—Valeria, Valeria… —Pego un brinco al escuchar a mi tía gritar por toda la casa, me levanto de inmediato dejando el desayuno a un lado, corro hacia la sala y sólo puedo escuchar su bastón contra todo lo que se le atraviesa.
—¿Qué hace, por qué no has recogido todo este maldito desastre?, toda una holgazana. —Se gira al sentir mi presencia, para después caminar hacía mi y estampar su bastón sobre mis costillas, me sobó pues realidad está vez me golpeó con muchísima más fuerza.
—Perdón tía ya recojo todo, estaba desayunando junto con Martín, —trato de disculparme pero su mirada se vuelve más roja de lo normal, llena de ira.
—¿Y quien te dijo que te podías sentar a desayunar?, sin haber recogido todo este desastre que tu misma ocasionaste, voy a salir unas cuantas horas, no prepares almuerzo que no vengo almorzar, espero que cuando llegue tenga todo reluciente. —Se gira y toma su bolso para después caminar hacía la salida como, para irse junto con su chofer, quien siempre le es más perro fiel pues él siempre me ha hecho pegar unas golpizas por parte de mi tia, escucho la puerta cerrarse y mi mente y cuerpo descansa pues voy a tener algo de paz para mí hermano y yo
El día se va volando ya casi es de noche y se me hace extraño que no haya llegado, en fin no me importa, terminó de acostar a mi hermano, pues no es hora para que esté despierto además el dolor de su columna cada vez se hace más fuerte y eso me hacen sentir la peor hermana por no poder pagar su operación
—Que tengas dulces sueños, mi cielo. —Le doy un beso gigante en su frente y lo abrazo, él me rodea con sus pequeños brazos que me llenan de paz y tranquilidad.
—Hasta mañana vale, que sueñes con los angelitos —dice risueño.
—Claro amor, está noche como todas las noches soñaré contigo. —Dejo la luz de la lámpara encendida y salgo de la habitación, como me gustaría huir lejos junto con Martín y poder olvidar todo el daño que nos causó mi tía, pues mi hermanito no estaría postrado en una silla de ruedas si no hubiera sido por ella, si no fuera por ella ya hubiese alcanzado a reunir el dinero para su cirugía, pero se que todo esté infierno pasará pronto esto te lo prometo hermanito algún día seremos libres, suspiro derrotada pero tengo fe de que ese dia no este muy lejos, miro el reloj y veo que ya es hora de arreglarme, así que antes de que llegue mi tía voy hasta mi habitación y me doy merecido baño, salgo y tomo una toalla y enredo mi cuerpo tomó crema humectante la aplico sobre mi cuerpo, camino hasta el clóset y elijo un hermoso vestido n***o ceñido al cuerpo que llega hasta mis muslos, recojo mi cabello y me maquillo con tonos fuertes dejando mis labios totalmente de un rojo carmesí, me miro y siento como si la mujer que se encuentra al frente fuera un fantasma, una mujer sin alma a quien hace mucho tiempo quedó muerta en vida, salgo de mis pensamientos al escuchar el taconeo del bastón de mi tía Amanda, terminó de aplicarme loción y me giro al escuchar la puerta.
—Valeria, Valeria. ¿Por qué no estás abajo?, deberías estar atendiendo al licenciado Sebastián Jones, acaso quieres que uno de mis mejores clientes huya por tus desplantes. —Me toma del caballo y me jala hasta llegar a las escalas, donde me baja prácticamente a rastras sin importarle su cojera.
—Ya tía suéltame por favor, ya te dije que me estaba arreglando y no supe a que horas llegó. —No obstante, mis súplicas y ruegos no le importa a si que siguió jalando de mi cabello hasta llegar hasta la otras área de esta casa, está casa me la heredó mis padres pero mi tía no se como se las arregló para que quedara a su nombre, e igual pasó con nuestra herencia, ella se encargó de decir que mis padres tenían muchas deudas y que el dinero y propiedades que habían dejado a nuestro nombre no había alcanzado para pagar las deudas así que ella las pagaría por mi, pero que yo tenía que pagarle todo lo que ella había pagado, además de la comida de mi hermano y la mía, la vivienda y por supuesto los medicamentos de mi hermano, yo simplemente era tan solo una chica así que acepte.
—Despierta niña tonta, no ves que el licenciado Jones te habla —salgo de mis pensamientos y dejo salir una sonrisa fingida ante aquel hombre viejo y asqueroso que ya se le está haciendo costumbre venir casi todos los días, me da asco.
—Ven a mi vale, y siéntate en mis piernas, —camino prácticamente como todas las noches a fuerza, me siento sobre sus piernas mientras mi mirada se pierde al sentir sus manos recorrer mis muslos, siento tantas náuseas que por mi vomitaría encima de este viejo asqueroso.
—Le comentaba a tu tía hace unos minutos que me gustaría llevarte a una playa por el fin de semana, así que dime qué tú piensas —dirijo mi mirada hacia donde se encuentra mi tía con cara de pocos amigos, la cual deja salir una sonrisa fingida cada vez que el viejo asqueroso le habla, sin que él se de cuenta ella me dice con la mirada que acepte
—Está, bien señor Jones, por mi no hay problema —digo mientras un nudo en mi garganta se hace más grande, pues son tres días en el que no voy a estar cerca de Martín, y se que los cuidados que yo le brindó a mi hermano mi tía no se los va a dar.
—Pero la salida con Valeria le va a costar un dinero extra —dice mi tía guiñandole el ojo con algo de coquetería.
—Como usted diga Amanda, para mí el dinero no es ningún problema, usted no más ponga la cantidad y lo tendrá listo. —Miro a mi tía y veo que su cara está llena de felicidad pues han nombrado su palabra mágica “dinero” me siento asqueada por todo esto, como quisiera estar lejos de aquí y poder quitar las horribles manos de este viejo asqueroso.
—Bueno mi Valeria, a lo que vinimos —dice Sebastián agarrando fuertemente mi trasero que doy un brinco del susto que me dio, me levanto junto con él y caminamos hacia la habitación dejándome atrás a mi tía con una sonrisa de satisfacción, por un lado agradezco, que está casa sea inmensamente grande, y que esté dividida en dos.