Capitulo 1

1601 Words
Román 4 Años atrás Estoy tirado en la cama, escucho a lo lejos mi teléfono que no para de sonar. Estiro mi mano para tomarlo de la pequeña mesa de noche y no lo encuentro. Me siento en la cama, Dios, la cabeza me va a estallar. Volteo hacia todos lados y no reconozco el lugar. Últimamente esto me pasa muy seguido. Mi teléfono sigue sonando. Me levanto hasta encontrarlo dentro de mi pantalón. Solo espero que estuviera bueno el polvo porque no recuerdo nada, ni siquiera quién diablos es la chica que está todavía dormida y desnuda. Contesto el teléfono porque no para. — Hola. — ¿Qué diablos, Román? ¿Dónde mierdas te has metido? Mi madre te va a matar, llevo parte de la noche llamándote. Rox se escucha muy molesta, está gritando como loca. Tengo que alejar el teléfono de mi oído porque si no, mi cabeza estallará con sus gritos. Solo suspiro porque debe ser algo muy importante para que me llame a esta hora. — Rox, guarda silencio, mi cabeza me mata. — Me importa una mierda, Gabo. Hablo con mamá, Victoria está en problemas, así que estamos a punto de partir y tú vienes con nosotros. — Está bien, Rox, te mando mi ubicación. No sé dónde rayos dejé mi coche, pasa por mí. — Sabes que mamá se molestará si estás en un hotel, ¿cierto? Solo vuelvo los ojos porque es verdad. Últimamente, no sé qué le pasa a mi madre que, a como dé lugar, me quiere en una relación seria. Son sus palabras, no las mías. — Haz lo que te digo, de mamá me encargo yo. Cuelgo el teléfono y me acerco a la cama para despertar a la chica que, por lo que puedo ver, está muy buena, la condenada. Lástima que no sé ni cómo llegamos aquí, estaba demasiado ebrio. — Hey, te tienes que levantar. — Hmmm, espera un momento, acabamos de dormir. — Vale, yo me tengo que ir. Si quieres quedarte, por mí no hay problema. Ella se sienta de inmediato. Veo su rostro y algunas imágenes se me vienen a la mente. Mierda, es la modelo estrella de la compañía donde trabajo, Marisa. Dios, estuvo insistiendo tanto en la empresa y siempre me negué. Ahora trataré de recordar cómo diablos terminamos aquí si yo estaba en el bar que siempre frecuento. Me doy la vuelta y me meto a la ducha. — Puedes vestirte, necesito irme. Ella solo sonríe y se levanta, dejando caer la sábana que la cubre. Yo vuelvo los ojos. He visto muchas mujeres y sí, es linda, pero definitivamente hay mejores. Termino de ducharme y tomo mis cosas. Salgo de la habitación. Rox me mandó un mensaje que ya está aquí. Ella viene casi corriendo detrás de mí. Realmente no le tomo mucha importancia, es solo un polvo y no se volverá a repetir. Cuando salimos a recepción, puedo ver a mi familia en el coche. Suspiro porque sé perfectamente el sermón que mamá me va a dar. Antes de subir al coche, volteo y la veo. Ella me regala una sonrisa, pero mi cara no es la más feliz. Se acerca y deja un casto beso en mis labios. Yo la miro mal, pero lo que me dice es lo que me deja en shock. — Sé que ya somos novios, pero quisiera que me llamaras para hablar de nuestra relación. La miro como si le hubiera salido otra cabeza. Está mujer se volvió loca. Suelto una carcajada y ella frunce el entrecejo. — ¿Qué es lo gracioso? — A ver, Marisa, no te confundas. Yo no tengo novias, esto nada más fue un polvo que, si soy sincero, espero estuviera bueno porque ni siquiera recuerdo cómo llegamos aquí. Así que bájate de tu nube, no eres mi novia. Hace un puchero, que piensa que eso me va a convencer. Está muy equivocada, en mí eso ya no hace efecto. — Pero es que yo pensé... — Pues no, así que quita eso de tu cabeza. Me tengo que ir. — Pero, Román, ni siquiera me llevarás a casa. Vuelvo a reír. ¿Qué parte de que es solo un polvo esta chica no entiende? Pero ya no la quiero hacer sentir más mal y mi hermana no deja de tocarme las pelotas con la bocina de coche. — Marisa, ni siquiera sé dónde dejé mi coche, así que toma un taxi. Le doy unos dólares y me voy hacia mi familia. Cuando subo al coche, mi madre me ve mal. Solo suspiro porque estoy seguro que esto apenas empieza. — ¿Y esa quién es? — Mamá, no empieces. — No, Román, pensé que te había educado mejor. Solo recuerda algo que te diré: llegará una mujer que te robe el aliento, que sueñes con