Capítulo 2: La mujer que tanto soñé parte 2

1028 Words
Se mostraban un poco incrédulas aún; sin embargo decidieron colaborar en la medida que les fuera posible. —Esas personas son muy peligrosas —dijo una de ellas—. Tienen que asegurarnos que nos protegerán para nosotras darles la información.  —Por supuesto que sí, pueden contar con ello. Estarán seguras, al igual que la primera chica que rescaté de ese lugar —contesté. —Por cierto, ¿dónde está ella? —preguntó la otra chica. —Está en un apartamento que le fue asignado por la protección de testigos —comenté. —¿También nos darán uno a nosotras?  —Sí, también a ustedes, Además les daremos unas nuevas identidades; empezarán su vida de cero. —De verdad que no lo puedo creer —refirió una de ellas mientras sollozaba—. Esperamos tantos años para esto; sufrimos muchos maltratos, nos obligaron a hacer cosas horribles. —Nosotros comprendemos completamente su situación, y es por eso que estamos haciendo  lo posible para ayudar a todas las personas que siguen en el lugar. Continué hablando con las mujeres  mientras llegábamos a la Oficina de Seguridad Nacional.  Me comentaban detalle a detalle todo lo que habían vivido. Su información fue realmente útil, tanto así que estaba seguro de que lograríamos montar un operativo en cuanto antes, para desarticular la red criminal. Minutos después arribamos a la sede. Al llegar, me encaminé con las víctimas directo a la oficina de Patrick, quien seguramente no esperaba que esta vez llegara con tres chicas. Al vernos cruzar por la puerta de cristal, no pudo evitar su cara de asombro y enseguida se dirigió hacia nosotros y cordialmente saludó a las mujeres y las invitó a sentarse. — Indudablemente estoy sorprendido con sus resultados en tan poco tiempo oficial Carlson —refirió Baten. —Le prometí que no se arrepentiría de asignarme el caso, y eso estoy demostrando señor. Solo cumplo con mi deber. —contesté. —Por ahora necesito hacerles unas cuantas preguntas, y en un momento serán instaladas en un lugar que compartirán las tres, ¿de acuerdo? —preguntó Patrick. —Sí señor, por supuesto que sí. Cualquier lugar que no sea donde estábamos, está bien para nosotras, ¿verdad chicas? Todas asintieron y se quedaron en la oficina de mi jefe mientras él les hacía las preguntas. Por mi parte, ultimé los detalles de la nueva vivienda de las mujeres  y les asigné además un guardaespaldas que estuviese con ellas todo el tiempo. Aproveché el momento para salir por algunos minutos a tomar aire fresco y asimilar lo que acababa de lograr; le estaba cambiando la vida a otras tres mujeres que habían vivido el infierno en carne propia; sin duda quería terminar pronto con la misión y atrapar a los responsables. Después, ingresé nuevamente a la oficina donde se encontraba Patrick con las víctimas. Las preguntas ya habían terminado por el momento así que todo estaba listo para llevarlas a su nueva residencia. Salí en uno de los vehículos oficiales con el escolta y las mujeres.  Conduje algunos kilómetros hasta llegar allí y al bajarnos del auto las mujeres sencillamente no creían y no salían del asombro por todo lo que estábamos haciendo por ellas. De hecho, inevitablemente se me escaparon algunas lágrimas al ver tal emoción en los rostros y ojos inocentes de aquellas mujeres que no superaban los treinta y cinco años. Entramos a la  vivienda y allí se acomodaron con las pocas pertenencias que tenían. De parte del departamento de seguridad nacional también les otorgarían prendas de vestir, calzado, implementos de aseo y demás, en un par de días. Luego de dejar instaladas a las mujeres, salí directo al apartamento de Becca, pues moría de ganas por contarle la nueva noticia que sin duda la emocionaría. Mientras manejaba, me detuve en un semáforo donde se encontraba un joven vendiendo rosas. Supuse que sería una buena idea sorprender a Becca con un ramo así que compré uno y continué mi camino hacia su casa. Llegué, toqué su puerta y me atendió enseguida.  Lo primero que hice al verla, fue decirle lo hermosa que estaba; simplemente irradiaba belleza. Después, le entregué el ramo y ella emocionada lo recibió con un beso. —¡Está hermoso Hans! Hace mucho tiempo no recibía flores de nadie. Me encantan —refirió Becca. —Las vi  y noté que eran tan hermosas como tú —mencioné—. Espero que de verdad te gusten. —Por supuesto que me gustan, muchas gracias por tu detalle. —¿Estás lista para otra sorpresa? —pregunté. —¿Aún hay más? —cuestionó. —Traigo muy buenas noticias Becca, es sobre algunas amigas tuyas. —¿Amigas mías? adelante, cuéntame. —Bien, hoy estuve en el lugar donde te tenían esos bandidos. —¿Y qué ocurrió? —Utilicé tu idea de decir que necesitaba mujeres para trabajar en mi fábrica, y logré que me vendieran a tres chicas más —anuncié. —¿Hablas en serio? ¿Lo lograste? —Así es Becca, ellas ahora están juntas en una casa al igual que tú. También tienen su guardaespaldas, y están muy bien y felices. La alegría reflejada en  su mirada era inmensa. Sin duda estaba feliz de que otras mujeres pudieran salir de tal infierno. —Eres un ángel Hans. No encuentro más palabras para describirte. Sencillamente gracias por todo lo que has hecho —mencionó mientras me abrazaba a modo de agradecimiento—. ¿Podré verme con ellas? —Sí, por supuesto que sí. Yo mismo puedo llevarte a visitarlas mañana si deseas. —Sí, me parece bien. Así también puedes contar con la ayuda de todas para que tengas listo tu plan lo antes posible. Ya sabes, entre más cabezas seamos pensando, mucho mejor. —Me parece perfecta tu idea, ten por seguro que en cuanto  menos pienses, todas las víctimas estarán libres. Continuamos hablando por algunos minutos y después decidimos preparar la cena entre los dos para posteriormente ver una película. Tuvimos una velada agradable. Sin duda disfrutaba de su compañía y ella de la mía. Me enamoraba más y más de la persona que era Becca.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD