Capítulo 1:

2401 Words
El Descubrimiento de Ethan ***** No era un hombre conocido por un buen carácter, pero sí por su inteligencia, audacia e instinto, también por tener una paciencia y un autocontrol que muchos envidiaban, pero que todo se iba a la mierda cuando lo hacían enojar; porque tenía un temperamento de los mil demonios. En ese momento la rabia le estaba consumiendo como el fuego sus sentidos. Al punto de que por primera vez en mucho tiempo, su autocontrol tan codiciado estaba  muy cerca de fracturarse.  Durante muchos años, su madre esquivó darle información acerca del paradero de su padre, cada vez que él tocaba el tema, ella se molestaba y zanjaba la conversación de golpe. Algunas veces sonreía, y le decía que era muy parecido a él. Sobre todo en la forma de mantener el control, pero cuando iba un poco más allá, solo le respondía que se conformara con saber que en el fondo, era un buen hombre. Con métodos que asustarían hasta el más valiente, ideales un poco ortodoxos, y el sentido de la lealtad un poco exagerado, y la razón por la cual él no estaba en sus vidas, era porque ella lo había decido de esa forma, porque no quería que le inculcara cosas extrañas. Más de una vez le pidió perdón por eso, pero que nunca se arrepintió de la decisión tomada cuando se enteró que iba a ser madre.  Los años pasaron, como quien pasa la página de un libro rápidamente; pero en su cabeza aún estaba la incógnita de saber quién era su progenitor, y por qué tanto misterio en relación a él. Jamás ni nunca esperó, que después de tantos años descubrir su nombre y apellido. Eso sin contar, que más duro aún fue, enterarse de quién era… un magnate multimillonario, que adquirió su fortuna, de manera poco convencional, por no decir, que al comienzo de su carrera empresarial, fue un delincuente de cuello blanco.  Era el producto de una relación amorosa, entre una joven, estudiante de literatura estadounidense que estaba en un congreso, en la universidad en Dublín. Y un oficial de alto rango del ejército irlandés.  A Carol, su madre no le quedó de otra que decirle parte de la verdad, que su padre había dado con ellos cuando él había cumplido dieciséis años, también le hizo saber que desde ese tiempo,  él había estado con ellos a través de  la distancia, que ella le había impuesto, porque no podía ser de otra forma. No quería que lo involucrara en sus negocios y en la vida que llevaba. Lo quería de mente sana.  Malcolm Brennan, su padre fue un oficial del ejército irlandés entrenado para mezclarse con el Fíor-IRA. (Se trata de una organización ilegal en la República de Irlanda, que ha sido designada como una organización terrorista en el Reino Unido y los Estados Unidos). Su madre optó por contarle sus verdaderos inicios,  que él había sido doble agente, y que no fue malo con ella, al contrario fue la experiencia más hermosa que vivió, pero que no podía aceptar el mundo y mucho menos criar a su hijo en el ambiente que lo rodeaba, por eso nunca le llegó a decir que estaba embarazada. Partió a Estados Unidos, sin mirar atrás, creyendo que Malcom se olvidaría del tiempo de idilio que habían vivido.   No sabía cómo era su rostro, no lo conocía pero que su padre a él sí. Tenía veintisiete años, y recién se enteraba de que era hijo del hombre que afirmaban era uno de los más poderosos de Irlanda, y del Reino unido. Aunque su madre, desde pequeño, le enseñó que nunca debía negar sus raíces irlandesas, porque no sabía en qué momento lo podían reclamar. Incluso le enseñó lo básico del gaélico. Ethan se burlaba de eso ya que solo tenía el apellido de su madre y lo veía imposible. Entendió esa tarde que estaba en un error, y de muy mala manera quién era realmente el patriarca de su  familia. La noticia no le gustó para nada y menos a través de una llamada satelital en plena misión requiriendo su presencia urgentemente en casa.  ―Mamá… esto no puede ser cierto. No puedo creerlo —reprochó Ethan a su madre.  Ella tenía lágrimas en los ojos.  ―¿Qué quieres que te diga Ethan? —preguntó entre sollozos. —Eres su hijo. Su único hijo, ¿entiendes? Después de todos estos años, él quiere reconocerte. Y está en su derecho.  ―¿Acaso lo estás justificando, mamá? ¿Cómo pudiste ocultarme por tanto tiempo algo así? ―Cerró los puños a los lados. ―No, Ethan no me estoy justificando, tampoco me estoy excusando. Simplemente que antes no estabas preparado para saberlo todo. Ahora eres un hombre bien formado, y a estas alturas de mi vida, no voy a negar más quién es tu padre. Ya no tengo fuerzas para luchar contra eso.  