Capítulo 2

5000 Words
Dos años había pasado desde aquel día en el que salí del clóset. Con ello, mí cumpleaños número veintiuno. El último año fue menos duro de lo que pensé. Después de la despedida de Sarah las cosas en mi casa resultaron ser más tranquilas, incluso después de dos meses, casi tres, mi padre volvió a dirigirme la palabra. Por supuesto que además de eso, estuve deprimida por un buen tiempo, la salida de Sarah de mi vida no fue fácil, principalmente porque estaba muy enamorada de ella y segundo, porque estaba tan dolida que hasta el día de hoy no logro entender lo que pasó. Fueron muchos meses de promesas y buenos momentos como para que ella de un día para el otro decida irse sin más, sin nisiquiera darme una chance de algo. Parecía que ni siquiera tenía remordimiento por ello, tuvo la oportunidad y huyó. Mi padre se encargó de presentarme cuanto chico sea posible, aunque por supuesto, tenía que ser hijo de abogado, de senador, de juez o de alguien realmente importante. ¿Que podía ser peor que ello? Ser una estúpida chica enamoradiza que vuelve a interesarse en alguien más. Y no es que pensara esto en ese mismo instante, sino que me daría cuenta un cierto tiempo después. Estaba en el último mes para terminar el instituto, había conocido a un chico y con el tiempo se podría decir que era mi novio, o algo así. Estábamos saliendo, nos veíamos casi todos los días y era muy agradable su compañía, siempre había sido muy atento y cariñoso conmigo. James era su nombre. Por supuesto que cuando se los conté a mis padres pensaron que mi etapa, según ellos, de mis gustos por las chicas había terminado, pero no era así. Sólo que ahora estaba con un chico y para ellos eso estaba genial. Fueron pocas las oportunidades que mis padres lo vieron, principalmente cuando me llevaba a casa o teníamos que hacer algo de la escuela. James no era un chico estrella, pero tenía cierto reconocimiento en la escuela por jugar al fútbol. Las personas de mi escuela en el último tiempo se mantuvieron al márgen, no hubo insultos ni apodos, al menos por la mayoría, porque siempre había un imbécil. —Córrete de mi camino, rarita —dijo uno de los chicos, empujándome contra uno de los casilleros. Así era el trato que recibía todos los días, por el simple hecho de que me gustaban las chicas. Unos pocos seguían con su acoso, ni siquiera podían superar eso. ¿Cómo se enteraron? Sarah se encargó de contarle a su amiga y ella lo difundió por todo el lugar. No es que le echara toda la culpa a mi ex novia, porque era tan ingenua respecto a sus amigas víboras como yo. Así que ni siquiera me molesté en enviarle un mensaje, desde que se fue no tuvimos más comunicación. La última clase terminó y sólo recogí mis libros para largarme de ahí cuanto antes, tenía que hacer el trabajo final y tenía que empezarlo hoy mismo. No veía la hora de terminar la secundaria para largarme de esta escuela de mierda, era un infierno cuando tus compañeros te vivían acosando porque tenían ganas. Cuando me doy la vuelta, veo a James doblando por la esquina. Él me regala una dulce sonrisa y se acerca hacia donde me encuentro. James es un chico muy guapo. Tiene el cabello n***o, ligeramente largo, ojos azulados y un bonito rostro que repara cualquier inperfección que quieras encontrarle. Era alto, tenía un cuerpo fuerte por el entrenamiento duro y a pesar de todo eso, lo que más me gustaba era su sonrisa brillante. —¿Vamos a casa, preciosa? —pregunta él, inclinándose para apoyar la mano en el casillero y acercarse a mi. —Debo hacer un trabajo —murmuro mirando sus ojos. —Prometo no sacarte mucho tiempo —sonrió de costado. —De verdad no puedo. Si quieres quedamos para mañana —el duda