Enséñame a Seducir

Capítulo 10; Merecedora de un premio.

El timbre de la casa anuncia nuevos visitantes. Patricia, se apresura a abrir, aunque se muestra serena y educada, Irina puede ver en sus ojos el desprecio que le profesa, la odia, la detesta, y ella solo puede sentir pena por aquella frustrada mujer, es evidente que tiene deseos fuertes hacía el maestro, es una tonta, jamás debió enamorarse, ella misma ha sellado su desgracia, cuando Patricia regresa, trae con ella a cuatro personas. Un hombre maduro y atractivo, es rubio, elegante, con cabello castaño y hermosos ojos verdes, una mujer elegante y muy hermosa, de cabellos dorados y profundos ojos azules una chica de unos catorce años de largo cabello rubio y ojos verdes que al parecer es bastante tímida, y por último un chico deslumbrantemente guapo. Está distinguidamente vestido con su traje, una sonrisa pintada en sus labios, una boca perfecta, unos ojos azules muy profundos y dulces, y un rubio cabello que parece oro en hebras.

—Buenas noches— dijo el hombre maduro.

—Buenas noches Julián, que gusto recibirte junto a tu familia. Irina—se dirigió a mí— ellos son mi buenos amigos, la familia Graham, Julián y su esposa; Lilibeth, ésta hermosa chiquilla es Lilian y éste chico es Tobías— dice con mucha amabilidad.

—Mucho gusto, es un agradable placer conocerles— mi voz dulce llega hasta ellos y genera sonrisas en sus rostros.

—Ella es Irina Roberts— interviene el Maestro— es mi protegida y actualmente vive en ésta casa— Las palabras del maestro son serenas y firmes, y no deja de sonreír.

Todos exclaman lo bueno que es conocerme. Tobías, se acerca y sostiene mi mano entre la suya, me mira directamente a los ojos, debe tener unos veinte años. Le correspondo el gesto y permito que mis ojos permanezcan pegados a los suyos. Luego sonrió tímidamente y aparto la mirada en gesto coqueto, Tobías, besa mi mano con gallardía.

—Eres hermosa, Irina— me dice y su voz es suave pero profunda, además es una voz muy segura.

—Muchas gracias, Tobías.

La cena se lleva a cabo con éxito, todos conversamos alegremente y me incluyo en los diversos temas que tratan, intentando recordar cada clase que he recibido, los presentes parecen estar absortos por mi conversación, pues sus ojos llenos de admiración están fijos en mí.

—Esta jovencita es impresionante— dice el padre de Jhon.

—Creo que será una excelente mujer de negocios.

Jhon, me mira sonrojado y conversa tímidamente conmigo. Tobías, por el contrario es abierto, no intenta disimular su coqueteo, se sienta junto a mí. Siempre pregunta algo, gasta bromas y me hace reír, al rato me relajo y disfruto plenamente de la velada.

Cuando llega la hora de la despedida, les acompañamos hasta la puerta y les despedimos sonriendo y diciendo lo gustosos que estaremos de recibirle nuevamente. Tobías, sostiene mi mano con firmeza y hasta se inclina y deposita un beso en mi mejilla, El Maestro ríe un poco y siento que posiblemente esté ruborizada en este preciso momento, sin embargo alzo mi rostro y beso la comisura de la boca de Tobías, él me mira sonriendo y luego todos se marchan.

—Eso fue excelente— me alaba el Maestro— has estado maravillosa esta noche, te dije que no me defraudarías— me dice con orgullo cuando ya estábamos en la sala, estoy tan feliz de haber cumplido con el objetivo y de hacerlo sentir satisfecho. Él se sienta en un sofá y yo me quedó de pie mirándole— Jhon y Tobías, soñaran contigo esta noche, Julián y Roberto; te adoran, han quedado prendidos de ti, y las mujeres quieren tener una hija como tú. Seducir es una arte que manejas bien— me dice en forma de halago y yo siento como mi pecho se expande orgulloso por haberle logrado.

Entonces una loca idea viene a mi cabeza.

¿Podré usar mis tácticas de seducción con el Maestro?, Si me lo propongo, ¿podría seducirle?, ¿hacerlo caer en mis redes?, ¿Es posible?

Le miro fijamente a los ojos. Sonrío y me acercó a él contoneando mis caderas.

—Gracias por el cumplido, Maestro.

—No es más que la verdad, Cariño. Te desenvuelves con facilidad, las personas a tu al rededor quedan embelesados con tu belleza, es como si tuvieses un imán carismático y persuasivo para todos.

Me detengo frente a él y sin pensarlo más me siento sobre su regazo con un gesto rápido, pero delicado y seductor. El maestro ni siquiera se inmuta, pero percibo que sus ojos se han oscurecido un poco, sonríe y entonces imagino que me puede estar viendo como una tonta jovencita en un intento de seducción. Pero recuerdo las populares frases;

“El alumno es muy capaz de superar al maestro”

“Quién no arriesga, ni gana, ni pierde”

Yo estoy dispuesta a arriesgarlo todo, para poder ganar, no tengo deseos, ánimos o intenciones de perder.

Entonces sonrío, quizás sea posible doblegar al Maestro, eso sería sin lugar a dudas la mayor prueba de que puedo ser lo que el maestro quiere, que sus enseñanzas de seducción sin lugar a dudas darán maravillosos resultados y yo me convertiré en una consumada seductora, él dijo que puedo obtener lo que quiera y que ningún hombre se resistiría a mis encantos, y puede que él sea Mi Maestro, pero a fin de cuentas también es un hombre, y se supone que debo tener a los hombres sumisos, manejables y al alcance de mi mano.

—Si me he portado tan bien, quiere decir que merezco un premio— siento que rodea mi cintura con sus manos cálidas, el calor atraviesa la tela y comienza a calentar mi piel, justo allí donde él me toca.

—Mmmm... pudiera ser, Irina, quizás si seas merecedora de un premio— veo como intenta contener la risa— Dime qué deseas y yo decidiré si puedo dártelo, aunque ya sabes que tengo una tendencia a complacerte— sonríe con picardía.

—No esperaré juicios, Maestro— digo completamente decidida, llevo mis manos a su cuello, pero antes las deslizo por su ámplio pecho, al llegar al cuello me acercó a él, mis senos quedan cerca de su cara, mi pecho se mueve con pesadez, la excitación comienza a recorrer mi cuerpo— ésta vez yo tomaré lo que deseo— y sin pensarlo ni por un instante más me arrojo contra sus labios para besarle.