Melissa
Los anuncios llegaron como golpes inesperados, uno de esos que no ves venir, pero que cuando te alcanzan, te deja sin aire.
Estaba en la cocina, con un vaso de jugo en la mano, intentando fingir que todo estaba bien.
Mi mirada perdida en la ventana, como si el paisaje pudiera distraerme del vacío en mi pecho.
Fue entonces cuando lo dijeron, con sonrisas radiantes, con esa alegría pura que se contagia… excepto cuando estás rota por dentro.
Primero fue Paulina, después Olivia
No sé qué expresión puse, solo recuerdo que asentí, sonreí y murmuré un “felicidades” que sonó más débil de lo que pretendía.
Aplausos, abrazos, emoción desbordada, y yo ahí, de pie, como una espectadora más en una película que no me pertenecía.
Y entonces me di cuenta: el mundo no se detiene por un corazón roto.
Todos siguen con sus vidas, avanzando, creciendo, cumpliendo sueños, mientras que yo, apenas estoy tratando de respirar sin que me duela, me sentía fuera de lugar, como si mi dolor no tuviera cabida en ese momento de celebración.
Regresé a mi habitación antes de que alguien notara el temblor en mis manos, cerré la puerta con cuidado, me senté en el borde de la cama y solté el aire que había estado conteniendo desde hacía horas.
Me sentía sola, sola en medio de tanta felicidad.
¿Cómo podía el mundo seguir girando cuando yo sentía que el mío acababa de detenerse? Me sentí feliz por ellos, claro que sí., pero una parte de mí también sintió ese agujero tan profundo que aparece cuando la vida de otros se llena mientras la tuya se desborda sin rumbo.
No porque me molestara que otros fueran felices, no. Sino porque sentía que yo estaba quedándome atrás, estancada, intentando recoger los pedazos de algo que, en el fondo, no sabía si aún podía salvarse.
Yo había amado a Lucas, lo había elegido, pero por alguna razón que no entendía, nunca logramos construir algo sólido.
Tal vez porque lo que sentíamos era cariño mal disimulado como amor. O quizá sí nos amábamos, pero nunca supimos cómo demostrarlo sin lastimarnos.
Un golpe suave en la puerta me hizo volver en mí.
—¿Puedo pasar? —la voz de Paulina se escuchó, sabía que vendría a mi amiga no se le escapa absolutamente nada.
Asentí y ella entró, con esa mirada cuidadosa que siempre tiene cuando sabe que estoy mal. Se sentó en la orilla de la cama y no dijo nada por unos segundos, solo me observó, como esperando que yo hablara primero.
—No lo sabía —le dije con voz baja—. Que tú… y Dilan…— me quede en silencio y ella suspiro
—Lo siento —dijo con una sonrisa tenue— Y sé que no es el mejor momento para ti, Mel, me lo pidió anoche y.… no sabía por lo que estabas pasando, me entere hoy sobre lo que paso...— se quedó en silencio y luego suspiro
Asentí y mi garganta se apretó, no quería ser una mala amiga.
—Estoy feliz por ti, de verdad —murmuré—. Solo que… no sé por qué me siento tan vacía— admití y Paulina se acercó más, tomó mi mano y me la apretó con suavidad.
—¿Es por Lucas? — pregunto aun sabiendo que era verdad, cuando ellos llegaron a casa, Pau intento hablar conmigo, pero si era sincera, no quería hablar de eso y volver a llorar frente a mi familia, por lo que no había mencionado nada, solo había intentado cambiar el rumbo de la conversación, era algo que prefería hablar a solas, sin que los demás me vean rota de nuevo
Tragué saliva antes de responder.
—Sí y no, es por todo, por la manera en que terminó, por cómo lo amé y sentí que él no supo verlo— cerré los ojos y tome aire— Por cómo me perdí intentando mantener algo que se nos escapaba de las manos, y ahora… todo el mundo parece tener claro su camino, y yo ni siquiera sé por dónde empezar de nuevo— fui sincera con ella, no tenía caso que le mintiera si me conocía perfectamente
Paulina me miró con ternura, pero no con lástima y eso me aliviaba demasiado
—Mel, a veces amar no es suficiente, a veces se necesita más: confianza, paz, madurez y eso… toma tiempo— menciono con ternura y yo suspire
—Yo lo amaba, Pau, lo sigo amando, pero me hacía daño quedarme esperando algo que nunca terminaba de llegar. — sentía la frustración acumularse en mi cuerpo — Él decía que me quería, y yo lo sé, pero… sus ojos no lo decían, nunca lo dijeron, me miraban con cariño, con aprecio, pero no con ese brillo que yo necesitaba sentir — ella asintió y apretó un poco más mi mano, ella sabía a qué me refería.