y luego asiente, sonriéndome. —Está bien —me besa la mejilla— ¿Quieres que te acompañe a tu casa? —Mi madre está afuera. Te envío mensaje más tarde, adiós —lo besé rápidamente y caminé hacia la salida. Podía notar la mirada hacia nosotros, pero hace semanas que dejé de darle importancia. A las personas les daba curiosidad saber como un chico como él pudiera salir con una chica como yo. Y para ser sincera, también me lo preguntaba. Mi mirada fue hacia la camioneta de mamá, ella estaba estacionada un poco alejada de la puerta principal, pero se veía de todas maneras. Ella me regaló una sonrisa de lado cuando subí. —Hola, cariño. —Hola, mamá. Desde aquel día la relación con ella había sido de esta manera. Poco y nada, conversación nula y relación casi inexistente. Cuando no me defendió de mi padre supe que no se merecía nada de mi y simplemente dejé de hablarle, ella tampoco hizo ningún esfuerzo por tratar de agradarme. Después de aquel día en donde le pedí permiso para ir con Sasha fue la primera y última vez que la nombramos. —Tú padre se irá esta noche —murmura luego de unos cuántos minutos. —Ah. —¿Quieres ir a alguna parte? —veo por el rabillo de mi ojo que me mira, pero no me giro. —No mamá. —Compré tu comida favorita —murmura—. Si quieres podemos mirar películas. No sabía si definirme como estúpida o por buena persona. Pensé por un segundo en darle una oportunidad, yo la quería, pero ella fue muy injusta conmigo cuando no hizo nada por defenderme. Pero ahí estaba Verónica, la chica comprensiva que siempre le daba oportunidades a todo el mundo. —¿Que películas? —Las que tú quieras —la miro y ella está sonriendo, pero mira a la carretera. —Está bien. Llegamos a casa y nos cruzamos a mi padre en la entrada, saludó a mi madre y luego a mi con un beso en la frente. ¿Me hacía una persona de mierda si me ponía feliz porque se largara por unos cuántos días? Al menos tendría un descanso este fin de semana. —Cuida a tu madre y no salgas a ninguna fiesta —me dice él, como si nada hubiera pasado—. Las llamaré. Te amo. —Adios, cariño —dice mí madre, entonces él aparta la mirada de mí y va a abrazarla. —Cuídense —dice él y me mira por última vez. Sigo sin responder, la verdad es que no me importa hablarle. Mi padre se despidió, prometiendo volver el domingo y simplemente asentí y subí a mi habitación. Tocan la puerta y escucho que es mí madre, así que dejo los cuadernos a un lado. —¿Puedo pasar? —pregunta ella, entre abriendo la puerta. —Si. —¿Cómo te sientes? —Bien. —respondo a secas—. No quiero ser mala, pero tengo que estudiar —suspiro. —¿Tienes un exámen? —En dos días, si. —Está bien. Puedo volver más tarde. —Bien. Ella asiente y comienza a caminar hacia la salida, aunque sé que quiere decirme algo. Después de eso pasé toda mi tarde encerrada en mi habitación haciendo el trabajo práctico hasta que mi madre tocó mi puerta. Ella se asoma con una sonrisa en su rostro y casi suspiro. —Cariño, alguien vino a visitarte. —¿Quién, mamá? —James —sonrió. Asiento y bajo las escaleras. Es extraño que él venga sin anunciarse, pero no puedo quejarme sobre eso. En el medio de la sala puedo ver a James, mirando todo a su alrededor mientras abraza un libro. —Hey —murmuro —Hola Vero. —él sonríe y se acerca a mi—. Te olvidaste esto en la clase. La profesora me lo dio para que te lo alcanzara —él me ofrece mi libro y asiento con una sonrisa, aún mirándolo. —Gracias, lo he estado buscando. Tenía que copiar las respuestas del otro trabajo —digo con una media sonrisa. Mis mejillas ya están sonrojadas. —Es bueno verte de nuevo —dice él mientras peina su cabello. —Si —sonrío—. Creí que saldrías con tus amigos. —No, hoy no —él muerde su labio inferior y