Capítulo 10

1707 Words
Alana no era normal, eso Lina ya lo sabía, quizás, siempre lo supo, pero ver al espíritu de loba de Alana acudir a ella de esa forma, solo le dejo en claro algo, Alana era una de tres, y Lina se preguntaba cómo no se había dado cuenta de eso antes, tal vez fue porque en un principio creyó que ella era una de las tres escogida por el destino, ahora sin embargo se daba cuenta que ese no era el caso, sin perder tiempo y sabiendo que sus hijos no se despegarían de Alana hasta que despertara, fue a la biblioteca real, y buscó el pergamino que contenía la leyenda del destino de los tres, mismo pergamino que a los lobos no les interesaba estudiar en lo más mínimo, el saber cómo, y por qué era su enemistad con las brujas y los vampiros los tenía sin cuidado, con el correr de los siglos habían aprendido a coexistir, no se querían, pero al menos se toleraban. — La leyenda de los Tres Destinos. — leyó en apenas un susurro la luna Lina y acto seguido desplegó el antiguo pergamino. —¿Qué es lo que haces mi luna? — indagó Lucio apenas ingresó en la biblioteca. —Busco respuesta a mi Alpha, busco un mínimo de esperanza para nuestros hijos, y la salvación para Alana. —Sé que Osiel no actuó de la mejor manera al retener el dinero que le dimos a Alana, pero no creo que sea algo para preocuparse, después de todo la unión entre compañeros es muy fuerte y todo lo perdona, tú sabes muy bien de lo que hablo. — aseguró mientras dejaba una suave caricia en la mejilla de su luna. —Y con respecto a Otto, Alana comprenderá que por más que estuviera a cargo de la manada algunas cosas incluso se escapan a nuestro entendimiento, más a los de él al ser un Alpha tan joven, creo que simplemente ganará su favor al castigar a los responsables que la han maltratado. — Lina vio con pena a su Alpha comprendiendo mejor que nunca el dicho de los humanos, que no hay peor ciego que el que no quiere ver. — Mi Alpha ¿aún no lo entiendes? ¿tus ojos de padre no te dejan ver lo que mi corazón ya ha deducido? —la luna dejó salir un suspiro pesado y cansado, pero aun así continuó. —Te puedo asegurar que el hecho de que el espíritu de Alana acudiera a ella de esa forma, es prueba suficiente de que nuestros hijos, sus compañeros, han lastimado a esa joven mucho más que lo ha hecho cualquiera en estas tierras. — Lucio solo apretó sus manos incapaz de decir algo, pues su luna pocas veces se ha equivocado. — ¿Entonces crees que Alana los rechazará? —Eso no es una opción y lo sabes mi rey, no solo porque estaría condenando a nuestros hijos a muerte, sino porque ella misma tendría el mismo final que nuestros hijos, después de todo son compañeros y el destino de uno es el mismo que el de todos. —¿Entonces mi luna qué debemos hacer? — preguntó con verdadera preocupación Lucio mientras observaba como Lina abría el viejo pergamino. — En tiempos antiguos, se decía que tres seres de diferentes especies serían elegidos por el destino para formar un lazo indestructible. Un vampiro, con su sed de sangre y su inmortalidad, una bruja, con su conexión con la magia y la naturaleza, y un lobo, con su espíritu salvaje y su conexión con la luna. Se decía que cuando estos tres seres se encontraran, su energía, alma y vitalidad se fusionarían, creando un lazo que no podría ser roto. Y solo entonces, cada uno de ellos adquiriría la fuerza que le correspondía. La bruja despertaría a sus poderes mágicos, capaces de controlar los elementos y doblegar la realidad a su voluntad. El vampiro sentiría la sed de sangre animal que lo impulsaría a cazar y proteger a sus seres queridos. Y el lobo encontraría su espíritu lobo, conectándose con la naturaleza y la luna, y adquiriendo la fuerza y la velocidad de su forma animal. Se decía que este lazo sería indestructible, y que los tres seres serían uno solo, unidos por un destino común. Y que juntos, serían invencibles, capaces de enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Pero también se decía que hasta que este lazo no se formara, la energía de la bruja, el alma del lobo y la vitalidad del vampiro vagaría por la tierra, buscando su destino, sin encontrar la paz ni la plenitud. — leyó Lina en voz alta lo que el pergamino decía. —No lo comprendo mi luna, que tiene que ver la antigua leyenda con Alana y nuestros hijos. —Nada y a la vez todo, mi rey. —Lina realmente me gustaría tener tu poder de comprensión, pero créeme mi luna, que no lo poseo mucho menos tu paciencia. —sí en