ARGUMENTO:

1305 Words
*****  —Clara, mírame cielo.  Por más que él lo pedía, no podía hacerlo. No podía verlo a los ojos, el miedo la estaba comiendo viva, espesas lágrimas corrían por sus mejillas, la punzada en la boca de su estomago, le decía que estaban muy cerca del final, sus gemidos eran apenas audible, estaba paralizada.  —Papi, resiste —fue las únicas palabras que pudieron salir de su boca, mientras le daba golpecitos en las mejillas para que no se durmiera—. Háblame, papi ―suplicaba, era lo único que su condición de niña podía hacer.  Él solo trataba de calmarla, trataba de hacerlo un poco más fácil para ella.  —Eres mi nena, Clara. Naciste para hacer cosas grandes, nunca lo olvides  —limpiaba las lágrimas de la niña con sus dedos pulgares manchados de sangre, él dio una respiración muy difícil, buscando las fuerzas que no tenia en ese momento, como pudo colocó sus manos en sus hombros, haciendo un poco de presión para que le prestara mucha atención. A lo lejos se sintieron pasos alrededor. Eran personas corriendo tal vez; los mismos que los buscaban con mucho afán.  ―Clara, mírame. Debes irte… ahora —tosió y de su boca salía sangre espesa—, corre Clara. Que no te encuentren aquí conmigo. ¡Escóndete bien, ya están aquí! —volvió a toser ya no tenía fuerzas, sabía que el momento de su muerte, estaba cerca.  ―Papi, no me dejes —suplicó una vez más, con voz entrecortada, trataba de ser valiente.  ―Por favor princesa, se la buena niña que siempre has sido —le entregó a Coloso, el conejo de peluche que él mismo le había traído de Europa, hacían unos tres años atrás.  Tener nueve años, ser pequeña y ligera le ayudó a esconderse en una especie de armario; pudo subirse por los entrepaños, y quedarse en la parte de arriba; desde ahí podía ver todo.  Minutos después de que había logrado esconderse, llegó un grupo de hombres; todos vestidos de n***o con pasamontañas y armados hasta los dientes, se colocaron en círculo alrededor de su padre, hasta que llegó él… No podía verle el rostro, porque estaba de espaldas a ella, pero si podía ver su tamaño, era tan grande como su papá fuerte, musculoso tenía el cabello muy corto oscuro, asumió que lo era, pero realmente estaba tan bajo el corte de su cabello que no podía distinguir el color del todo. Él vestía también de n***o, parecía un militar como lo era su padre.  ―Vaya... —dijo el hombre con un acento extraño, pero que nunca olvidaría, se puso de cuclillas para estar a la altura de su padre―.  Miren lo que ha traído el gato ―se rio―, el gran Clay Reaves. Desde donde se encontraba Clara, no podía ver lo que le hacía, solo escuchaba como su padre gemía por el esfuerzo de aguantar el dolor, que el gran hombre ejercía en él.  ―Ya me tienes —dijo altivo su padre―, mátame de una puta vez.  ―¿En serio? Sería tan simple hacerlo, Clay ― dijo este con un tono burlón.  ―Entonces… ―tosió― ¿Qué es lo que te detiene, infeliz?  ―No estás en posición de exigir, menos de insultarme  ―se levantó y sacudió sus manos―. Jamás quise que esto llegara hasta este punto ―hizo una pausa―. En realidad te llegué a tener estima, como a un hermano.  Al gran hombre se le enredaba un poco la lengua, tal vez por su falta de práctica del idioma.  ―Pero me traicionaste… ―suspiró pesadamente―. Me traicionaste de la manera más vil y cruel  ―volvió al suelo para estar a la altura del hombre herido en el suelo y para verlo a los ojos―. Me tendiste una trampa, sin importare, que eso acabaría con mi familia.  ―Lo… loo siento tanto, ellooo… Ellos me amenazaron con matar a mi hija… nunca quise traicionarte ―gemía de dolor―, eres mi hermano.  El gran hombre sintió una gran furia por dentro.   ―Deartháir... ¿Hermano, dices? ―Le golpeó fuertemente en la cabeza, al hacer la pregunta.  Del pequeño cuerpo de Clara casi salió un grito, que apenas pudo contenerlo mordiéndose la mano.  ―¿En dónde estabas deartháir…? ¿Dónde estabas cuando ellos decidieron ir por mi familia y acabar con ella?  ―Tratando de salvar  a la mía... hermano. Estaba en las mismas circunstancias que tú.    ―No confiaste en mi Clay. La verdad que nunca lo hiciste, tu doble moral era más fuerte. Mira ahora las consecuencias.  ―Yo nunca te traicioné hermano. Ellos, ellos no tienen nada. —Por alguna razón extraña, Clayton prefirió hablarle en gaélico, para que solamente él escuchara.  ―¿Qué cojones estás diciendo ahora? ―Era evidente que en el tono de voz del hombre, había más asombro que duda.  ―Los engañé, no tienen el dispositivo y nunca la tendrán por eso... tomaron represalia, y  acabaron con nuestras familias.  ―No trates de salvar tu huesudo culo, Clay. Y mucho menos te atrevas a jugar, al ser héroe en este momento  ―Ya no tengo salvación, lo sé... pero no voy a morir dejando que pienses que te traicioné ― su respiración era cada vez más dificultosa―. Erin y Mónica, murieron por nuestra estupidez, no creo que permitas que más personas inocentes mueran por nuestros errores.  ―Maldito infeliz ―lo agarro por el cuello― Erin llevaba a mi hijo en su vientre, ¿entiendes?  ―Mónica, también era inocente, al igual que lo es mi hija. Mi mujer no tenía conocimiento de nada, y aún así murió. Reconoce de una buena vez, que nuestras mujeres murieron por tu maldita ambición.  ―¿Dónde está el dispositivo? ―exigió tomándolo del cuello— ¡Habla de una jodida buena vez, Cly!  ―Nunca lo encontrarás... nadie nunca lo tendrá. Por ahora, ese secreto me lo llevaré a la tumba, y será revelado cuando pagues tu deuda conmigo.  ―¡Maldito seas Clay! De qué deuda hablas, eras mi hermano... mi deartháir  ―Aún lo soy, es por eso te pido... te suplico... ―el hombre  estaba llorando, no podía creerlo, realmente estaba vencido.  El silencio se hizo presente, porque continuaban hablando en gaélico.  ―¿Qué coño quieres?  ―Pagarás tu deuda conmigo. Cuídala.... cuida a Clara.  Él era solo un padre,  rogando por la vida de su hija.  —Nuestros hijos no tienen culpa de nuestros errores, hermano ―le agarró por la nuca, presionando su frente con la de él como dos hermanos―. Promételo deartháir... júralo con nuestra sangre, por la sangre de nuestras esposas derramada esta noche.  ―Está bien la cuidaré, hermano ―se incorporó ―. Es cierto lo que dices, tu hija no tiene culpa de la rata que es su padre... ―sacó su pistola y apunto al hombre en la cabeza― Pero a ti  deartháir. Nunca, nunca te voy a perdonar... por la muerte de mi hijo no nacido... y por nuestras mujeres.  ―Acepto morir por tu mano… es lo justo, ya puedo morir en paz. Tengo tu juramento de cuidar y proteger  muy bien a Clara. Hazlo bien, porque de lo contrario. Si se te ocurre no hacerlo, te aseguro que vendré por ti desde el infierno, deartháir.  —Puedes morir tranquilo. Me encargaré de cuidar a tu hija.  —No esperaba menos de ti, por eso antes de morir te diré el nombre de quien verdaderamente te traicionó. Nos harás justicia, por tu propia mano. Busca a…  PUMMMMM…
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