3

4677 Words
—¿Por qué me trajiste aquí? —miro a mi alrededor de las tumbas. —¿Qué hacemos en un cementerio? Nunca me han gustado, porque de alguna forma siento los espíritus cerca de mí. Es como si me siguieran, la primera vez que me sucedió fue unas semanas después de que ella me dejara esta otra parte suya. Acompañé a Susan al entierro de su primo, fue cuando sentí la presencia de alguien más a mi lado. Al principio creía que era humano, pero cuando miré no había nada, decidí no volver allí nunca más, y aquí me tenía Nesh de nuevo. —Sígueme. —¿Tengo otra opción? No responde, así que lo sigo. Nos detenemos en una capilla donde suelen rezar las personas por sus seres queridos que se han ido o quieren darle una misa antes de enterrarlos. Las puertas están cerradas, pero él las abre con un ademán ¿magia? Seguro que sí. Las velas se van encendiendo como unas farolas, iluminan nuestro camino. Esto parece surrealista. —¿Me vas a explicar que hacemos aquí? —lo sigo por el pasillo. —Espera unos minutos más. Sus manos se abren y hacen unos movimientos raros, no sé si está invocando algo. El ambiente se siente extraño, el aire se vuelve más frenético, no sé de dónde ha venido tanto viento, y es entonces cuando una puerta aparece enfrente de él ¿Qué rayos? Está iluminada, parece una puerta vieja, hecha de roca maciza como del antiguo Egipto. Nesh la abre y mira hacía mi extendiendo su mano. —¿Quieres que entre ahí? —sacudo la cabeza. Esto se siente peligroso, apenas lo conozco y además ha invocado una puerta de no sé dónde y quiere llevarme allí. Es una muerte segura. —No te haré daño. Estás segura conmigo. —sus palabras no me convencen. —¿Cómo puedo confiar en ti? —replico. —No lo hagas. Solo dalo por hecho. —lame sus labios. —si vienes ahora, olvidaré lo del castigo. —¿Cómo sé que no me llevarás directo a el? —espeto. Revuela los ojos. —No lo haré. Te lo prometo. Frunzo los labios y sigo a mi instinto, espero no equivocarme esta vez. Paso la puerta tomada de la mano del demonio. Los pasillos son reducidos para dos personas, hay antorchas en las paredes que iluminan el lugar, intento seguir sus pasos largos con tal de salir de ahí. Cuando abre otra puerta y entramos, intento no sofocarme con el poco aire que mis pulmones respiran, este es áspero y caliente. —¿Estás bien? —Nesh me mira con el ceño fruncido. —No me gustan los lugares reducidos. —Intento recomponer mi compostura. —¿Dónde estamos? Miro alrededor, el espacio está lleno de castillos, las personas deambulan sin rumbo con una expresión de esperanza y miseria en ellas. —En el infierno. —dice si como me dijera que estamos en una tienda departamental. Abro los ojos como platos. —¿Disculpa? —Bueno, una parte del infierno. Es el limbo, el círculo más extenso del infierno. —¿El limbo? ¿estás diciendo que estamos en uno de los círculos del infierno? —en realidad tenía mis dudas si existía tal cosa, había leído o escuchado sobre ello hace muchos años. Asiente con cautela. —Te lo dije desde que llegamos. ¿Sigues sin creerme? —¿Por qué estamos aquí? —Porque necesito que veas algo. —extiende su mano de nuevo hacia mí, —Tómala o piérdete aquí. Tú decides. Dudosa lo hice. No quería perderme con estas personas y vagar por siglos aquí. Sabía que el tiempo era diferente en este lugar como en la tierra. —¿No moriré aquí? Soy humana, también. —Y eres mitad demonio. ¿Se te olvida? Eso hace soportable el que sobrevivas, aunque no puedes