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Sofía Así pasaron unos minutos cuando muy nerviosa me animé a decirle, abuelo creo que es buena hora para que te bañes, antes de que se oculte el sol y haga frío, él estuvo de acuerdo, salí de la alberca me sequé un poco y lo tomé para llevarlo a la bañera, me preguntó que si no me cambiaría para bañarlo y le comenté que no tenía caso que mojara ropa seca, que mejor después de él me bañaría yo, él se notaba muy nervioso y eso me provocaba aún más, lo senté en la bañera y me puse delante de el para empezar a enjabonarlo, sentía que mi corazón saldría del pecho y mi respiración empezaba a ser más agitada, definitivamente mi abuelo debía notarlo, estaba en un punto en el que no podía disimular más, al enjabonarlo trataba de acercar mi pecho húmedo a su rostro, el casi temblaba de la emoción en el momento en el que no pude más lo besé, mi abuelo se alejó, sorprendido y agitado, me preguntó que por qué hacía esto, le comente que me disculpara que no sabía porque, que solo tenía necesidad de besarlo… y lo abrace, en ese momento él no sabía cómo reaccionar, mi pecho estaba en su rostro y él no se atrevía a abrazarme, le tomé la mano derecha y la puse en mi cintura, en ese momento o el ya no tenía voluntad, tomé su mano izquierda y la puse en mi pecho él lo amasaba de una manera muy torpe por los nervios y la sorpresa, me separé un poco de su rostro, me descubrí el otro seno y lo acerqué a su boca, él lo miraba, con admiración, con gusto, casi con amor, yo disfrutaba su expresión, nunca lo había visto tan hermoso, con miedo, acerco sus labios mi pecho, solo los tocaba con los labios yo con la mano lo movía de arriba abajo de un lado a otro hasta que no pudo resistir más.
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