Cuando Aitana se deshizo del nudo en su garganta con un trago de su Martini, miró a Rachell fijamente, impidiendo que las lágrimas se escapasen de sus ojos. ― Es que ni siquiera sé cómo contarte esto, Dios. Te haré una pregunta antes. ¿Tú qué sabes de los negocios de Jordi? Tú eres como su mano derecha, ¿has visto algo raro en ello? ¿En qué negocio sucio está metido mi esposo? ―Aitana bombardeó a Rachell con todas las preguntas a la vez, aquello dejó a Rachell fuera de base, no esperaba lidiar con una pregunta de esa magnitud. Su rostro se desencajó rápidamente, pues la había tomado por sorpresa, sabía que su mejor defensa era fingir no saber de qué hablaba Aitana, aunque muy en el fondo, parecía que sabía más de lo pensado. Rachell tomó un sorbo de su trago,