estar mucho tiempo aquí, si no, tu parte humana morirá. —¿Enserio? —Tu humanidad sigue ahí, pero estar en los terrenos del infierno lo hace más débil. Inquieta por sus palabras seguí el camino de los prados que se veían interminables y el cielo oscureciéndose como si fuera a llover, no ayudaba, el calor era sofocante pero soportable. —¿Falta mucho? —Espera un poco más. ¿Estás cansada? Asiento con la cabeza. Si hablaba, gastaría la poca saliva que me quedaba. Nos detuvimos y enfrente de mí extendió su mano e hizo aparecer una botella con agua. Tuve que enfocar mi vista porque realmente creía estar delirando. —¿Es real? —Si, toma y bebe. —¿Es para mí? —realmente estaba sorprendida y aún más que me estuviera dando agua. —¿Todo este tiempo ha podido hacer esto y dejaste que muriera de sed? Frunce el ceño. —Nunca me dijiste que tenías sed. Puse los ojos en blanco. —Es obvio que quieres que muera deshidratada. —No. De esa forma no. —sonó amenazante pero no dije nada. Necesitaba de esa agua. Tomé la botella y la abrí, estaba a punto de vaciar su contenido en mi garganta cuando me detuve, bajé la botella y le miré. —¿No está envenenada? Ósea, estamos en el infierno ¿cómo puede ser algo como el agua aquí buena? Todo esto es caliente y no parece ser nada comestible o bebible. —Fue su turno de poner los ojos en blanco. —No lo es. Lo que coma o beba aquí está en buen estado, siempre y cuando yo lo haya invocado. Puedes confiar en mí. —las comisuras de sus labios se levantaron en una curvatura. No quería beberla, pero era más segura que muriera deshidratada a que me envenenara. Bebí del agua tan ávidamente como me lo permití y seguimos con el camino. —¿No tienen carruajes o caballos para transportarse? —No. —Ósea, es el infierno ¿y no hay transporte? —que ridículo. Hasta creo que en el cielo hay pegasos y ese tipo de cosas. Debería portarme bien para ir al cielo. —No hay pegasos —suelta de repente. Abro los ojos y le miro. —¿Acabas de leer mi mente? —reprendo indignada. Eso es de mala educación. Se encoge de hombros, —es inevitable cuando no dejas de pensar tonterías —sonríe. tuve una percepción de que leía mi mente esa noche en el bar, pero no estaba segura. —¡Deja de leer mi mente! Es de mala educación. —acusé. —Es inevitable, es como si me estuvieras gritando en mi cara todo. —se encoge de hombros nuevamente —no es mi culpa. —¡No lo hago! —grité cruzándome de brazos. —Si. y por cierto ni, aunque hagas buenas cosas por la humanidad te asegurarían un lugar en el cielo. Todo es juzgado por el Señor. Él decide quién va al cielo o al infierno. —Hace una pausa. —Mira a estas almas, fueron tan buenas en el mundo terrenal, pero cometieron el pecado de no ser bautizadas, envidiaron algo o a alguien, criticaron, dijeron mentiras y yacen aquí en el limbo, su castigo es sentir el deseo de conocer al Señor y no sentirse satisfechos nunca. —Somos castigados por ser demasiados buenos o ser demasiados malos. —termino diciendo. Al comprender la verdad de sus palabras. —Así es. No puedes idearte sobre algo que no conoces. Solo vive. Pagarás por tus pecados cuando sea el momento. —lo dice como si él ya hubiera pasado por algo así. —Lo dices como si hayas pasado por ello. ¿Eras humano antes de ser demonio? —Hemos llegado. —evita mi pregunta. Bueno era un ser demasiado enigmático. Me recuerdo a mí misma que la curiosidad mató al gato y debo de parar con estas preguntas. Miré alrededor. Estábamos en un