Capítulo 11

1499 Words
Estaba en los brazos de Osiel, con mi cuerpo expuesto, pero a pesar de mi vulnerabilidad, ninguno de los tres alfas me miraba de forma indebida, sus ojos estaban fijos en mi rostro, como si estuvieran tratando de leer mis pensamientos y mis emociones. Me sentí extraña, como si estuviera en un sueño, por un lado, estaba el recelo y la desconfianza que sentía hacia ellos, me habían hecho tanto daño en el pasado, me habían lastimado de tantas maneras. ¿Cómo podía confiar en ellos ahora? ¿Cómo podria perdonar lo que me hicieron? Pero, por otro lado, había algo en mí que deseaba pertenecerles, deseaba encontrar mi felicidad con ellos, deseaba sentirme amada y protegida, esa era la razón por la que tanto anhelaba tener a mi loba, porque deseaba tener a mi compañero destinado a mi lado, cuidando de mí, ser especial para alguien, jamás imagine que resultara ser esto… o, mejor dicho, ellos. Quería poner a prueba si realmente ellos me amaban, si realmente serían buenos compañeros conmigo, pero a la vez, no queria ni siquiera pensar en esa posibilidad, no los queria a mi lado, nunca. Me sentí dividida, como si estuviera luchando contra mí misma, una parte de mí quería huir, quería escapar de ellos y de la atracción que sentía hacia ellos, pero otra parte de mí quería quedarse, quería explorar esta conexión que había entre nosotros. Un pequeño gruñido, aunque molesto, salió de los labios de Edur, mientras Otto se posicionaba frente a nosotros, y Osiel me apretó más fuerte contra su pecho, podía sentir su calor, su piel y la mía estaban en contacto y eso me dificultaba pensar, el sentir su calor y distinguir la fuerza de sus brazos al tensarse, me hacía sentir segura, me sentía protegida, porque algo en mi interior me decía que ellos actuaban de esa forma solo para resguardarme. — Alphas, la reina Lina envía esto. — escuche la voz de una de las empleadas, pero, aunque trate de ver de quien se trataba, solo conseguí ver la espalda de Otto, tan grande y ancha, que por un segundo trague grueso, tenía miedo, me sentía asustada. ¿Qué pasaría si me entregaba a ellos? No, no podía permitir que un segundo de debilidad enlazara mi existencia a los Alphas que tanto me humillaron. — Será mejor que le informes a los demás que no deseamos ver a nadie deambulando por la entrada, escaleras y pasillo de nuestros cuartos, nadie puede ver a nuestra Luna. — la voz en modo Alpha de Otto, me provoca doblar los dedos de mis pies, mientras una sensación extraña recorre mi interior, ¿Qué me sucede? — Es deseo mi luna. — el susurro en mi oído por parte de Osiel me asusta y si no fuera por sus rápidos reflejos, estoy segura de que ya estaría de cara en el piso. — ¿Qué le hiciste? — la queja de Edur no se hace esperar y cuando lo veo venir a mí, con una bata en las manos, solo me pego mas a Osiel, incluso desvió mi rostro, no lo quiero cerca mío, a él menos que a nadie. — Alana. — me llama, y un gimoteo lastimero escapa de mi garganta, inquietándome incluso a mí, no se manejar mi lado animal y eso es más que claro. — ¿Por qué nuestra compañera sufre por solo escuchar tu voz? — algo en la voz de Osiel se siente amenazante, y su ser vibraba, puedo sentir como sus brazos se ajustan bajo mi cuerpo, a la vez que Otto se acercaba… no, Osiel piensa entregarme a Otto, eso solo quiere decir que luchara con Edur. — Me duele el cuerpo. — miento con descaro, es verdad que estoy herida gracias a sus mordidas en forma lobuna, pero, aun así, esto no es nada, el dolor físico es fácil de manejar, al menos para mí, pero no tanto así el dolor emocional, creo que en el ultimo año, ya me había acostumbrado a que mis pensamientos no dolieran, aun así, no quiero causarle más pesar a la luna Lina y al rey Lucio y el que sus hijos se ataquen entre sí, por mi causa sé que les dolerá. — Si no piensas llevarme a mi cuarto, por favor, bájame, Osiel, estoy cansada y adolorida. — ahora es él quien gime con pena, algo que, si alguien me hubiese contado, no lo habría creído. — Lo