me mira— ¿Aún estás ocupada? —Si, lo estoy. —¿Mañana? —Mañana estoy libre. ¿Quieres hacer algo? —Me encantaría —suspira. —¿Quieres quedarte a cenar? —pregunta mi madre de repente, no sé en qué momento bajó. —Oh no, tengo una cena con mis padres, pero otro día estaría genial señora Santos. Ahora debo irme... —Gracias por el libro, me hubiese vuelto loca. —No te preocupes —sonrió. —Te acompaño a la puerta. Él asiente y saluda a mi madre con un gesto de su mano. Ni siquiera la quiero mirar a ella, siempre mira curiosa a James. —Te extraño un poco —me dice él cuando estamos a solas —Mañana podemos vernos. ¿Que te parece? —le digo con una sonrisa. —¿Segura que no quieres venir a casa esta noche? —Me encantaría, en serio, pero creo que tendré una noche con mamá después de tanto tiempo. —Está bien. —Lo siento. —No te preocupes, preciosa. Cuídate y que tengas una linda noche —guiña un ojo y se va—. Ah, por cierto.... ¿Pudiste terminar el trabajo de biología? —Si. —Oh, de acuerdo —sonríe—. Gracias por eso, me salvaste, la verdad. —Ed bueno saber de qué tu mano de encuentra mejor —el me sonríe. —Si. Ya casi puedo moverla, eh —guiña un ojo—. Ahora si me iré, nena. Pero nos vemos luego. —¡Adiós! Era muy confuso de explicar lo que sentía por James. Era un buen hombre, era gracioso, comprensivo, todo lo bueno que puedas pedir de alguien, pero no me generaba eso... Especial. Siento que siempre estoy en un lío mental nuevo, como si nada de lo que me pasa o siento me conforma. Entro de nuevo la casa y puedo ver a mi madre con una sonrisa. Suspiro y camino hacia ella, porque sé que dirá a continuación. —Me gusta ese chico ¿Porque no lo invitas para que venga mañana? —Está bien mamá —juego con el dobladillo de mi buzo mientras pienso en ello. ¿James en una cena familiar? ¡No lo creo! —¿Porqué nunca me lo has presentado? —No somos nada oficial y tampoco es que me guste estar presentándoles a todo el mundo —ella tuerce su boca y rasca su cabeza—. No pretendo discutir, solo fue un comentario. —No me molesta. Después de todo tienes razón —levanto una ceja— ¿O no? —Siempre tengo la razón —nos miramos por unos breves segundos y comenzamos a reír—. Igual si la tengo. —Muchas veces, pero no siempre. —Al menos me das la razón. —Puede ser —murmura —Uhm... Iré a mí habitación —iba en camino hacia la habitación, pero entonces mamá me llamó y tuve que girarme. —¿Quieres ayudarme a hacer la cena? No sabía exactamente que le sucedía, muchas veces no me hablaba en todo un día, pero ella cambiaba su actitud cuando mi padre se iba y hasta podría decir que era dulce conmigo. Igualmente no quiero mentir y decir que ella no intentado alguna que otra vez hablar conmigo pero estaba demasiado enojada como para notarla. Bueno ella en realidad me busca sólo cuando mi padre se va, sino es como que si yo no existiera. Elegimos hacer unas pizzas caseras, mientras que ella preparaba la salsa estaba amazando, hacia muchísimo tiempo que no compartíamos algo parecido. Sinceramente la extrañaba mucho, ella había sido mí amiga desde siempre. Fue difícil cuando nos miramos desde Miami hasta aquí, había perdido todo lo que tenía y volví a comenzar. Por eso mismo en la escuela era la chica rara, además de ser la nueva. Era una mierda tener que mudarte en la mira de la secundaria, pero era lo que tenía. Los dos últimos años fueron una mierda, lo único bueno fue para ese entonces conocer a Sasha y luego a James. —¿Y que sucede con ese chico, hija? —Nada mamá, salimos pero eso es todo. —¿No son novios? —No, es mi amigo. —De acuerdo ¿Y el instituto como va? —Bien, tengo que hacer el último trabajo para la próxima semana. —Eso es genial cariño ¿Necesitas ayuda? —No, pero si la necesito