Hoy me desperté temprano como todas las mañanas, arregle mi cama y voy hasta el baño, abro el grifo dejando caer un poco de agua mientras me despojo de toda mi ropa, entro a la ducha y dejo que el agua caliente corra por todo mi cuerpo, lo restregó con tanta fuerza que quisiera borrar toda las huellas de ese hombre asqueroso de anoche, nunca dejaré de sentirme sucia y asqueada. Mis lágrimas resbalan por mis mejillas una vez más y el dolor vuelve y se apodere de mí, esta soledad que siento en mi pecho cada día es más grande quisiera morirme de una maldita vez, pero se que todo esto lo hago por mi hermano él no tiene la culpa de nada y se que tengo que ser fuerte por el, sólo fuimos víctimas de las jugadas del destino.
—Valeria muévete, tienes que hacer el desayuno o acaso quieres que tu hermano se muera de hambre. —Como siempre, poniendo a mi hermano en medio de todo, pero algún día huiremos lejos de ella y de este maldito lugar.
—¡Ya va tía Amanda!, terminó de ducharme y bajó, —escucho que se va refunfuñando, pero en realidad no me importa, terminó de bañarme y salgo del baño. Agradezco que en medio de todo mi dolor tenga mi propio cuarto donde tengo algo de privacidad, tomó una toalla y secó mi cuerpo, me dirijo hasta mi clóset y tomo un pantalón de mezclilla y una blusa de tirantes, recojo mi cabello en un moño alto y bajo las escalas y puedo ver a mi hermano viendo a través del cristal, siento un enorme vacío en mi pecho, sé que él quisiera ser igual a otros jóvenes de su edad, pero por esa enfermedad tiene que estar postrado a una silla de ruedas, se que volvería a caminar si se le realiza la operación de cadera, pero todavía no tengo el dinero suficiente y el tiempo avanza y cada vez va aumentando la cantidad de dinero.
—Hermanita buenos días. —Me mira como todos los días con sus ojitos saltones llenos de emoción.
—Buenos días hermanito, como amaneciste hoy. —Me dirigí hasta donde está él para darle un enorme beso en sus mejillas regordetas, así yo sea dos años mayor que él para mí siempre va ser mi hermanito—. Ven vamos te haré de desayunar, —tomó su silla de rueda para dirigirlo hacia la cocina, sé que él puede perfectamente, pero a mi me gusta ayudarlo.
—Todavía, no has preparado el maldito desayuno. —Giró al escuchar la voz de mi tía furiosa detrás de mí
—Hola tía buenos días —respondí sarcásticamente—. Y sólo dame unos minutos y ya tendrás tu desayuno. —La miro rodar los ojos, se que no le gusta esperar, pero como siempre digo “al diablo” primero está mi hermano, pongo agua en la olla para preparar el café como todas las mañanas mientras mi hermano se acomoda en la mesa y me ayuda a cortar el pan, no me gusta mucho que me ayude con el desayuno, pero él siempre trata de colaborar muy a pesar de su invalidez, preparó rápido el desayuno pero primero como siempre tengo que llevarle a ella, como si fuera la reina de la casa, pongo todo sobre una charola y caminó hasta el comedor donde le pongo todo al frente, me quedo de pie, como todas las mañanas esperando alguna orden más, menos mal deje el desayuno de Martín servido así que podrá desayunar caliente.
—Esto está asqueroso, —Salgo de mis pensamientos al escuchar a mi tía tirar todo lo que había preparado para su desayuno.
—Pero tía, lo hice como a ti te gusta. —Todos los días es casi lo mismo, si no le gusta algo siempre lo tira al piso para que yo lo limpie es como si le gustará verme siempre tirada en el suelo
—Todo está insípido, acaso quieres matarme, y así lárgate, después de todo lo que hecho por ti y por el discapacitado de tu hermano. —Vaya, no podía dejar de insultarnos, como si de verdad hubiera hecho algo bonito por nosotros, si mi padre hubiera sabido que su queridísima hermana Amanda iba hacernos la vida miserable, nunca nos hubiera dejado a su cargo.
—Lo siento tía, no va a volver a suceder. —Siento una gran humillación al agachar mi mirada y todo para tener que siempre darle la razón.
—Claro que no va a volver a pasar, porque me vas a tener que pagar 300 dólares por esta estupidez. —La miro y tiene una sonrisa triunfal
—Pero… Pero tía, si te tengo que pagar a un más se me va ser más difícil recoger el dinero para la operación de Martín. —Mis lágrimas amenazan una vez más con salir, pero debo de ser fuerte, no puedo permitirme que me vea llorar.
—Eso debiste pensarlo antes de tratar de matarme con algo tan insípido. —Toma su bastón y se levanta de la mesa, para salir de nuevo a su habitación refunfuñando, como quisiera poder irme lejos junto con mi hermanito donde el odio y el rencor de mi tía no logré alcanzarlos, camino hasta la cocina por las cosas de aseo pues como cosa rara tengo que recoger todo lo que mi tía bota, llegó al cocina y sonrió al ver a Martín jugando con un trozo de fruta, me encanta verlo feliz.
—Hola Valeria te estaba esperando para desayunar. —Se gira al sentir mi presencia con emoción, siento como una lágrima resbala por mi mejilla, pues siento que mis padres me dieron el mejor hermano de este mundo, decido dejar la limpieza a un lado y sentarme al lado de mi hermano a desayunar, sirvo algo de jugo de limón y nos disponemos a desayunar como siempre entre risas pues mi hermano a pesar de su incapacidad es un joven muy feliz y eso demuestra que todo esté infierno que vivimos al lado de mi tía él siempre va ser más fuerte y eso me da esperanza para seguir adelante.