Leonardo Tensé mi mandíbula y empuñe mis manos, Ricardo no puede ser tan imbécil como para atravesarse en mi camino, no puedo ocultar que me muero de rabia al ver a Ana bailando con Ricardo, por eso mejor quise hacerle señas a Pablo para firmar de una vez por todas la sociedad y desde luego mañana empezaremos a mover nuestra mercancía, no hay que perder tiempo. Le hago señas a uno de mis hombres para que llamen a Pablo. —¡Señor Santoro!, Quiero agradecerle por ese recibimiento, no pensé que usted fuese esa clase de hombres que les gusta sellar un trato con una gran fiesta —habla Pablo evidentemente sorprendido. —No suelo ser así con todos mis socios, esto es una prueba del respeto que siento por usted, y desde luego por su sobrina, la cual me dejó una buena impresión. —Ella, es mi tes