te lo diré —le sonreí— ¿Puedo dejar entrar a Thunder? —Si cariño, dale de comer que yo me he olvidado. —De acuerdo. Abrí la puerta que daba al patio y él estaba jugando con una pelota. —Hola bebé. Apenas me escuchó levanto sus orejas y vino corriendo hacia mí su fuerza bruta casi hace que me caiga pero de todas maneras eres feliz con él solamente lamiendo mi cara. Era el ser más hermoso del mundo. —¿Necesitas hablar de algo? —pregunta ella. Levanto la mirada —¿De qué? —De lo que sea, siempre hemos hablado muchas cosas. —No tengo nada para decir. —De acuerdo —suspira—. Mira cariño, sé que necesitamos hablar de esto. Probablemente nunca pueda reparar los que pasó ese día... —Mamá... —Lamentaré toda mí vida no haber tenido el valor suficiente para defenderte ese día. Jamás quise que sufrieras, Verónica. —No importa. —No actúes como si fuera la mala. Sabes muy bien cuánto te amo. —suspiro y decido mirarla, por fin. —¿No podrías haberme buscado? ¿Intentar saber cómo estaba? —Lo intenté, pero siempre me rechazabas. Quizás no fue mí mejor manera, pero ahora tengo otra oportunidad y la aprovecho. —¿Me quieres? ¿A pesar de lo que sabes? —Te amo y nunca dejaré de amarte. Eres la persona más importante de mí vida —ella se acerca y pone sus manos en mí mejilla—. No voy a negarte que eres difícil, muchas veces intento cosas que no funcionan y me frustro, pero siempre intento entender que es lo que pasa por tu cabecita. —Mamá... —Por favor, solo perdóname. Prometo que estoy intentando repararlo desde lo que está a mí alcance. —No te molestes. Él nunca lo comprenderá. —Entonces que se vaya al carajo. Podemos intentarlo y si no lo hace, ya no importa. —suspira—. Tu padre se está perdiendo todo esto, no eres tú la que tiene que pagar la consecuencias de sus actos. —De todas formas, ya obtuvo lo que quiso. —Lo entenderá. Es difícil para él, sabes cómo ha pensado toda su vida. —Lo sé, pero soy su hija. Él debería amarme sin importar una mierda todo esto —suspiro—. Lo he seguido en cada cosa que quiso hacer, incluso en ese ridículo viaje por el mundo. —¿Al menos lo puedes intentar? —Esperé dos años a que viniera a pedir disculpas. Ya no me importa —suspiro—. ¿Porqué quieres hablar sobre esto? —Porque deberíamos hablarlo en algún momento. —No. No tiene sentido. —Hija... —Se supone que pasaremos una bonita noche, por favor. —Entonces... ¿También te enojarás si pregunto si la universidad te envió algo? —Aprobé el examen —le digo con una media sonrisa—. Así que tu hija estudiará en la universidad de Columbia. —¡Mierda! ¡Esa es una buena noticia! —grita ella con emoción y me abraza—. No puedo creerlo, bebé. Eso es fantástico. —Lo es —sonreí—. A decir verdad, ya quiero que la secundaria termine, no la soporto. —¿Crees que estarás bien sola en New York? —Conozco a muchas personas en New York, hemos vivimos allí toda la vida. —Debemos viajar a ver el piso que quieres, tu padre dejará que lo elijas —levanto ambas cejas—. Si, extraño. Pero le insistí en que lo hiciera, después de todo será el principio de tu futuro. —Lo único que no quiero es que sea un piso de lujo que no podré mantener. —No te preocupes por eso. Él abrió una cuenta en tu nombre, es para los gastos de la universidad y del edificio. —Es es justo lo que no quería —suspiro—. Se supone que si quiero madurar tengo que hacer las cosas a mí modo. —Lo discutes con él, a mí ni me mires. Intento que te de toda la libertad que puede. Luego de que te vayas se olvidará, ya sabes cómo es. Mí padre siempre insite en controlarme la vida, por eso ahora quiere elegir también el lugar en donde él quiere que viva. Probablemente sea un barrio de lujo, con pisos de lujo y extremadamente caro, donde él pueda