castillo, no sabía en qué momento entramos, pero lo hicimos. Tuvo que ser la magia de Nesh. —¿Cuándo subimos? —Justo ahora. —¿Para qué? ¿quieres darme una mejor vista del limbo para que te dé una buena puntuación? —Tienes que ver a alguien. —Antes de que pueda decir que no, él me lleva hacia una habitación y abre la puerta. En su interior, solo puedo ver que yace una gran oscuridad. —volentes te videre —recita en una lengua que parece ser latín. En la oscuridad un cuerpo se movió y con la poca luz que entraba por una rendija de la habitación apenas y vislumbré un rostro demacrado y anciano. —meus est princeps tergum —respondió el cuerpo de la oscuridad. —Produxi chaos —dijo Nesh. No entendía nada, porque en realidad nunca estudié latín ¿quién lo hace ahora? no era una investigadora ni nada parecido. —¿non est tibi? —comenzaba a molestarme, era la única que excluían por no hablar latín. —¿Qué están diciendo? ¿pueden hablar en mi idioma? —escucharlos hablar en otra lengua, solo me hacía sentir tonta. —Ita —Mia, él es Otto. —dijo Nesh en mi idioma. Agradecida por ello sonreí. —¿Otto? —es un nombre que nunca antes había escuchado. —Señorita. Un gusto —dijo en mi idioma el anciano. Lo cual me sorprendió. Creí que solo hablaba latín. —Otto, habla varias lenguas. —Confirmó Nesh. Sabiendo que había leído mis pensamientos, le lancé una mirada acusatoria. Le reprendería cuando estuviéramos en tierra. —Ha estado aquí muchos siglos. No puedo imaginarme que esté encerrado en este lugar por mucho tiempo, moriría asfixiada. —Hola. —saludo. No estrechamos manos ni nada, no sé qué tipo de enfermedades se pueden desarrollar después de tocar a un ser que ha vivido en el infierno por siglos sin bañarse. Porque dudaba que se bañaran aquí. No es como si fuera unas pequeñas vacaciones en el limbo. —Deja de pensar tonterías —susurró a mi oído Nesh. —Pues deja de espiar en mi cabeza. —siseé fulminándole con la mirada. —Él es el por qué te traje aquí. —arquee las cejas, ¿solo me trajo a ver a un anciano moribundo en el infierno? bueno, lamento decirte que de esos hay muchos en mi mundo. —¿Y entonces? —mueve su cabeza hacia Otto. —Eres el inicio y el final del Caos. Lo eres todo. —dice el anciano. Le miro como si en realidad se ha vuelto loco. —¿Qué? ¿Caos? ¿Qué es eso? —parece que seguían hablando en códigos. —Tu eres la unión del Caos y de la magia. Puedes ayudar a otros a sanar. —nop. Para nada me llegaba a imaginar sobre ello. Ningún recuerdo de haber leído sobre algo así. —Nesh, no estoy entendiendo nada. —susurré con nerviosismo. —Mia, él nos ayudará. —Nesh me miró con dureza. —¿Ayudarnos en qué? No necesito ayuda. —y nunca te la pedí, dije en mi mente para que él escuchara. Con eso de que era muy entrometido en mis pensamientos. Me lanzó una mirada mordaz. —Del castigo que recibirá Alyssa. La bruja a la que le diste la mitad de tu alma. Ella morirá si no la ayudas, está encerrada en un calabozo sufriendo. Eres la única que puede salvarla de ello, si haces el ritual como Otto te lo dice. —¿Alyssa? ¿Ritual? ¿De qué mierda hablaba? Mis pensamientos se aclararon al saber la situación en la que me encontraba. Hijo de puta. Aprieto mis labios. No sé qué decir, no sabía ni el nombre de ella. Nunca me lo dijo. Y es raro saberlo por alguien más. Alyssa. Es bonito nombre. ¿esto es real? Las imágenes de lo que vivimos en el pasado ella y yo, llegaron a mí una tras otra. Mi respiración comenzó agitarse, sudor