eso la luna de la manada lo sabía, su Alpha, siempre fue un ser dominante y al cual la paciencia escaseaba Lina lo sabía. — El día que vi a Alana, aquella noche donde ella debía transformarse en loba y no lo hizo, su ser emanaba una luz tan hermosa que me atraía, no lo comprendí en ese entonces pero supe que ya era especial, luego cuando estuvo viviendo con nosotros con el correr de los años esa luz se fue desvaneciendo y mi salud empeorando, fue por eso que cuando ella pidió ir al mundo de los humanos se lo permití, algo me decía que mi salud dependía de su bienestar y no me he equivocado, ahora que ha retornado a nosotros, hoy he visto nuevamente la luz brillar en ella, algo en el mundo de los humanos la hizo feliz, tanto como lo estaba hace años atrás, y algo me dice que esta leyenda tiene algo que ver con eso, ella es una de tres, eso es lo que dice la leyenda un lobo una bruja y un vampiro… —Mi luna eso solo es una leyenda para niños, solo es un porqué para cuando los cachorros preguntan el motivo por el cual no deben hablar con brujas y vampiros. — Eso es lo que crees mi Alpha, porque en verdad lo que yo leo en este pergamino, es que el deseo de la diosa es ver a sus hijos unidos, después de todo ella nos creó, ¿por qué nos odiamos? — No es odio mi luna, es recelo, no se puede confiar en los vampiros, esos seres alimentan de animales y nosotros lo somos en parte, ¿quién te asegura de que no son capaces de beber tu sangre al menor de los descuidos? y las brujas ¿qué decir de ellas? que mediante un hechizo pueden hacerse con tu voluntad…— el Alpha dejó de hablar al tiempo que veía el rostro furibundo de su luna. — ¿Crees eso mí, mi Alfa? y por eso resultaste ser mi compañero. —No, no mi luna, claro que no, no quise decir eso. — se apresuró a decir Lucio, pero ya era tarde, sus palabras ya habían viajado por el aire. — Pues lo has dicho y, solo demuestra ser la razón por la que tus hijos son tan tercos y tontos, durante siglos, quizás milenios, nuestras razas han estado distanciadas, aunque no se le podría echar la culpa únicamente a los lobos, las brujas también desconfiamos de los demás, si no ve a mi hermana, tantos años y aún no me permite poder transformarme en las que una vez fueron mis tierras. — Comprendo tu malestar Lina, pero no está en mí el convencer a tu hermana, tampoco quieres iniciar una guerra contra el reino de las brujas, si de mí dependiera… — Pero no depende de ti Lucio, creo que todo esto depende de Alana. — No comprendo mi luna. —El pergamino lo dice claramente “se decía que hasta que este lazo no se formara, la energía de la bruja, el alma del lobo y la vitalidad del vampiro vagaría por la tierra, buscando su destino, sin encontrar la paz ni la plenitud.” Dime mi Alpha, ¿qué fue lo que vimos en nuestro comedor?, ¿no fue el espíritu lobo de Alana ingresando en ella?, ¿no venía el espíritu lobo del mismo bosque corriendo al encuentro de su dueña?, Alana no olfateó a sus compañeros, nuestros hijos sí supieron que ella era su luna pero Alana no, su espíritu despertó por otra cosa y algo me dice que esa cosa no es más que una bruja y un vampiro que Alana encontró en el mundo humano. — Eso quiere decir… — Que Alana no solamente tiene en sus manos el destino de nuestros hijos, Alana es una de las tres llaves para que al fin los hijos de la luna vivan en armonía. — y mientras Lucio trataba de asimilar todo lo que su luna le había dicho, la puerta de la biblioteca fue abierta con brusquedad. — Rey Alpha. — lo llamó el mayordomo completamente agitado. — ¿Qué sucede? — indagó con sequedad Lucio, pues no se olvidaba lo que él había hecho y cada uno de los responsables de hacer sufrir a la joven loba tendría que pagar las consecuencias y uno de ellos era el mayordomo. — Alana, Alana se transformó en lobo y fue al bosque y los príncipes tras ella. — Rápido llama a los rastreadores…— Lucio dio dos pasos hacia la puerta, pero Lina lo detuvo. — Mi rey, deja que lo que tenga que ser, sea, no creo que nuestros hijos puedan dañarla más de lo que ya lo hicieron y en todo caso Alana ya no está sola, su loba está con ella. Lina tenía razón, Alana ya no era la anormal, la media humana, la inútil y rara de la manada, Alana ahora tenía su espíritu loba, los príncipes la habían reconocido como su compañera, y lo que sucediera de ahora en adelante, solo dependía de ellos, aunque una cosa era segura viviría o moriría juntos.
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