Capítulo 28

1882 Words
La mansión en el corazón del bosque resplandecía bajo la luz cálida de docenas de lámparas de araña suspendidas en sus vigas de madera tallada, los muros estaban adornados con tapices antiguos que narraban historias de reinos olvidados, mientras un fuego crepitaba en la chimenea de mármol, proyectando sombras danzantes sobre los pisos de madera pulida, la opulencia no había sido relegada a los castillos; aquí, en esta aislada pero majestuosa residencia, cada rincón hablaba de una riqueza atemporal y elegante. El comedor, con sus largas mesas de roble oscuro, estaba dispuesto para un banquete, con vajilla de porcelana fina y cubiertos que brillaban gracias a la plata con la que habían sido fabricados, pues a diferencia de lo que se decía en las leyendas, a los hombres lobos no les afectaba la plata, al menos no a estos hombres lobos. Los grandes ventanales ofrecían vistas al bosque circundante, donde la luz de la luna se filtraba entre los árboles, añadiendo un brillo plateado al ambiente cálido y acogedor del salón, la mesa estaba decorada con candelabros de cristal que reflejaban tenues destellos, complementados por ramos de flores silvestres cuidadosamente arreglados, como un recordatorio de la conexión entre la naturaleza y aquella elegancia desbordante. Los hermanos estaban sentados alrededor de la mesa, con un aire de informalidad que contrastaba con la opulencia del lugar, sin embargo, su atención no estaba en la comida, sino en Alana, quien ocupaba un lugar al lado de Osiel, era como que con los días fueran rotando, aun sin darse cuenta, quizás era la conexión ya establecida entre los hermanos, como en aquella primera cena, Alana fue destinada a sentarse al lado de Edur, quien era arrastrado por la culpa de sus acciones pasadas, esta noche, se le otorgo el lugar al lado de Osiel, quien estaba más que inquieto por lo ocurrido ese día en las empresas. La mesa estaba llena de platos magníficamente decorados y manjares que parecían obras de arte, el rey Lucio y la reina Lina ocupaban sus lugares al final de la mesa, todo parecía tranquilo y majestuoso, hasta que la cena tomó un giro inesperado. Osiel levantó la vista de su plato, su mirada fija en la sirvienta que estaba sirviendo vino. —¡Detente ahí mismo! —La sirvienta se congeló en su lugar, confundida y nerviosa, Osiel casi no opinaba en las cosas de la manada, lo suyo eran las empresas en la ciudad, aun así, era el mayor de los trillizos, su voz de mando era imposible de ignorar o minimizar. — ¿Qué clase de cubiertos le han puesto a Alana? ¡Esto es inaceptable! ¡Nuestra luna, necesita cubiertos de oro, no estas cosas mediocres de plata! —exclamó, golpeando con un dedo la mesa para subrayar su punto. — La sirvienta, visiblemente nerviosa, comenzó a recoger los cubiertos con rapidez y Alana, que había estado a punto de beber un sorbo de su copa, dejó escapar una risa contenida, todo por ver a la sirvienta que tiempo atrás, la enviaba a dormir a los establos temblar a su lado. —Osiel, esto no es necesario… — comenzó a decir la pelirroja, tratando de recordar que no estaba bien disfrutar de las desgracias ajenas, pero Osiel, con una sonrisa apenas visible en los labios, tomó so mano y dejo un suave beso en ella, provocando que las mejillas de Alana enrojecieran tanto como su cabello. —Claro que lo es, mi luna, tu mereces mucho más que esto. — Edur, que no quiso quedarse atrás, miró con atención la copa que tenía Alana frente a ella y cuando la sirvienta regreso corriendo con los cubiertos de oro que Osiel ordenó poner, chasqueó la lengua, llamando la atención de la joven. —¡Y la copa! ¿Qué es esta cosa ordinaria? ¡Alana necesita una copa de cristal que resplandezca tanto como su sonrisa! — dijo casi a grito, y se inclinó ligeramente hacia la sirvienta, que ya estaba al borde de las lágrimas. —Si quieres conservar tu puesto de trabajo, tráele algo que esté a la altura de su presencia, y rápido. — ordenó chasqueando los dedos, como si estuviera tratando con un perro, y Alana se cubrió la cara con las manos, claramente avergonzada pero divertida al mismo tiempo. —No puedo creer que estén haciendo esto… —murmuró entre risas, mientras Otto, con un destello de complicidad en los ojos, se levantó de su asiento y llamó al chef, que apenas había terminado de servir el último plato. —¡Chef! —gritó Otto, con voz teatral, y Alana abrió sus ojos con sorpresa. — ¿Qué estás intentando hacer? ¿Servirle comida fría a Alana? ¡Esto es un ultraje! — Otto miró a Alana con una sonrisa burlona y añadió. — Nuestra futura luna merece que su comida esté perfectamente caliente, recién salida del fuego. ¡Hazlo otra vez, y esta vez asegúrate de que sea digno de ella! — gruño dejando ver sus ojos de lobo. El chef asintió rápidamente, pero no pudo evitar lanzar una mirada de desesperación hacia los demás sirvientes, quienes estaban en constante movimiento para cumplir con las demandas extravagantes de los príncipes, y por supuesto que, entre tanto caos, Alana no podía contener más su risa. —¿Están haciendo esto para vengarse de los pobres sirvientes? —preguntó, con ojos brillantes de diversión, porque no podía sentir pena por quienes le sirvieron comida en mal estado, o por las sirvientas