frío corría por mi cuerpo. Tenía que irme de aquí. La ansiedad volvía atacarme, necesitaba respirar un aire limpio, no el de este putrefacto lugar. —Sácame de aquí. —Solté apresuradamente. Tomé su mano y la apreté tan fuerte que vio mi desesperación. —Pero tenemos que hacer el ritual. —demandó. Le fulminé con mi mirada. “sácame ahora o sabrás de lo que soy capaz” Sacudo la cabeza férvidamente, le miro y siento como el poder fluye por mi cuerpo. Mi ojo purpura se hace ver, porque él me mira sorprendido. —Está bien. Volveremos después. Otto —Se despide. No miro hacia atrás, solo sé que necesito salir de aquí ahora mismo o moriré. —¿En qué mierda estabas pensando al llevarme allí abajo? —estoy más que histérica. Estamos en el cementerio. Intentando alejarme de Nesh. —Solo quería que ayudaras a Alyssa. —su voz suena derrotada. —¿Por qué no me contaste sobre ella? El propósito de todo esto. Pudiste decírmelo, antes de llevarme con ese anciano. —me siento como una tonta, fui engañado. —Porque no sabía cómo ibas a reaccionar. Temía que rechazaras mi propuesta. —Y mira que lo he hecho. —escupo molesto. Caminé hacia la salida. —¡No puedes darle la espalda así! Ella era parte de ti, y tú de ella. Crecieron juntas. —lo enfrenté. —¡No me hables como si me conocieras! No conoces nada de mí. No sabes nada. —Sé lo suficiente. —sus ojos azules llamearon de ira. —¡Me has engañado! Primero te presentas a mí y me dices que has venido a castigarme y después me llevas al limbo y me dices que haga un ritual para ayudarla —mi respiración es descontrolada —¿A que mierda juegas? ¿quién eres realmente Nesh? —Si, lo sé. —dice —tal vez te he confundido. Mentí acerca de venir a castigarte para que me hicieras caso, y pudiera llevarte con el anciano. —Pudiste habérmelo dicho. —sacude su cabeza. —No ibas a comprenderlo —sus ojos se suavizan, e intento calmarme. —¿Por qué quieres ayudarla? —pregunto. Después de todo ella está siendo castigada por lo que nos hizo. Aunque nos salvó en su momento, aún hay una parte de mí que no la perdonaba. —Porque soy su hermano. —sus palabras me dejan estupefacta. ¿hermano? Ella nunca habló nada de un hermano. Abro la boca sorprendida. ¿Cómo es eso posible? —Mi hermana y yo, vinimos a este mundo para una misión. Fracasamos varios de nosotros. —hay una mirada lejana como si estuviera sufriendo por dentro. —Pero ella se quedó, por ti. —trago saliva porque siento la garganta tan seca. —Yo no tengo la culpa de nada. —me defiendo, después de todo soy la víctima. Ella entró en mi cuerpo para poseerlo cuando solo era una niña. —Si, lo haces. Ella vivió dentro de ti tanto tiempo que iba a desaparecer. —sacudo la cabeza. —La consumiste, la convertiste en alguien que no era. —eso es mentira. Ella tomó esa decisión. —¿Cómo iba a hacer eso? ¡Solo soy una humana! —grito. No puede culparme por algo que fue la decisión de su hermana. —No cualquier humana. Eres especial, por eso se quedó contigo y te protegió por años. —se acerca a mí. —Por eso le debes esto. No puedes dejar que desaparezca. —Doy un paso atrás asustado de él. Mi corazón martillea contra mi pecho, y la miseria que veo en sus ojos me conmueve por unos segundos, algo dentro de mí se siente devastada. Me doy la vuelta corriendo lejos de todo este alboroto que ella ha ocasionado. Ella es la única culpable de que su hermano haya venido a mí con mentiras e intente que lo ayude. Yo no pedí nada de esto. Creí que había dejado