Janine se rió. —No, no exactamente. Nos conocemos desde hace años y, a veces, hemos sucumbido a nuestros encantos. Pero, desde luego, nada exclusivo. Sophie sonrió. —Janine, creo que eres mi tipo de mujer. El brillo travieso en los ojos de Janine reapareció. —Sabes, es un amante muy talentoso y bien proporcionado, si me entiendes. Sophie asintió y respondió: —¿Y estás sugiriendo que...? —Sí. He visto a otros hombres aquí esta noche con quienes me gustaría tener una experiencia, así que si distraes a Philip, me darás una excusa. Observó al alto alemán mientras se acercaba y decidió seguir el consejo de su nueva amiga. Se levantó cuando él llegó a la mesa, aceptó la bebida que le ofrecía, dio un sorbo, disfrutando del ardor que le bajaba por la garganta y se instalaba en el estómago

