a sus palabras, y se limitó a reír mientras lo observaba correr entre tumbos para escapar de él, como si corriera tras él.

Solo cuando volteo para enfrentarse a sus amigos, quienes asumió, lo creían un verdadero asesino, se dió cuenta de lo equivocado que estaba.

La forma en que cada uno de ellos le devolvía la mirada, le dejó entender que jamás lo consideraron un verdadero asesino. Ellos habían logrado entrever, a través de las mentiras y actuaciones, la oportunidad que les dió para liberarse de un bravucón, sacrificando en el camino su imágen la cual quedaría manchada para toda su vida.

Pero no le importaba, no mientras las personas que más querían sabían la verdad de todo; a ellos les debía una verdadera explicación sobre el asunto. Aún así, no antes del asunto de mayor relevancia.

—Chicos, creo que sé quién será el próximo objetivo de el Titiritero—dijo tranquilamente.