todo esto atrás e intentaba hacer una nueva vida, pero aquí estábamos de nuevo, en el inicio. No iba a sufrir de nuevo, no sería la que recogiera los pedazos rotos de mi esta vez. La chica que una vez fui, ya no estaba. Alyssa se lo había llevado todo. *** Ha pasado una semana desde que vi a Nesh. No sabía qué pensar sobre él. Y mucho menos sobre Alyssa. Nunca supe su nombre hasta ahora. Es curioso, porque me referí todo este tiempo a ella sin darle un nombre, no sabía por qué nunca me lo dijo. Crecimos juntas en el mismo cuerpo, fue difícil sobrellevar ese ente dentro de mí, hablándome cosas en mi cabeza y haciéndolas, sin que yo las recordara. Siempre me dejaba agotada cuando ocupaba mi cuerpo. ¿Qué le debía a ella? ¿no era al contrario? Le di la mitad de mi alma. Aunque me cuidó por muchos años, se lo agradecí hasta dándole la mitad de mí misma para que no muriéramos. Paso pensando todo el día sobre ello en el trabajo. Tanto que no logro concentrarme y cometo algunos errores en mi informe, mi jefe se convierte en un grano en el culo el resto del tiempo que paso ahí arreglando mi error. En mi hora de comida salgo por un cigarrillo. Necesito un poco de tabaco para aliviar mi estrés. —¿Es así como desperdicias tu vida? —su voz me toma desprevenida y salto. —Creía que eras más inteligente en reducir tus días de vida en un cigarro. —sermonea. —¿Qué mierda haces? ¿cómo haz…—cierro la boca. Es un demonio, puede teletransportarse a los lugares que quiera. Estoy en la azotea de mi edificio de trabajo por un poco de aire y vista. Esto me hace sentir mejor. —No te metas en mis asuntos. Yo sé cómo desperdiciar mi vida. Soy una gran ganadora de todo este desastre que he creado desde que era una niña. —Parece que has estado un poco tensa estos días. —frunce el ceño. Sus ojos azules se ven más claros con la luz del sol, bonitos. Me reprendo al momento que pienso en ello, porque veo una sonrisa en sus labios. Idiota. —¿Me vigilas? —alza ambas cejas como si la pregunta ya tuviera respuesta. —Claro que lo haces, ¿también me miras dormir? Porque eso sería muy sádico. Sonríe. —Lo soy y mucho. —el coqueteo no lo dejo pasar. —Idiota. —¿Lo has pensado? —su tono de voz se vuelve más dulce. Es el tipo de voz que usan los hombres cuando quieren algo. —No soy como todos los hombres, recuerda que no soy un mortal —dejo escapar un bufido. —Deja de leer lo que pienso. Es molesto. —espeto —Además no hay nada que pensar. —No creía que fueras de corazón duro. —me quiere hacer pasar por una desalmada. No cariño, eso no pasará. Me sacrifiqué por muchas personas en mi pasado ¿y qué gané? Miseria. Sufrimiento, me tocó recoger los pedazos de mi corazón roto. —¡Le di la mitad de mi maldita alma! ¿Qué mierda quieres de mí? —la ira me invade. No puede pedirme que vuelva a sacrificarme. No soy una especie de sacerdote o algo así de la caridad. —Solo que la salves. —musita. —Yo la salvé hace unos años ¿no debería ser diferente? Ella debería salvarme a mí. —También lo hizo. Sus hermanas iban a matarte si ella no salía dentro de ti, —recuerdo el accidente cuando casi muero y fue donde decidí darle la mitad de mi alma. —Jódete. —espeto. —¿Sigues teniendo pesadillas? —su pregunta me toma desprevenida. Abro los ojos como platos y le miro con asco. —¿Cómo sabes? Se encoge de hombros. —Puedo ver a través de ti, eres fácil de leer. —vete a la mierda, pienso. —Deja de leer mi mente. —enciendo otro cigarrillo. Mis nervios