Viernes 03 de Agosto de 2012
Ciudad de Fantell | Zona de residencia estudiantil.
Peach no ha salido de la cama desde el miércoles que llegamos del Campus. La universidad estuvo cerrada todo el día de ayer por las investigaciones criminalísticas, la policía interrogó a muchos de los estudiantes presentes en la fiesta de bienvenida, sobre todo a aquellos que estuvieron más cerca de la escena del crimen. El portal de noticias de la universidad mostró un reportaje en donde Draco Hudson y Susana Twing al ser los líderes de la élite universitaria ofrecían palabras de condolencia a los familiares de Katherine Díaz.
Y sobre Katherine... resulta que era estudiante de Comunicación Social, becada al 100%, acababa de iniciar el tercer año de la carrera, y era de Tullie, una forastera como yo. Su familia debe estar devastada, con una hija asesinada a miles de kilómetros y miles de preguntas que nadie responderá.
Por las fotos que mostraron de ella en el portal se trata de la misma chica con la que me topé el miércoles temprano en los pasillos de la universidad, la mejor amiga de Kelsey Bale. Ambas muertas ahora.
Lo declararon homicidio, y ahora se abrieron investigaciones para encontrar al asesino. Un horror.
—Hoy se regulan las clases, Peach, arriba.
—No quiero ser degollada, gracias. —Responde cubriéndose hasta la cabeza con su cobija.
Bufo.
Son las siete y seis de la mañana y me estresa estar lista para irme a clases y que Peach siga con su trasero refugiado en la cama porque es una gallina.
—Nadie te va a cortar la cabeza, de seguro esa chica tenía problemas con alguien y poom: venganza.
—Qué horrible venganza.
Sí, horrible, pero ya a la v***a, que deje el drama.
—Ya sal de la cama, Peach. No seas cobarde, si te quedas aquí sola será peor.
La morena asoma su cara entre las sábanas y me observa como perrito asustado.
Sí, ya me ha repetido cientos de veces que es primera vez que ve algo así, pero ya. Yo también vi a la chica decapitada y no me estoy muriendo del susto como una llorona estúpida, estoy de pie y lista para continuar con la vida. Cada día muere gente, sea por motivos naturales u ocasionados y si nos detuviéramos por miedo entonces el mundo jamás avanzaría.
—Cierto, si me quedo aquí el asesino puede venir a buscarme.
Ruedo los ojos fastidiada.
Ay no.
La veo brincar de la cama y empezar a vestirse con premura.
Ay, Diablo, que ridícula es Peach. Maldíceme y dame paciencia para soportarla y no matarla a media noche mientras duerme.
Ambas salimos de la casa a las siete y veinte de la mañana, es tarde pero sinceramente me da igual, con llegar a clases tengo. Como Hannah y Patrick no aparecen nosotras nos vamos caminando, a pie son treinta minutos hasta el campus y que la morena vea a la gente llevando sus vidas con normalidad a nuestro alrededor va a ayudarla a superar la trágica escena de Katherine degollada que tiene clavada en la mente.
Un auto se detiene a nuestro lado, es n***o y elegante. Peach se asusta y me aprieta la mano, halándome con ella para que avancemos más rápido.
—Nos van a matar.
Lloriquea, me sacudo un poco para soltarme. Nadie va a matarnos y mucho menos a esta hora con tanta gente cerca.
—¡Hola, Harper! —Bajan el vidrio del auto, es Leah. Me saluda muy animada.
—Es Leah, Peach, deja el drama o voy a dejarte aquí tirada.
—Vamos, las llevo. —Sonríe tranquila desde adentro.
Ambas subimos, Peach atrás y yo adelante en el asiento del copiloto.
—¿Cómo están? ¿Qué tal llevan la tragedia?
Su voz suena tranquila, acelera el vehículo. Hoy va vestida con un suéter cuello alto y unos shores, todo de color n***o. Lleva un delineado grueso del mismo color y los labios rojos.
—Yo bien, pero ya ves a Peach, ni ir al baño sola puede ya por el miedo de que aparezca el asesino de Katherine y le corte la cabeza a ella también.
—Tranquila, tesoro. La policía se va a encargar de eso, además la ciudad es muy pequeña, el desgraciado ese no va a durar mucho tiempo escondido.
Opino exactamente igual.
—Lo que me impacta es que esa chica era... No merecía morir y mucho menos de esa manera. —Peach responde afligida— Kat era...
Y se calla.
—¿La conocías? —pregunto.
—Era imposible no conocerla, era la mejor amiga de la zorra de Kelsey.
Esa que habla es Leah.
—Kelsey era líder estudiantil, era buena en eso, en lugar de estudiar periodismo debió estudiar Ciencias políticas. Era una maldita zorra asquerosa, y a cualquier lugar que asistía Katherine iba con ella. —Sigue— Katherine se hizo popular gracias a su amiga, supongo.
—Sí, y cuando Kelsey se suicidó todo cambió para ella. Ya no asistía a eventos importantes de la universidad de líderes estudiantiles, no se reunía con nadie importante, ya no era nada. —Peach la secunda— Lucía siempre triste y a la defensiva, como si le temiera a todos. No merecía morir así, de una manera tan horrible, debe haber sufrido ¿Sabes lo que es que te corten la cabeza a sangre fría? ¿Siquiera estaría ya muerta cuando la degollaron? ¡Uy no!
