Alana estaba nerviosa, no sabía que esperar de esa reunión, por lo que decidió buscar al rey Lucio.
— Alpha Lucio. — lo llamo cuando lo encontró en la cocina, devorando un trozo de pastel y el mayor le sonrió con la boca llena.
— Hola Alana, disculpa que me veas en esta faceta, pero de pronto se me antojo mucho un trozo de pastel de chocolate… es raro, no lo comía desde que mi Lina esperaba a los trillizos, el medico dijo que eran los antojos de mi Luna, y por nuestra conexión yo los sentía incluso más que ella. — Alana sonrió al escuchar aquello, le pareció lindo que dos personas que se amaran tuvieran tal conexión y compartieran todo, incluso los síntomas de un embarazo.
— Eso es muy lindo. — aseguro dejando salir lo que pensaba y acto seguido se sentó frente al Alpha que la vio un segundo, mientras terminaba de tragar el pastel.
— ¿Qué es lo que te inquieta pequeña luna? — Alana se sonrojo por solo escucharla llamarle de ese modo. — Deberás acostumbrarte. — concluyo el Alpha al adivinar el motivo de su sonrojo. — Como también debes acostumbrarte a que pronto te llamaran reina luna. — Alana opto por solo asentir, no se creía con la fortaleza de discutir aquello con el actual rey, después de todo, ¿Cómo la tratarían de reina? Cuando todos en la manada la habían humillado de una u otra forma, comenzando por sus compañeros.
— Si… — dijo no muy convencida y decidió ir al grano. — Rey Lucio, Edur me llevara a una reunión de redomón esta noche y… tengo miedo de cometer algun error, después de todo, solo sé que Edur es el líder de esa organización… creo que cometí un error al pedirle que me llevara. — termino confesando, porque en verdad tenía miedo de hacer algo que hiciera enojar a Edur, y porque no, tenía miedo de estar sola con el Alpha.
— De eso nada, no debes porque tener miedo, tú eres la luna de Edur, además sé que eres una joven muy inteligente, sabes cuando hablar y cuando no… — Lucio reparo en sus propias palabras y decidido, pregunto. — ¿Por qué nunca dijiste nada de lo que te hacían aquí Alana? — la honestidad en la mirada del actual rey conmovió a Alana, y no le quedo más que sonreír.
— No queria causarle más problemas a la luna, mucho menos a usted… y tampoco queria ver en problema a los príncipes. — confeso en un susurro y Lucio la vio con sorpresa.
— Alana, tu… ¿sentías algo por ellos? — la joven vio al rey, ese mismo que la había tratado bien, cuando nadie lo hacía, y no se sintió culpable por tenerle más aprecio a Lucio que a su propio padre, después de todo, es fácil que te quieran cuando eres sana, perfecta, normal, lo difícil, es que te acepten cuando eres diferente y Lucio y Lina la habían aceptado, además de ofrecerle su cariño, cuando solo recibía el desprecio de los demás.
— Yo… soñaba con ellos. — confeso en apenas un susurro, y sin poder evitar el girar su rostro al ventanal que daba al jardín, la vergüenza no le permitía ver al rey, por suerte o desgracia, ya que, tras él, en el marco de la puerta de la cocina, tres Alphas estaban atentos a sus palabras. — Eran tan perfectos, fuertes, únicos. — en la voz de la loba había cierto anhelo y los Alphas se sintieron aún más optimistas que cuando habían salido a comprar cosas para su luna.
— Definitivamente estas enamorada de mis hijos. — acoto Lucio, pero Alana suspiro con pesadez.
— No lo creo rey Alpha, al menos ya no, antes quizás que fuera así, tampoco sabría decirlo, nunca había sentido por alguien más lo que sentía por ellos, pero… ellos se encargaron de que los sueños se convirtieran en pesadillas.
— ¿Cómo? ¿Qué fue lo que mis hijos te hicieron Alana? — la joven sonrió a la nada, mientras sus Alphas se sentían morir, por distinguir que esa sonrisa era de puro dolor.
— Ya no importa Alpha, solo… solo pesa el no poder dormir.
— ¿No puedes dormir?
— Eso, yo… casi no duermo, no puedo, sus rostros, sus sonrisas y palabras… todo lo que me dijeron e hicieron, se repite cada noche, recordándome porque no puedo solo dejar que me marquen.
— ¿Cómo? — la pregunta de Lucio estaba más que justificada, ya habían notado que Alana era muy delgada, como también eran conscientes de las ojeras que la joven cargaba, pero saber que ella casi no dormía, era otra cosa, pero entonces Osiel se dio cuenta que Alana giraría su rostro y no sería bueno que los viera escuchando su conversación, por lo que, de una rápida jugada, empujo a Otto dentro de la cocina.
— Deja de preocuparte tanto. — dijo el mayor como que en verdad, acabaran de llegar a la cocina, aunque el rey los había olido desde hacía tiempo y Alana los vio de inmediato, al igual que las bolsas que cargaban.
— ¿Y ahora que les pasa? — indago con falso cansancio Lucio, siguiendo la falsa de sus hijos de recién llegados.
— Otto, está preocupado porque Edur llevara a Alana a la reunión de Redomón. — Alana vio a Otto con curiosidad.