siento mi luna, creí… — no quiero su ternura ni en palabras, no quiero su favor, ahora que tengo a mi loba, porque se que es solo por eso, mi loba hace la diferencia, ellos no me quieren a mí, ellos no sienten nada por mí, solo por mi loba. — Otto por favor, dame la bata. — es lo único que digo, al sentir como los tres ven mi cuerpo, aunque soy consciente que solo ven sus mordidas en mi piel, solo eso. Por suerte Otto cubre mi cuerpo y el corto trecho hasta la mansión continua, Edur y Otto estaban detrás de Osiel, sus ojos fijos en mí con una intensidad que me hacía temblar. Me sentí como si estuviera en el ojo del huracán, como si estuviera a punto de ser arrastrada por una tormenta de emociones. No sabía qué hacer, no sabía qué sentir. Solo sabía que estaba en sus brazos, y que mi destino estaba ligado al de ellos. ¿Podría encontrar la felicidad con ellos? ¿O sería mi ruina? Solo el tiempo lo diría. Al entrar en la mansión, me percato que la orden de Osiel no fue acatada por todos, bueno, la reina Lina no se podria comparar con la servidumbre y mucho menos tendría porque obedecer una orden de su hijo, aunque debo reconocer que me sentí un poco abrumada por estar desnuda en brazos de Osiel, aunque estuviera cubierta con la bata, pero mi atención se centró en la luna Lina, que se acercó a mí con una sonrisa cálida, como siempre. —Alana, ¿cómo te sientes? —me preguntó, mientras me examinaba con ojos preocupados, más al ver mis heridas. —Estoy bien Luna, gracias por preocuparse. —respondí, tratando de ocultar mi dolor y mi cansancio. —No, no estas bien, no mientas. —intervino Osiel— Necesitas que te curen esas heridas. — agrego, como si no fuese él uno de los responsables de que estuviera de este modo, estoy segura de que la luna Lina noto mi incomodidad ante sus palabras. —Sí, por supuesto que Alana necesita que la curen, pero esos no serán ustedes, yo me encargare de mi cachorra. — las palabras de la reina me hicieron sonreír, ¿en verdad me veía como su cachorra? Me gustaría pensar que así era. — Nosotros… — Nada Otto, solo llévenla a la habitación y desaparezcan de mi vista. — la luna esta enfadada con sus hijos, al menos no está enojada conmigo. Los alfas se miraron entre sí, y pude sentir su descontento. Pero Lina no les dio importancia, aunque yo me asombre al notar el cuidado con el que Osiel me dejaba sobre las mantas de mi recamara. — Descansa, Alana. — dijeron casi a coro, los Alphas, pero no respondí, no deseaba hacerlo. Una vez que estuvimos solas, Lina comenzó a curarme las heridas con una habilidad y una ternura que me sorprendieron. —Alana, querida, ¿puedo preguntarte algo? —me dijo, mientras trabajaba y los colores se me subieron al rostro, ella no pensara que me aparee con sus hijos ¿verdad? es decir, sería lo normal, si no fuera que no quiero a mis compañeros. — ¿Tienes amigos en el mundo humano? ¿Cómo se llaman? ¿Quiénes son? — podria jurar que casi me desinflé de puro alivio al exhalar el aire que no sabia que había retenido, y me sentí cómoda respondiendo a sus preguntas. —Sí, tengo amigos, en especial dos mejores amigos. —dije lo que sentía, porque era verdad que conocía a más personas, tenía más amigos, pero solo dos en mi corazón. — Se llaman Benjamín y Gala. Son muy buenos conmigo. — Lina me miró con interés. —¿Y son... humanos? —preguntó, con una pausa— ¿No son... seres sobrenaturales? ¿Vampiros o brujas, quizás? — Me sentí confundida con su pregunta, mi cabeza se fue a un lado aun sin desearlo. ¿Por qué Lina pensaría eso? Benjamín y Gala eran humanos, ¿no? —No, no. —respondí, un poco desconcertada— ellos son humanos. ¿Por qué lo pregunta? — Lina me miró con una sonrisa suave, pero pude ver una sombra de curiosidad en sus ojos. —Solo curiosidad, no te preocupes, Alana. Ahora descansa y no te preocupes, nadie te molestara. Queria creer en sus palabras, pero sabía que era algo imposible de cumplir, mi tranquilidad no estaba en sus manos, tampoco en las mías.
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