Sólo un enfermo mental haría algo así.
—No tenía idea de que Kelsey fuese tan importante dentro de la universidad.
Leah se encoje de hombros restándole importancia a la popularidad de la muerta, y Peach asiente.
Al llegar a la UFA mi roomie se despide y Leah y yo caminamos juntas hasta nuestra escuela. Ella comienza a hacerme preguntas sobre mi horario para saber si tenemos alguna clase en común, también me pregunta por mi sección, dice que no le agradan la mayoría de sus compañeros, que casi todos son de afuera y que la mantienen a raya por ser una Hudson. Al revisar mi horario me doy cuenta de que casualmente tenemos Inglés I en la misma sección así que ambas celebramos porque nos veremos el próximo lunes de ocho a once de la mañana. De igual manera me cuenta que siempre ha soñado con ser actriz y yo como consejo a modo de broma le suelto que no siempre puede vestir de n***o si quiere cumplir su sueño.
Es mera joda, y lo digo porque en algún momento tendrá que usar ropa colorida para hacer de algún personaje. Y para ser chocante y sacarle conversación.
—¿Qué te hace pensar que sólo tengo ropa negra?
—El miércoles vestías de n***o y hoy también, te puedo apostar que hasta tus bragas son negras. —Suelto, sin tanto rodeo.
Se encoje de hombros con una sonrisa.
—Sí.
Lo sabía.
Se engancha a mi brazo en un gesto de mejores amigas por siempre y eso me hace sonreír, porque Leah me agrada. Creo que sí seremos buenas amigas.
A las dos de la tarde estoy sobre el escenario del teatro central de la universidad de Fantell. Sostengo el libreto en mi mano derecha, me lo dieron hace diez minutos y tuve que memorizarlo todo como pude, las audiciones aquí son algo rudas, pero nada que yo no pueda hacer o controlar.
Me vine corriendo al salir de clases para presentar la prueba y entrar a la obra de la competencia artística interfacultad, hice una larga fila por dos horas, estuve a punto de irme y si no es por Leah que me convenció de que no lo hiciera ya estaría en la residencia. Ahora ambas estamos en el mismo grupo de prueba.
—Harper, Joan, Leah y Trish, a la izquierda. Carter, Paola, Pamela y Tommi, a la derecha. Un paso al frente quienes harán de Jazmin.
Leah es quien avanza de mi grupo.
—Te vemos. Uno, dos, tres, ¡Acción!
La pelinegra se apoya en su libreto, al igual que vimos hacer a los integrantes de los grupos pasados. Todos lo han leído porque es sumamente complicado aprenderte tanto texto en pocos minutos. Y también debe ser un filtro: ponerle dificultad a la audición y ver quién lo hace mejor.
Me encanta.
Amo los retos.
Mi nueva amiga comienza con su presentación y me impacta la manera en que transmite tanto sentimiento, ella aplicó para ser la protagonista de la obra. Jazmin es una chica dulce, sencilla y amorosa, y aunque Leah con su ropa negra y facciones duras parece ser todo lo contrario realmente logra transmitir todo lo que se espera en Jazmin según la descripción. Cuando termina nadie aplaude, nadie dice nada y yo estoy segura de que lo ha conseguido.
Ese papel será suyo.
Luego es el turno de la chica del grupo contrario, no lo hace nada mal, pero para ser de segundo año no tiene nada impactante.
—Paso al frente quienes harán de Popig.
Joan y Tommi avanzan.
Ninguno de los dos me convence, afuera mientras hacía la fila ambos no dejaban de vociferar sobre los miles de cursos y máster class en teatro que habían hecho durante las vacaciones. Dos estudiantes de tercer año con demasiado ego y poco talento.
Típico de los niños pijos.
Veo la participación del resto de los chicos sobre el escenario hasta que es mi turno. Dentro del auditorio hay profesores de teatro, estudiantes de años superiores que están presentes como jurados y la directora de la obra de este año por la escuela de Artes. Detrás del escenario están los siguientes dos grupos, y a través de la puerta principal se ven a los chicos que esperan para entrar.
Doy un paso al frente al igual que Paola, mi contrincante.
La estudiante del equipo contrario va primero. Ambas aplicamos para ser Van Der Fild, la villana de la obra, una mujer narcisista, soberbia y con desórdenes mentales que planea asesinar a Jazmin. La escena que a ambas nos toca ejecutar en la prueba muestra a una Van Der Fild enloquecida, luchando con los murmullos de su cabeza porque todos los planes en contra de la protagonista han fracasado.
El libreto comprende diez hojas a reventar de párrafos.
Complicado pero interesante.
Paola termina y en definitiva es una buena rival para el papel, Leah me regala una sonrisa de ánimo y yo dejo el libreto en el suelo. Seré la única estudiante en presentar la prueba sin apoyarme en ese montón de hojas, eso parece impresionar a algunos de los profesores.