—¿Y ahora qué vas a hacer? — indago y yo suspire
—Me voy a Denver con Ethan y Olivia la próxima semana —respondí— Vamos a presentar un proyecto importante para la empresa, es una oportunidad para crecer, para distraerme… para respirar — o al menos eso quería creer
—Eso te va a hacer bien, tal vez necesitas esa distancia para ver todo con más claridad, y quién sabe… puede que encuentres cosas que aquí no estabas viendo— Paulina sonrió con ternura haciéndome sonreír por primera vez en las últimas horas
Me quedé en silencio unos segundos antes de hablar otra vez.
—No sé si algún día volveré con Lucas, y no porque no lo ame, sino porque no quiero regresar a una relación que me hace sentir insegura, que me obliga a competir por un lugar que ya debería tener, no quiero perderme otra vez, Pau, si un día él me mira con el amor que merezco, y si yo estoy lista para volver, entonces tal vez… Pero no ahora, ahora necesito elegirme a mí— aseguré y Paulina me abrazó sin decir nada más y en ese abrazo entendí algo muy importante:
A veces, lo más difícil no es dejar ir a quien amas, sino tener el coraje de no volver por costumbre, por nostalgia o por miedo.
Tenía miedo, sí, de no volver a sentirme así con nadie, de que él sí encontrara eso con Alessia, pero más me asustaba la idea de seguir perdiéndome por alguien que no sabía cómo sostenerme.
Y así, con la maleta aún por empacar y el corazón todavía a medias, supe que ese viaje a Denver no sería solo un paso profesional, también sería un viaje hacia mí misma.
A reconstruirme.
A reconocerme fuera de él, de todo lo que nos rodea y que me recuerda lo que vivimos juntos
A empezar de nuevo, con miedo, con cicatrices… pero con valentía, intentando encontrarme a mí misma, para no volver a sentirme la segunda opción de nadie.
—¿Crees que Lucas sea realmente tu persona? — pregunto después de un momento de silencio, donde ambas intentábamos encontrar las palabras adecuadas para seguir con esta incomoda y dolorosa conversación
—Si te soy sincera, no lo sé, sabes que crecí con las creencias de que llegaría esa persona que me elegiría por sobre todas las cosas, que llegaría ese hombre dispuesto a convertirme en todo y a la vez en nada cuando no estuviera a mi lado, pero con Lucas no sentí nada de lo que tu sientes con Dilan, supongo que no lo es, pero tampoco quiero encontrar a esa persona, no quiero volver a creer en eso, me entregue de lleno en una relación y me han roto en mil pedazos Pau, no quiero volver a enamorarme, no lo hare de nuevo— mencione y ella sonrió
—No te enamores entonces Mel, pero iras a Denver, el lugar donde esta tu equipo de futbol favorito, cuélate en algún entrenamiento y disfruta de las vistas, no quiero que te deprimas, y se lo mucho que te gusta ese deporte, aprovecha al máximo ese viaje— menciono Pau y no pide evitar sonreír
—¿Desde cuándo dejaste de ser la sensata de las dos? No pienso colarme en un entrenamiento, pero tal vez si visite el estadio, no sé cuándo será la próxima vez que pueda ir, en este momento mi vida es un desastre y primero debo poner todo en orden— mencione y ella suspiro.
—Solo disfruta Mel, si Lucas es para ti, entonces regresaran, pero si no lo es, tienes que aprender a soltar, mereces que te amen de la manera más pura y sincera que existe y estoy segura de que muy pronto encontraras todo lo que mereces, aunque no creas en el amor, la vida te puede sorprender— aseguro y yo sonreí, sin duda hablar con Paulina es mejor que cualquier terapia.