estar tranquilo de que no haré nada alocado. Carajo, solo esperaba que no pusiera cámaras de seguridad en mí puerta para controlar quien iba a casa o no. Encima que no lo aguanto, tengo que soportar que quiera controlar mí vida. Desde aquel desayuno en donde me arruinó, no quiero saber más nada de él. A veces desearía que apareciera una hija desaparecida en donde él pueda poner su atención y me dejara en paz. —¿Quieres ir conmigo? —pregunta ella —¿A dónde? —Tengo turno con el spa en unos días, sería bueno que vinieras. —¿Intentas comprarme con una sesión de spa? —levanto las cejas y ella comienza a reír —Si. Eso siempre ha sido nuestra debilidad. Entonces ¿Que dices? —Digo que si. Después de tanto tiempo sentía que volvía a tener esa conexión con mamá, como antes. El resto de la noche nos pasamos mirando películas, comiendo pizza, haciendo palomitas de maiz y terminamos mirando el documental de Selena. Con respecto a él, no lo vimos esa noche, ni siquiera regresó y a mamá le importó una mierda. Realmente había algo extraño, a ella ni siquiera le movía un pelo. ¿Donde carajo se metía los fines de semanas por la noche? Como sea, el fin de semana fue como un sueño, tanta paz y tranquilidad eran fascinantes. Pero lamentablemente tenía que volver a clases. Aunque no vi a James en todo el día, nos enviamos algunos mensajes en la escuela. Él tenía muchas prácticas últimamente, pero no me molestaba, le daba su tiempo al igual que él a mí. Estaba comiendo una manzana en el patio del instituto, nos habían dado unos minutos libres así que estaba aprovechando para leer un libro que me había regalado mi madre "la chica del tren", era impresionante lo que me estaba atrapando aquella historia. Ahora que me tocaba estar sola en los tiempos libres solía internarme en un nuevo libro cada semana, era espectacular como una historia podía mantenerme en otro universo. Me encantaban las policiales, pero de vez en cuando exploraba otros géneros. —Hey tú. Levanté mi cabeza y vi a Cheryl junto a sus amigas caminando hacia mi. Era el grupo popular de la secundaria, aquel mismo grupo donde podías sacarte los ojos de tango rodarlo por la cantidad de estupideces que dicen y hacen. —¿Que quieres Cheryl? —pongo los ojos en blanco, esa chica era insoportable. —Quiero que te alejes de James, no le convienes. —¿Disculpa? —Así como escuchaste estúpida, me pertenece. Lo vi primero que tu, eso me da el derecho. —No sabía que era un objeto ¿Siquiera estás escuchando lo que dices? —pongo los ojos en blanco—. No seas patética, Cheryl. Deja de estar humillándote y vete de una vez. —Estoy hablando en serio. Además.. ¿A ti no te gustaban las mujeres? —levanto una ceja—. Si ni siquiera te lo vas cojer, déjalo en paz. —Búscate a otro —la miro—. Y también busca a otra para molestar, no tengo tiempo para tu mierda, Cheryl. Ella me miró con una sonrisa burlona Y luego mira sus amigas. Quizás tenían un idioma de víboras a través de telepatía. —¿Y porqué mejor no te consigo a un buena chica con la que sí quieras estar? —¿Te diste cuenta de lo ridícula que eres? —Cheryl agarró mi brazo y de un tirón me levantó de donde estaba sentada. —Tienes todas las de perder. —Y a mí me importa un mierda todo lo que hagas, solo déjame me paz y vuelve a tu mierda de curva. —la palma de su mano chocó contra mi cara y con sus uñas logró lastimarme toda la mejilla. No le di tiempo a que ella lo asimilar, solo la tomé del cabello y la dejé en el suelo, subiéndome sobre su estómago para comenzar a luchar. Sus amigas intentaban tomarme d ella cintura para sacarme, pero este no era su asunto. Ambas nos quedamos estáticas cuando escuchamos la voz de la directora. Unos hombres me sacaron de arriba