Se le quedó mirando fijamente el rostro; su madre no aparentaba, su real edad, y que en los meses próximos cumpliría cuarenta y cinco años. Tenía el pelo castaño oscuro, y los ojos marrones como el café, era hermosa a pesar que los años siempre pasaban factura.  —Aún así, no puedes pretender que lo acepte tan fácilmente —musitó indignado.  ―No lo conoces, cariño ―lo tomó del brazo―; y siempre te he dicho que te pareces mucho a él ―sonrió―. Ambos son tercos, y también tienen los ojos azules como el océano.  Carol obvió decir lo que pensaba realmente. Que tenían ojos que hipnotizan, y consumían el alma.  ―Mamá, soy un maldito SEAL ―dijo casi gritando―. Mi trabajo es defender a las personas de gente como él ―sus palabras hacían eco, en la pequeña cocina de la casa de su madre.  ―Está bien Ethan. ¡BASTA! ―Carol alzó la voz y eso significaba que así él fuese un hombre, ella era su autoridad― ¿Qué te duele más? ¿Saber que fue un criminal o qué aparezca después de todo este tiempo y no sabes cómo manejar la situación?  Lo miró de nuevo a los ojos, pensó que todas las madres eran oficiales empíricos de las fuerzas armadas, porque le hizo sentir como si un superior le estuviese llamando la atención, y fuese de nuevo un novato.  ―No lo sé mamá ―negó con la cabeza―, no sé qué hacer. Me siento entre la espada y la pared en estos momentos.  ―Entonces acude a su llamado. ¿No sientes curiosidad por saber quién es y por qué después de todos estos años te ha buscado?  Ve a Irlanda, conoce a tu padre ―le tomo de las manos, ya no era el niño que ella podía tomar por los hombros para hacerse entender.  ―Ethan, ya el pasado lamentablemente pasó, si tienes preguntas, pues hazlas, pero si la repuesta no es de tu agrado, entonces no indagues de más y vuelve con tu equipo de SEALs. Y  continua con tu vida como tal cual estaba, pero sin la incertidumbre de saber qué hubiese pasado, si le hubieses conocido.  Aquellas palabras, le hicieron entrar en razón. Las madres son únicas y especiales; lo peor es que siempre tienen toda la razón. Sonrió al recordar aquel episodio en su vida y agradeció hacerle caso esa vez a su madre. Fue a Irlanda un país hermoso, conoció por fin a su padre, unos pocos centímetros más bajo que él, mientras él media alrededor de uno metro ochenta y ocho centímetros Ethan media uno noventa y dos compartían la misma fisionomía cabello oscuro y ojos azules.  De la noche a la mañana dejó de ser un soldado para convertirse en empresario, después de conocer la historia de su padre, de su propia boca.  Malcolm Brennan, fue un chico criado en las calles de Dublín, y por cosas extrañas de la vida se formó como militar. Luego fue entrenado para trabajar como  doble agente. Un hombre ambicioso que aprovechó el lado criminal, y lo usó estratégicamente  para levantar su inmensa fortuna.  Comenzó a retirarse del negocio, después de que por una mala decisión trajo la muerte de su familia y de un compañero de misiones, al cual quería como a un hermano, y que años después presentía que él jamás lo había traicionado.  Su padre era un hombre inteligente, pero decidido. Limpió su dinero con esfuerzo, ya que tuvo que quitar algunas vidas en el proceso ya que no se ajustaba a su nuevo estilo de vida. Con el tiempo se convirtió en uno de los hombres más poderosos del mundo. Aunque su cabeza durante más de una década, había tenido un precio. No había muchas personas que supieran cual fue su identidad en aquel entonces, lo que lo hacía más peligroso de lo que había sido. Sin embargo le dejó un legado.  En los cincos años que había pasado, se volvió su mano derecha aprendió del negocio de Brennan Inc, su padre ya no dirigía la empresa, pero si le pedía su opinión. Aún no sabía porque era tan importante para él tener su aprobación.  No todo fue un jardín de rosas entre ellos, puesto que Ethan le había exigido a su padre crear una empresa privada de seguridad internacional que trabajara para el beneficio de la humanidad, y traer su madre con él como condición para aceptar todo lo que representaba el imperio Brennan.  