que no la dejaban dormir en un acama cuando los reyes no estaban en la mansión. —No es venganza, Alana. — dijo Osiel tan cerca de ella, que podía sentir como su aliento acariciaba su cuello. — Es justicia poética, nunca más, mi luna, ni ellos, ni nosotros, ni nadie, nunca más... Nadie descuidara o acosara a nuestra futura luna sin enfrentar consecuencias. — Alana trago grueso, sin ser capaz de mover ni un musculo, porque había algo en la voz de Osiel que la incitaba a ronronear, a querer lanzarse a sus brazos, y lo único que la detenía de hacerlo, era el estar viendo a los reyes y como sonreían al caos que sus hijos habían generado, al parecer estaban muy complacidos con todo eso. —Además —añadió Edur, guiñándole un ojo y ocasionando que la temperatura de Alana incrementara. — Esto es apenas un ensayo, cuando seas nuestra luna oficial, será aún más exagerado. La reina Lina, que había estado observando todo con una mezcla de sorpresa y placer, se inclinó hacia el rey Lucio. —Nuestros hijos no dejarían cabos sueltos, parece que están dispuestos a proteger a Alana a toda costa, incluso si eso significa hacer que todo el personal del palacio pierda la cabeza esta noche. — El rey Lucio rio entre dientes y asintió. —Es bueno verlos tan unidos, significa que esta cena no solo trata sobre bromas o exageraciones, sino también sobre su compromiso con ella y con ellos mismos. — al fin, se dijo Lucio, luego de tantos años en los que sus hijos peleaban por todo y nada, ahora trabajaban juntos y todo era por Alana, su luna. La escena continuó con demandas cada vez más absurdas, como cuando Otto pidió que cambiaran las servilletas porque “no combinaban con la elegancia de Alana”, mientras que Edur sugirió que se trajera una silla completamente nueva, porque la actual no era lo suficientemente cómoda para su luna, y Osiel, por su parte, ordenó que las lámparas se ajustaran para que la iluminación resaltara aún más el brillo en los ojos de Alana. Y un así, a pesar del caos, Alana estaba visiblemente emocionada, aunque los príncipes estaban siendo claramente teatrales, había un cariño genuino detrás de sus acciones, cada exigencia, cada orden exagerada, era una muestra de su compromiso con ella, de su deseo de asegurarse de que se sintiera amada y protegida y por supuesto, de que cada sirviente comprendiera que las cosas solo irían a peor si cometían el más mínimo error con la pelirroja en un futuro. Cuando la cena finalmente terminó, y los sirvientes agotados comenzaron a retirar los platos, Osiel tomó la mano de Alana, al percatarse que ya estaba lista para partir al bosque con Otto a practicar el dejar salir a su loba. — La despedí, Alana, despedí a la secretaria. — dijo con un poco de desesperación, mientras Lucio y Lina se retiraban, dejando a sus hijo y a su luna solos. — Juro que no fue mi intención… — Lo se. — lo corto Alana al tiempo que sus ojos fueron a un lado. — Tal parece que aun te quedan energía Iris. — la voz de Otto resonó por el lugar, dejándole en claro a Osiel que una de las sirvientas aun permanecía en el comedor, y no sería nada bueno que ella o cualquier integrante de la manada, supiera que Alana fue a parar al piso porque uno de sus Alpha decidió defender a una humana en lugar de a ella que era su luna, lo más importante que debería de tener. — No, no es así Alpha, yo solo… estaba esperando que se me permitiera retirar. — solo entonces, Edur recordó que entre las cosas absurdas que habían ordenado durante la cena, estaba el hecho de que le ordeno a Iris el quedarse de pie en una esquina por si alguna miga caía cerca de Alana y debía limpiar el sector de inmediato. — Largo. — gruño Osiel y a Iris los pies se le hicieron cortos para correr de regreso a la cocina. — Alana. — la llamo con voz casi agónica, todo porque su luna ya se había puesto de pie, y comenzaba a alejarse de él. — Sé que la despediste, se tus razones para actuar como lo hiciste, Edur me lo explico. — dijo con calma la loba, ya casi llegando a la puerta principal. — Pero eso no cambia el pasado Osiel. — esa frase congelo a los tres Alphas en sus lugares, con el corazón latiendo en sus oídos. — La droga perdió efecto en el momento que me besaste. — declaro, sin vergüenza alguna, dejando sorprendidos a los trillizos, porque eso queria decir que ella se había entregado a Osiel porque así lo quiso. — Quise olvidar el pasado y darnos una oportunidad de tener un buen futuro, pero pusiste tus responsabilidades, sobre mí, que se supone soy lo más importante para ustedes… — Alana. — la desesperación era palpable, porque si ella los rechazaba morirían y aun así eso no le importaba porque ya se sentía muerto por solo escuchar cómo se sentía su luna, por escuchar la verdad del error que había cometido. — Es lo último que te perdonare Osiel, un error más… y estas fuera. —¿Que? — la voz del Alpha le fallo, y no era para menos. — Osiel, eres CEO, sé que eres inteligente, saca cuentas…Tú tienes una luna, y yo… tengo tres Alphas, no quieras poner a prueba cual de los dos puede seguir con vida ante un rechazo. Alana giro sobre sus pies y retomo su caminar, tranquilo, sexi para Edur, cargado de poder para Otto, y doloroso para Osiel.
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