CALIPSO

ΚΑΛΙΨΟ (Calipso)

Calipso era una mujer muy bella, esa pequeña niña que cuestionaba todo, se había transformado en una hermosa mujer con un temperamento firme, independiente y  un toque de insolencia; su cuerpo era una escultura perfecta, comenzando  en su cuello, delicado y fino, sus hombros tenían un porte elegante, su espalda dibujaba una caída perfecta, en donde más de uno quería caer pero sobretodo imaginaban, en más de una ocasión, escenarios donde se aferraban a esa espalda y sus hermosos glúteos, firmes, suaves, deliciosamente bien proporcionados; así como, sus piernas largas y torneadas que se podían contemplar por las ranuras de su túnica; vientre y cintura esbeltos, pero las partes que más gozaba de su cuerpo, en aquellas noches donde sentía una ansiedad por disfrutar el calor de alguien más, cuando no podía contener el fuego que emergía de su interior y la obligaban a cumplir ese llamado y saciarlo con sus manos, eran sus pechos, gloriosas cúspides sensibles al roce, rodeado de un fuerte embrujo, que te hacían desear tenerlos, una y otra y otra vez, al ritmo de su fuego proveniente de su entrepierna, terso, delicado, como el c*****o de una flor  dando la bienvenida al Sol ante su calor. Su cabello n***o, largo y ondulado, adornaban un hermoso rostro, donde sus deslumbrantes ojos cafés, mostraban una picara curiosidad y brillo  propio de su juventud, una pequeña marca de nacimiento en su pómulo izquierdo que la hacía lucir sensual a su corta edad, su nariz larga y respingada hacían una perfecta armonía con sus labios, pétalos de flor color carmín.