están por los aires. —Te he dicho que es tu culpa, no pones ninguna barrera para protegerte. Cualquiera puede entrar allí. —me quita el cigarrillo de mi boca y lo fuma. Abro la boca para protestar, pero solo salen dos palabras. —Déjame sola. —necesito un espacio para pensar sin que él se entrometa en mis pensamientos para ser juzgada. —No. —su respuesta me molesta. —¿Cómo qué no? —tomé el cigarrillo de sus labios y lo tiré al suelo. Él miró al suelo con melancolía —No quiero verte. —No te dejaré sola. —puso sus manos en sus bolsillos delanteros y el aire ondeo su cabello haciéndolo parecer un dios divino de la esperanza. —¿Es amenaza? —sus labios se curvaron en una sonrisa sardónica. —En fin, me largo. —Di zancadas hacia la puerta ¿cuándo dejaría de molestarme? *** Parece que Susan estaba lista para que yo saliera al mundo de las fiestas de nuevo. Estuvo insistiendo en que fuera con ella esta noche para unos tragos. No he podido decirle que no, porque realmente he estado algo alejada de ella. —Esto es por ti —nuestros vasos chocaron y bebimos, estábamos en un bar de la zona residencial. Era fin de semana, así que todo el lugar estaba lleno. Decían que era un lugar muy popular. Y es que era cierto, había bailarinas exóticas en tarimas, así como hombres colgando del techo haciendo malabares con fuego. Impresionante. Nos pasamos la mayor parte del tiempo en la pista bailando. Cuando ella quiso ir al baño, yo fui por otra bebida. —Que bien que pases tiempo divirtiéndote, cuando Alyssa está en un calabozo siendo torturada —la voz de Nesh llegó a mis oídos y me giré sobre mis talones. Él vestía una camisa roja que seducía a mi vista y unos pantalones entallados demasiados peligrosos, su collar extraño brillaba en su cuello. El cabello lo llevaba en una cola hacia atrás. No pude evitar sentir una sensación de placer al mirarle, un aleteo se estableció en mis entrañas. —¿Qué haces aquí? —ahora me seguía a los lugares que iba a divertirme, genial. Acosador. —No soy un acosador, Mia. —mi nombre sonaba sensual en sus labios. Sacudí mi cabeza tratando de espabilar esos pensamientos, él no es sensual. Debo de estar un poco borracha. —Suelo estar aquí todas las noches. —¿También vienes a divertirte? —me carcajee, su semblante se endureció. —No pareces ser una persona que se divierta. Mas bien, pareces ser alguien que acosa a las mujeres para mentirles y llevarlas a lugares que no conocen. —No me juzgues. —reprende. —No me conoces. —Y no quiero hacerlo. —suelto demasiado rápido. Tomo de mi bebida y pido otra. —Eres alguien detestable, un mentiroso. —Si soy un mentiroso, solo por querer salvar a mi hermana de su muerte. Pues sí, lo soy. Castígame —su cercanía era tanto que podía oler su colonia y ver más de cerca sus ojos, se había vuelto más oscuros con las luces. ¿cambiaban de color? —No debiste venir a mi —espeto. —Fue una mala decisión de tu parte. —¿Por qué? —ahora me sonreía. Intentaba llegar a mi seduciéndome, tal vez le había funcionado antes con las mortales. Pero olvidaba que yo no era una simple humana, también era mitad demonio. —¿Vas a castigarme? —su mano se posó en mi cadera y pude sentir el hormigueo en mi piel. Fingí que no me afectaba y bloqueé mis pensamientos sobre su persona. Llevé mi mano hacia su collar y sentí como se tensó. Sonreí. Me puse de puntillas para alcanzar su oído y susurrarle. —El que ríe al último, ríe mejor. Cariño. —planté un beso en su mejilla y