Es mi turno ya y voy a romper esto.
Me coloco en medio del escenario, cierro los ojos y respiro profundo un par de veces buscando concentración.
—No, no, no. —Empiezo, son murmullos bien proyectados— Shuu... No.
Mantengo los ojos cerrados.
—Es imposible porque yo... —Dejo las palabras al aire, toso un poco para dar aspecto de desesperación, abro los ojos y algunas lágrimas se deslizan por mis mejillas— ¡Maldita sea! Maldita, maldita Jazmin... No, no, shu...
Doy varios pasos hacia adelante, para que el reflector dé de lleno en mi rostro. Las lágrimas siguen cayendo y me llevo las manos al pecho, con muchas emociones que van a explotarme dentro, llena de desespero. Tiemblo un poco y grito, grito llena de frustración, es un alarido que se mezcla con llanto y rabia.
Un grito que expresa terror y odio.
Porque Jazmin no puede salirse con la suya, porque yo soy la puta Van Der Fild y voy a matarla así deba morir yo también. Porque los susurros en mi mente me están sofocando. Me cubro los oídos, asustada por las voces que me atormentan.
—¡Cállense! NO, NO VOY A IRME. NO QUIERO IRME, NO SIN ANTES... —Hiperventilo un poco con lágrimas en los ojos, mis manos tiemblan— Jugar al juego de... del cazador.
Convierto mi voz en la de una niña para dar ese aire de locura total, y río con las lágrimas cayendo aún. Es una risa infantil que con los segundos se vuelve escalofriante. Mi cuerpo se sacude tras una corriente eléctrica que me avisa los límites de mis juegos, porque me estoy metiendo demasiado en el papel y empiezo a asustarme, volteo en todas las direcciones buscando un rostro conocido que sirva de punto neutro para mí, miro a Leah quien me observa boquiabierta, tiene las manos apretadas.
—Cállate, no soy una fracasada, no soy... una...
Trago saliva.
Harper, cuidado.
No te acerques demasiado al fuego.
Mátalos a todos.
Me cubro los oídos, esta vez en serio. Las voces en mi cabeza retumban tanto que caigo de rodillas al suelo, con una presión en el pecho que amenaza con dejarme sin aire. Respiro profundo, intentando calmarme.
—Ya, basta, por favor. —Susurro.
Te arrebataron lo único que tenías.
Mátalos.
Mátalos.
Mátalos a todos.
Empiezo a llorar de verdad, y me abrazo a mis piernas intentando tranquilizarme. Esto no puede estar pasando justo ahora. No, no ahora que necesito estar enfocada, no ahora que debo mantenerme firme, pero no puedo controlarme. Y no puedo salir de este maldito trance aunque necesite hacerlo ya.
Las voces en mi cabeza me llenan de sufrimiento, y exploto en furia, una furia incontenible y asesina que me vuela el sentido común por breves segundos en los que grito, porque nada puede arruinarme. Nada puede destruir todo lo que he logrado, nada va a hundirme, ni siquiera yo misma, eso no lo permitiré. Nunca.
—¡BASTA! —Grito con todas mis fuerzas y abro los ojos, ni siquiera sabía que los había cerrado. Todas las miradas están sobre mí, los espectadores lucen medio descolocados.
Mi pecho sube y baja, estoy agitada. Me sacuden algunos espasmos nerviosos.
Y por suerte recuerdo las últimas líneas de mi escena.
—Soy la maldita Van Der Fild, y... Tengo un poco de sed.
Me río, alterada e hipando.
Como una desgraciada demente que ha perdido todo el sentido.
Como la mujer que se supone debo interpretar, chiflada, alterada, risueña, divertida, asustada, en agonía y llena de tantos sentimientos que una corriente me sacude con más fuerza. Es real, pude entrar por un momento en la mente de Van Der Fild y ponerme en sus tacones, llorar sus lágrimas, sufrir sus desgracias. La pasión con la que actuamos a veces nos hace sentir tanto que al final no diferenciamos lo que somos realmente de lo que interpretamos, y debo tener cuidado con eso.
Sobre todo si no quiero arruinar lo que he logrado.
Con eso se supone que termino. Escucho aplausos detrás de mí, volteo y veo a Leah brincar como una loca emocionada y orgullosa, algunos de los chicos del jurado asienten dando aprobación.
—Cambiaste las líneas de tu escena. —Habla uno de los profesores, se ve indignado por la mueca de su cara.
Sigo agitada, respirando muy rápido. Pongo mi mente en blanco, trago saliva y me concentro en los recuerdos de aquellas olas del mar rompiendo contra la orilla, mamá jugando con mi hermana y conmigo, las cenas en familia y todo aquello que tanto extraño y que me hace estar en paz, hasta que vuelvo a mi normalidad y me doy cuenta de que he perdido los papeles frente a un montón de personas y nadie se ha dado cuenta de ello.
—La quiero en mi obra. —Habla la directora— Harper, bienvenida al equipo.
¿Qué?
Al principio parpadeo muchas veces, intentando conectar las palabras para entrar en contexto. Hasta que comprendo que seré Van Der Fild.
Y sonrío emocionada.