— No es porque la lleve. — se quejó Otto, captando lo que su hermano estaba haciendo que no era más que disimular frente a Alana que acababan de llegar. — Solo es el hecho de que quiera ir en motocicleta, puede que aquí la nieve no sea tan visible, pero en la ciudad es otra cosa. — concluyó Otto y Edur se preguntaba cuando dijo que iría en motocicleta.
— No me gustan las motocicletas, hace unos meses casi nos matamos con Benjamín en una… — fue algo natural, el que ella intervenga en una charla, como si estuviera en la universidad hablando con humanos y no en la manada donde siempre la despreciaron, fue eso la que la llevo a hablar y de inmediato tuvo la atención de todos los Alphas, incluso la de Lucio.
— ¿Cómo que casi te matas? — la voz de Edur tembló de solo imaginar que pudo perder a Alana aun antes de pedirle perdón, pues para este Alpha eso era lo importante, si ella lo aceptaba o no como compañero era otra cosa.
— ¿Quién es Benjamín? — pregunto Otto, no muy feliz de saber que su luna había encontrado un compañero de aventuras en el mundo humano.
— ¿Tuviste un accidente y no lo informaste? — Osiel era quizás el único molesto en ese lugar, hasta que abrió su boca y Alana recordó porque no queria estar con ellos y queria regresar con sus.
— Benjamín junto con Gala son mis mejores amigos, son los que me protegieron y cuidaron, cuando ingrese en la universidad. — refuto poniéndose de pie, y Otto supo que ese reclamo iba para él, el Alpha que estaba a cargo de la manada y que, sin embargo, cuando Alana opto por ir a la universidad de los humanos en lugar de estudiar en la manada, Otto sintió que se quitaba un peso muerto de encima. — Y según los paramédicos, nos salvamos de milagro y por llevar el casco puesto, si no, nuestros cerebros hubieran quedado en el asfalto. — aseguro viendo a Edur, respondiendo su pregunta y este palideció. — Y… — Alana había llegado hasta estar frente a Osiel, el gran CEO que enfrentaba a humanos millonarios y aun así se mantenía firme, tembló por solo ver sus ojos y el desdén en ellos. — Trataron de avisarle de mi estado a quien figuraba como mi tutor. — dijo viendo a Osiel, como todos en la cocina lo hacían, pues él figuraba como responsable de Alana en la universidad. — Pero creo que estabas muy ocupado Osiel, como para así sea acercarte al hospital y cerciorarte si aun respiraba. — el mencionado dio un paso atrás y Alana comenzó su retirada, escuchando tras ella pequeños gruñidos y gimoteos, aun no lograba comprenderlos, aun su loba apenas se estaba adaptando a la mente de Alana, no tenía como saber que era una disculpa de sus Alphas, y lo tomo como un aqueja. — Y solo para que no piensen que tengo alguna deuda con el hospital donde me llevaron y donde estuve una semana ingresada… Gala se encargó de cuidarme y Benjamín pago mis gastos médicos.
Y sin más la joven loba salió de la cocina, dejándole en claro a los Alphas que tenían un largo camino que recorrer y que no la ganarían con un par de regalos.
Era casi media noche, cuando Edur abrió la puerta del automóvil, y tomo la mano de su luna, la cual estaba embobada como la joven que era, ya el viaje había sido incomodo, no porque le molestara la compañía de Edur, sino porque no podía dejar de verlo, la forma en la que la chaqueta de cuero negra se aferraba a cada musculo del mayor, como esos botones abiertos de su camisa blanca dejaba ver el comienzo del pecho fornido del pelinegro y que decir de esos jeans, que marcaban la entrepierna del lobo de tal forma que Alana estaba en duda, sin saber si lo que se le marcaba a Edur era el móvil, la billetera o… no, no queria pensar en ello o se sonrojaría una vez más.
— Estas muy hermosa Alana. — susurro el Alpha al tenerla a su lado y de forma posesiva poso su gran mano en la delgada cintura de Alana, haciéndola temblar, pero también provocando que la joven se percatara de algo.
— Estamos vestidos…
— Como pareja. — concluyo Edur mostrando una gran sonrisa. — Te vez sexi con camisa y jeans Alana, muy sexi. — aseguro Edur, observando como la chaqueta de cuero acentuaba aún mas la pequeña cintura de su luna y Alana… estaba tan roja como su cabello y el gorro de lana que Benjamín le había regalado.
Nadie podria envidiar la suerte de Alana, no cuando su lado racional le decía que no queria nada de Edur y su lado lobuno… le pedía el aparearse con el Alpha, por lo que ni siquiera Alana podía estar segura de que pasaría esa noche o las siguiente, ya que cada segundo que pasaba cerca de los Alphas era una continua batalla con ella misma, su lado humano y el lobuno batallaban sin descanso, ¿Quién ganaría? Eso, ni la diosa luna lo podria saber.
— ¿Alana? — la voz de un joven rubio detuvo los pasos del líder de redomón y su luna.
— ¡Benjamín! — la felicidad de su luna solo despertó una cosa en Edur, su furia, porque su luna estaba saltando a los brazos de un hombre, un vampiro, para ser exactos.