suyo y me dejaron frente a Derwin. Mierda. —A dirección, ahora —Esto ni siquiera es justo, ella comenzó todo. —No me importa Santos, la quiero a las dos en mi oficina en este momento. ¡No voy a tolerar la violencia! Citaron a mi padre y supe que se venía lo peor. Apenas ella entró a la oficina nos dijo que primero vayamos a enfermería mientras se comunicaba con nuestros padres. Mí mejilla sangraba, tenía cuatro raspones de sus uñas de mierda mientras que su labio estaba cortado. —Voy a asesinarte, arruinaste mí boca —gruñe desde la camilla del frente. —Deja que se cicatrice, siempre puedes ponerle un poco más de botox —sonrío —Cierra la boca o terminarás en el suelo otra vez —¿No habías sido tu la que estaba en el suelo? —le sonrío burlonamente y ella me amenaza con saltar de la camilla, pero entonces llega la directora. —Suficiente con ustedes dos. Terminan lo que han comenzado ahora y agradezcan de que no las expulsó —nos mira a ambas—. Y el único motivo es porque son buenas alumnas y solo faltan unas semanas para que se graduen. —Lo siento —murmuro bajando la mirada. —Se pedirán disculpas y vas a mí oficina, ahora. —No, ni pienso —Cheryl comienza a quejarse pero la directora la miró desafiante—. Está bien —suspira. —Lo lamento, Cheryl —me burlo con la mirada cuando la directora se gira para centrarse en sus disculpas, ella solo pone los ojos en blanco. —También lo siento —gruñe. —Ambas están suspendidas por una semana y sus padres las esperan afuera. Carajo. Lo peor de todo esto fue ver a mí padre cruzados de brazos y con el ceño fruncido al salir de allí. Sus ojos fueron hacia mí mejilla y no había más que irritación. Él no volvió a hablarme hasta que salimos de la escuela, estaba enojado y yo solo quería ir a mí cuarto. —¿Cómo es eso de que te agarras con una de las niñas? ¿Te crees un hombre o que? —me dijo mientras caminábamos al auto. —Yo no lo empecé. Ella vino hacia mí. —Pero le rompiste la cara Verónica ¿Eso hacen las señoritas? —levanta una ceja—. Gasté suficiente dinero en tu educación como para que ahora te comportes como una pandillera. —Me importa una mierda. —Cuida tus palabras, Veronica. —Da igual, de todas maneras nunca estarás de mi lado ¿O si? —lo miro—. Dentro de poco me iré a la universidad y ya no estaré aquí, así que no me arruines el último tiempo. —Sigues teniendo mí apellido. Todo el mundo sabe que eres mi hija, deberías comenzar a comportarte. —Si, claro. Lo siento, señor —respondo haciendo señales del ejército. —Sube, Verónica. Prefería no decir nada, suficiente tenía con su mini papel de padre por unos minutos. Cuando llegamos noté que la casa estaba en silencio, según él, mi mamá se había ido a hacer unas compras y volvería tarde. Entonces como quería evitar su regaño excesivo, simplemente subí a la habitación y me encerré allí. Me había dejado la mejilla echa un asco, con suerte no me quedaría ninguna cicatriz o al menos eso era lo que la enfermera dijo. Me acosté en la cama mirando hacia el techo, tenía muchas cosas que pensar, pero al parecer mí estúpido estómago decidió enfermarse. En cuestión de segundos estaba vomitando sin parar. Mierda, hace días que me sentía fatal. La última semana había estado bastante extraña con respecto a mí salud, todo me resultaba un asco y generalmente vomitaba en algunas ocasiones. No, carajo. Esto no puede ser. ¿Y si estaba embarazada? No podía estarlo, era una posibilidad en un millón. Siempre había tomado los pastillas y James se ponía a preservativo cada vez, ninguno quería tener un jodido niño ahora. Pero tenía todos los síntomas, jamás me había sentido de esa manera h defintivamente mí estómago no era para nada sensible. ¿Que hago? Verónica 15:03 James, necesito hablar contigo. ¿Podemos vernos? James 15:05 Estoy en la práctica. Quizás más tarde. ¿Paso algo? Verónica. 15:06 Es mejor si lo hablamos luego, no por mensaje. James 15:07 Paso por ti a la noche, ahora no puedo. Drake tiene problemas. Carajo. Tenía entre la opción de contárselo a mí madre y que me diera apoyo o ir y hacerlo de una jodida vez. Por precaución a no vomitar en medio de la calle, esperé un buen rato a que me sintiera mejor. —¿A dónde vas tu? —pregunta mí padre, dejando la laptop a un lado—. Estás castigada. ¿En serio? ¿Castigada? —Solo iré a la farmacia de la esquina, compraré unas pastillas para el dolor de cabeza. —Hasta la esquina y te vuelves. —Si, lo haré. Insoportable. No entiendo porqué insiste en seguir castigándome cuando literalmente soy mayor de edad. Y la culpa de que aún esté en la escuela secundaria era porque él decidió que teníamos que viajar por tres años, disfrutando de su sucio dinero mientras que me perdía de ingresar el primer año a la secundaria. Eso es absurdo, pero se supone que era bueno viajar por el mundo para conocer nuevas cosas para beneficiar su trabajo. Vaya mierda. Como sea, solo faltaba poco para que terminara y me largara de aquí. Lo único bueno que él había hecho era hacer un trato conmigo para regalarme un departamento en New York y que me fuera a estudiar allí, por lo que ese era el pase a mí libertad. Voy hacia la farmacia, intentando pensar en que todo esto tiene que ser un maldito mal entendido. Guardo la caja de cartón entre el elástico de mí pantalón, escondiéndolo con la chaqueta. Sé que probablemente mí padre ni siquiera prestara atención, pero compré algunas pastillas por si preguntaba. —Tengo que irme —dice él apenas entro pro la puerta principal. —¿Y mamá? —Está en camino. Seguro llegara en media hora. —¿Y a dónde irás? —¿Desde cuándo te digo mis movimientos? —pongo los ojos en blanco y veo como él saca de su pantalón un rollo de billetes—. Si tu madre no llega compra algo para la cena. No estoy seguro de volver hoy, pero dile a tu madre que la llamaré. —Esta bien —murmuro. Estoy comenzando a sospechar que él está en algo turbio o engaña a mí madre. Las cosas que hace no sin normales, nadie duerme en el trabajo un fin de semana ni mucho menos tiene reuniones a horas tan tardes. Sea lo que sea que esté pasando, puede quedar para después, porque ahora mismo tengo un asunto personal que atender. Camino hacia mí habitación y luego voy al baño. Estaba demasiado asustada para decir verdad. Me quedé allí unos minutos, entonces tomé valor y me lo hice. Tenía que esperar unos minutos según lo que decía aquella caja. Casi me caigo cuando mí celular comenzó a vibrar conta el lavamanos. Era mí madre, en un llamada. —¿Hola? —pregunto con la voz temblorosa, maldiciéndome por dentro. —¿Cariño? ¿Que sucede? ¿Te encuentras bien? —Uhm, si. Es que estoy mirando una película súper triste y me quede llorando —trato de mentir rápido—. Tienes que verla, es sobre un perrito que es abandonado. —Cuando llegue a casa si quieres la vemos —exhalo el aire y me tranquilizo—. Llamaba para preguntar que tenías ganas de cenar. —Uhm. ¿Arroz con pollo? —¿Quieres eso? —Uhm si. Podemos cocinar. —De acuerdo, amor. Estoy en el supermercado, en unos minutos estoy por allí. —Esta bien, mamá. Adiós. Cierro los ojos y trato de volver a mí eje, defintivamente no esperaba la llamada de mamá, pero de alguna manera me sirvió hablar un momento con ella. Ahora si, era lo hora de saber el resultado, aunque en mí mente me repetía una y otra vez que deseaba que sea negativo. Por favor. Cierro los ojos y comienzo a llorar, no puedo creerlo. Positivo.
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