ella todos los días, que desees que esté a tu lado siempre, y a esa mujer no la podrás tener. El karma es muy cabrón, hijo, y te cobrará con creces lo que haces con esas chicas. Solo suspiro. Mi madre a veces es muy intensa. Ella piensa que no he buscado esa mujer. Por supuesto que la he buscado. Me gustaría tener una hermosa familia y cuando pensé que la había encontrado, me traicionó con mi mejor amigo. Ahora siento que todas buscan lo mismo: un polvo, dinero, no lo sé, pero ninguna una relación seria. Rox y Sandro solo sonríen porque ellos saben mi historia. No me gusta que me vean con pena, pero después de esa relación, esto fue lo que quedó de mí. Me pierdo en mis pensamientos, pero mi madre me saca de ellos. — Román, ¿me estás escuchando? — Lo siento, má, tengo demasiado sueño. ¿Qué decías? — Que tu hermana se está divorciando. Tú sabías algo respecto a eso. No sabía que se estaba divorciando. Sabía que el estúpido de Gabriel la había engañado y quise ir a partirle la cara. Mi hermana es mi adoración, pero Gabo me pidió que no lo hiciera, que su padre ya la había dejado. Ya veo que no fue verdad, al final, a quien terminó dejando fue a mi hermana. — No, má, no lo sabía. — Es extraño, Gabo siempre te ha tenido mucha confianza. Bueno, eso ya no importa, ahora lo importante es estar con mi bebé. No me quiero imaginar cómo la debe estar pasando. Sonrío, y Sandro también. Si hay alguien fuerte en esta familia, es Victoria, y estoy seguro de que no le corta las pelotas al mierda de Gabriel, solo porque eso es ilegal y es el padre de sus hijos, y ella eso lo respeta demasiado. Viajamos por casi toda la noche hasta que llegamos a casa de mi hermana. Cuando nos abre la puerta, puedo ver su sorpresa y alivio en su rostro. Ingresamos, y me acerco a Gabo. Me abraza y derrama algunas lágrimas. A pesar de que ya no es pequeño, sé que le duele toda la situación que está pasando. Cuando levanto su rostro, lo que veo hace que mi sangre hierva. Lo voy a matar. Lo dejaré casi muerto a ese desgraciado. Lo que un par de tetas hacen. ¡Qué idiota de su parte! Pasan los días después de mi llegada y, efectivamente, no me quedé con las ganas de partirle la cara. Y lo que dije: las chicas solo buscan una cosa, un buen polvo o dinero, y su fantástica novia no era la excepción. Con él tenía el dinero, el muy idiota cambió a una gran mujer que muchos quisieran tener por una zorra que todos tienen en el momento que se le antoje. Después de eso, decidí quedarme con mi hermana. No la quiero dejar sola, y la verdad es que mi trabajo lo puedo realizar desde su casa. Pues ahí fue mi perdición. Encontré a la mujer de la que mi madre habló aquella noche, y definitivamente el karma me lo estaba cobrando con creces. Pues apenas era una chiquilla, estaba mal lo que yo estaba sintiendo. Ella era prohibida, solo tenía 17 años y yo 27, pero lo que esa chiquilla me hacía sentir con solo una plática o cuando me regalaba una hermosa sonrisa, era un pecado. Mis deseos más primitivos se disparaban. Actualidad Veo cómo se abre la puerta de mi oficina y yo perdido, recordando cosas que ya no tienen caso. Entra una mujer preciosa y me sonríe. Es la jefa de Recursos Humanos y mi mejor amiga. — Ni me digas en qué estabas pensando, que lo sé perfectamente. Yo suspiro, porque si ella es una de las pocas personas que conoce mis secretos y también es la que se encarga de estar recordándome constantemente lo idiota que soy. Veo cómo toma asiento y cruza sus piernas. — ¿Qué quieres, Karen? Estoy trabajando. Ella suelta una carcajada y yo solo volteo los ojos. Claro que no me va a creer, me acabo de descubrir soñando despierto. — Sí, lo que digas. Necesito prescindir de los servicios de tu novia. Estoy cansada de sus aires de grandeza, así que dame autorización. Yo solo suspiro, porque esto se pondrá bueno. Pero ya había escuchado chismes en los pasillos de su actitud grosera y déspota, así que con todo gusto yo solo asiento. Ella casi creo que se levanta brincando, viene y besa mi mejilla y sale de mi oficina. Si a Karen no le gustaran las mujeres tanto como a mí, ya la hubiera echo mi esposa. Sonrío y niego de mis propias estupideces.
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