Melissa
Volver a Houston después de un fin de semana tan lleno de emociones fue como lanzarte desde una nube directamente a una sala de juntas.
El lunes a las 8 a. m. ya estaba en la oficina, con la computadora encendida, los papeles del nuevo proyecto hotelero sobre el escritorio y una taza de café que no lograba mantenerme despierta del todo.
El contraste era abismal, el ruido del tráfico, los tacones en los pasillos, los correos urgentes y entre todo eso… los mensajes de Michael.
«Michael: “Así que ya no contestas, bonito papel estás haciendo.”»
«Michael: “¿Qué pensará tu familia si ven lo que realmente está detrás de Nick?”»
«Michael: “No vas a poder esconderlo todo. Créeme.”»
Respiré hondo, conté hasta cinco y dejé el teléfono boca abajo.
Lo había hablado con Nick y estaba de