Malcolm estuvo de acuerdo en financiar la empresa que él quería y en cuanto a su madre, ninguno de los dos tuvo problemas con eso, porque los muy traidores unos meses antes de que él se enterara de la verdad, ellos tuvieron comunicación. Su cara de asombro al ver todo el informe que tenía su padre desde su primer diente hasta su último viaje a Afganistán. Podía sentir que estaba orgulloso de él, de hecho decía que era un buen hombre gracias al  buen trabajo de su madre, y  que por eso aceptó, no estar de manera directa en su vida hasta que fuese necesario.  Lo que muy pocas personas sabían era que él al igual que su padre, tenía secretos. Uno de ellos era que era un maldito maniaco adicto a la adrenalina, y que muchas veces había participado en misiones junto a su equipo. Aunque una que otra vez, fue un tema de discusión con padre. Pero su imperio había crecido más de la cuenta y lo hacía muy poco, porque tenía que encargarse de los negocios de su familia. Así que no le quedó de otra, que disfrutarlo financiándolos,  porque sabía que eran buenos en eso, y además el dinero sucio que hizo rico a su padre, debía usarse en algo productivo. Al final creyó lo que siempre le decía su madre, la vida no siempre puede verse de un solo color. Las personas debían apreciar el gris que está entre el blanco y n***o.  No se dio cuenta, como ni cuando multiplicó el legado de su padre tres veces. Tampoco cuando su él y su madre se juntaron de nuevo y tenía que ser sincero, esa noticia, para nada fue de agrado tampoco. Según Malcolm, afirmaba que necesitaba una compañía dulce y femenina; y según Carol había estado soltera por mucho tiempo. Empezaron como amigos de nuevo y se convirtieron en esposos, existía un cariño verdadero entre ellos, aunque  su madre creía que su verdadero amor había sido Erin, la esposa que asesinaron. Puede que sea un insensible al respecto; pero en el fondo se alegró de que las cosas sucedieran de esa manera, porque si no puede que él, y su madre también estuviesen muertos.  En ese momento ellos estaban de viaje a los Estados Unidos, extrañaba Boston su ciudad natal. Pero por ahora tenía que quedarse en Dublín por asuntos de la empresa. Hacía ya un año que había abierto una oficina en New York, pero no había visitado el país en años, y todo lo pertinente lo resolvían sus asistentes. Aunque le gustaba Irlanda había momentos que deseaba estar en Estados Unidos. Esa oficina marchaba muy bien, y tenía en mente seguir expandiendo el negocio por todo el país. Tenía en su agenda un viaje programado para su país natal, en los próximos cuatro meses. Brennan Inc era una corporación de industrias que incluía, tecnología, publicidad, construcción, salud y educación. También en el área de donaciones, el cual le debía la transparencia a su madre, quien le ha ayudado mucho, siendo su representante en muchas ocasiones. En esos últimos meses había dedicado con más esfuerzo. Tenían programado muchas donaciones alrededor del mundo, más que todo a sobrevivientes de guerra, no le gusta llamarlos damnificados, esa palabra no era la más apropiada para todo a los que sobreviven las personas cuyos países están en guerra; por esa razón los llamó así. Ser un militar de élite,  le abrió los ojos hacía tantas injusticias que el mundo vive. Era muy afortunado por el hecho de que con el dinero de su padre, además de percibir ingresos podía ayudar a otras personas. Hablaba varios idiomas entre ellos los más destacados eran el gaélico y el español. Se sentía bien seguir ayudando de algún modo.                                             Estaba en su oficina recostado en su grande y cómodo sillón de cuero, con los ojos cerrados haciendo un reconteo de los últimos cinco años, cuando su teléfono celular comenzó a sonar lo tomó y sonrió era la fotos de sus padres en uno de sus viajes su madre estaba llamándole.  ―Hola, Mamá  El silencio al otro lado le advirtió que algo no andaba bien, su corazón comenzó a latir de manera rápida.  ―Ethan ―dijo llorando―, tu padre… Ethan ¡Oh Dios mío! ―continuó con  voz entrecortada por el llanto.  ―¿Qué ha pasado mamá? ―Ya comenzaba a desesperarse.  ―Malcolm tuvo un infarto ―sus palabras eran atropelladas, y sintió un frío recorría mi médula espinal.  ―¿Mamá, él…? —No pudo evitar hacer la pregunta.  ―Oh no cariño, él está en cuidados intensivos, pero el pronóstico no es muy bueno.  ―No te preocupes, mamá… ―dijo recogiendo todo en su escritorio torpemente y tratando de meter los documentos más importantes en su maletín― Prepararé  todo, viajaré ahora mismo a Estados Unidos.  
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