tomé mi bebida para seguir en la pista, pero él me detuvo del brazo y fue su turno de hablarme en el oído. —Y yo soy un amante de tu risa, princesa. —su amenaza me llenó de escalofríos. Pero eso no hizo en detenerme en seguir mi camino. El resto de la noche él no dejó de mirarme, esta vez ya no me importó. Me concentré en divertirme con Susan. Esa noche soñé con Nesh. Abrí la puerta de mi departamento, no esperaba a nadie a esta hora. Era pasada la madrugada. Nesh estaba en mi puerta empapado por la tormenta de afuera. Estaba sorprendida por verle aquí. —¿Puedo pasar? Estoy empapado. —aunque no confiaba en él y no estaba segura de dejarlo pasar, abrí la puerta y le dejé entrar. Ajusté más mi bata. —¿Qué haces aquí? —inquirí nerviosa. Mi cuerpo se sintió caliente, había mucho calor en esta habitación. Él comenzó a quitarse la ropa mojada dejándola en el suelo. —Era el lugar más cercano para cambiarme de ropa. Lo siento, si te molesto —si lo hacía. Estaba durmiendo. —No somos tan cercanos como para que hagas esto —ahora estaba desabrochando sus pantalones. Abrí los ojos cuando se los bajó, y mi cuerpo vibró de deseo hacia él. —¿Segura que no lo somos? —estaba desnudo con su m*****o erecto. Sus pasos se acercaron y retrocedí contra la pared. Lamí mis labios. —¿Qué haces? Debes vestirte e irte de aquí. —no podía creer que me estuviera pasando esto. Su mano fue a mi rostro pasando por mis labios e introduciendo su dedo pulgar. Su lengua recorrió sus labios, sentí el calor en mi vientre aleteando por la lujuria. Tragué saliva. —¿Segura que quieres que me vaya? —jadee cuando su otra mano desató el nudo en mi bata dejando ver mi ropa interior con una blusa de tirantes. Mi boca se sentía seca. —¿Mia? Sus labios ahora estaban en mi cuello besando y lamiendo, mientras sus manos jugaban con mis pezones ahora endurecidos, mi piel se erizó con su toque. —Tienes que irte —quité sus manos de mi cuerpo y lo alejé de mí. —Ahora —dije con voz entrecortada. —No puedes dejarme ir así —el cuerpo desnudo de Nesh estaba en la puerta de mi departamento. —tú sabes que no quieres que me vaya. Mi centro se humedeció con solo pensar su cuerpo encima del mío. —Es peligroso que te quedes conmigo. —el fuego era abrazador que inundaba todo mi cuerpo, instalándose en mi vientre con una fuerza devoradora. —Será peor si me voy. —su voz hizo que mi corazón aleteara. Mi pecho estaba elevándose con una respiración irregular. Quería que sus brazos me atraparan y me dieran ese calor que tanto necesitaba mi cuerpo ahora mismo. Sentí mis piernas fallar debajo de mí y caí al suelo, sus brazos anchos me sujetaron y llevaron a la cama, donde no quise separarme de él. —Nesh, te necesito conmigo. —soné demasiado urgida por su presencia. —No te preocupes, cuidaré de ti. —y esas palabras calmaron mi angustia. Mi cuerpo se relajó ante su toque en mi piel, sentía un fuego recorrerme y solo quería que él lo apagara. Sus labios bajaron a los míos y nos envolvimos en una mágica noche de placer. Despierto sudorosa y con la respiración irregular ¿Qué rayos acaba de pasar? Bajo de la cama y voy al baño. Me miro en el espejo, mi ojo purpura me mira acusatoriamente. Sacudo la cabeza, no tengo la culpa de esto. ¿cómo he podido soñar con ese idiota? —Todo esto es culpa tuya, Alyssa. —la mirada en mi espejo no cambia. Nesh tenía razón en algo, las pesadillas no habían acabado aún.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD