Capítulo 2

1243 Words
Capítulo 2 Ximena Una vez llego a mi casa después de un largo viaje de casa de Emma hasta aquí, una idea llega a mi cabeza de pronto ¿Qué tal sí lo que me está pasando con Gabriel es que nos hemos dejado llevar por la monotonía? ¿Y si lo que necesitamos realmente, es revivir la llama de la pasión para que nuestro matrimonio vuelva a ser como era antes? A lo mejor y es eso, tal vez ambos nos concentramos mucho en nuestros trabajos y no nos dimos cuenta. Con algo de ayuda de Berta, la empleada del servicio que trabaja con nosotros desde hace tiempo. Esta me colabora y juntas preparamos una deliciosa cena romántica para cuando llegue Gabriel, no quería que cuando llegara esta noche a la casa encontrara lo mismo de siempre. Busco en mi armario la mejor lencería sexy que tengo y luego de bañarme con sales especiales, me coloco la lencería para después esconderla debajo de una bata de seda para que mi hija no la vea. Así que una vez la niña se bañó, ceno e hizo sus tareas; jugamos un rato y después la lleve a su recámara para que duerma. Mi hija es una niña muy buena, tanto que no me da problemas y una vez se duerme me voy a mi habitación para terminar de arreglarme. Miro el reloj de la sala y ya falta poco para que Gabriel salga de la oficina, por lo que marco a la recepción para preguntar por él; ya que no quiero hablar con su dichosa secretaria. Una vez me atiende Naila, la recepcionista; una mujer muy agradable que trabaja ahí desde hace mucho. Esta me dice que mi marido acaba de salir hace como veinte minutos del trabajo, por lo que al escuchar eso; decido esperar a mi esposo junto a la cena romántica que prepare para ambos. … Miro el reloj de mi sala otra vez y ya es casi media noche. Ya han pasado más de tres horas desde que llamé a la oficina y me dijeron que él había salido. Lo que me deja sin ninguna otra explicación más que me está viendo la cara de estúpida, pero claro; como yo siempre estoy en casa y dispuesta para él. Este cree que me va a poder seguir engañando a su antojo. Molesta por lo que acaba de pasar y frustrada por la cena que no se dio, me decido por aceptar el viaje con Emma. No me vendría mal estar lejos de toda esta farsa, donde lo única real que tengo es a mi pequeña hija. En el preciso momento en el que le mando un mensaje a Emma confirmando mi asistencia en ese viaje, esta no tarda en responder y en preguntarme que fue lo que pasó. Sin embargo; aun así, solo le contesté que mañana en cuanto nos veamos le contaré exactamente que fue lo que pasó. Nadie mejor que ella para contarle mis problemas. Después de apagar el teléfono, me decidí por ya no esperarlo más y es ahí cuando siento como la puerta de la entrada se abre. Por lo visto, esta es la hora exacta en que por fin aparece el señor de la casa o mejor dicho es la hora en la que su amante lo deja respirar. Veo seriamente como Gabriel viene con su camisa entre abierta y las mangas hasta los codos, por lo que solo debo de imaginarme con quien estaba para llegar con semejante aspecto de feliz recién follado. No sé cómo tomar el hecho de que Gabriel me mira con bastante asombro; debe de ser porque no se imaginó que yo estuviese despierta hasta estas horas y es que como siempre ya estoy durmiendo. A lo mejor pensó que esta vez sería igual. _ ¿Mi amor, qué haces despierta a esta hora? _ me pregunta el muy sínico con una voz dulce que en estos momentos solo me provoca querer romperle la botella que tengo en la mano sobre la cabeza. _ No hago nada, Gabriel. Solamente estaba haciendo el papel de estúpida mientras esperaba a mi flamante marido _ digo con un tono serio y este me mira con supuesta culpa _ ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperándote? _ le pregunto, pero este no contesta _ Claro que no puedes saber. Llevo esperándote probablemente más tres horas y hasta este momento, es que al gran señor se le ocurre llegar a su casa. Además, cuando llamé a tu oficina esta tarde, me dijeron que ya hacía como veinte minutos que tú habías salido ¿Dónde se supone que estabas? Veo como Gabriel me mira sin saber qué decirme y yo solo espero a que cuando hable otra mentira salga de su boca. _ Mi amor, lo siento; de verdad. A última hora se me presentó algo muy importante y no pude llegar a casa, tuve que volver a la oficina y hasta este momento es que vengo a salir. Es verdad que salí temprano, pero entre una cosa y otra no pude llamarte. Escucho otra vez una excusa barata de las que suele decirme siempre y ya estoy cansada. Ya no sé qué hacer con esta situación; así que solo le doy un misero asentimiento con la cabeza y me levanto del mueble en el que estaba para dirigirme al cuarto. Sin embargo, antes de atravesar el umbral de la puerta que lleva a las habitaciones, me paro en seco rápidamente y lo miro directo a los ojos. _ A partir de mañana no me vas a encontrar aquí cuando llegues a la hora que te parezca, pienso hacer un viaje todo el fin de semana con Emma. La niña se quedará con mi mamá, si quieres ir a verla y tienes tiempo puedes ir a su casa. Aunque bueno, tú siempre estás ocupado y de seguro no iras. _ ¿Solo eso me vas a decir? ¿Te vas y ya?_ pregunta supuestamente asombrado luego de mis palabras. _ ¿Acaso tengo algo más que decirte? Si estuvieras más en casa a lo mejor tuvieras el derecho de decirme algo _ le contesto notoriamente molesta. _ No Ximena, no digas eso claro que tengo derecho preguntar soy tu esposo. Además, yo confío en ti y sé que nunca harías nada incorrecto, no importa si te vas con Emma o con alguien más. Escucho las palabras de Gabriel y si tan solo este supieras que en estos momentos tengo muchos deseos de matarlo por cínico, no estarías diciendo semejantes babosadas. Supongo en mi cabeza, pero no lo digo; no vale la pena. _ En la cocina está la ridícula cena romántica que hice para ti – digo con desdén - Si quieres comer algo, hazlo, no me importa en lo absoluto. No obstante; una vez termines, limpia absolutamente todo porque Berta no tiene necesidad de recoger nada de lo que yo te hice y como la cena era para ti no te queda de otra. No sé ni para que me moleste en hacerla si era más que obvio que tú ni siquiera ibas a llegar. Buenas noches. Salgo de la sala y voy ya hacia el cuarto cerrando la puerta fuerte tras de mí con pestillo, ya que no quería ni siquiera que entrara aquí. Él no iba a dormir conmigo después de haberse revolcado con alguien más, mi dignidad y amor propio no me lo permite.
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