Al abrir la tapa, Hannah se quedó sin aliento cuando descubrió una flor misteriosa en el fondo de la caja.
Desestabilizada por este segundo paquete misterioso, lo cerró muy rápidamente y lo guardó en su bolso.
Una mano se posó en su hombro que no dejó de hacerla saltar.
Una mano colocada en el corazón se volvió violentamente y se las arregló con su jefe.
- ¿Hannah? Usted está bien ?
Ella podría haber jurado que escuchó una nota de preocupación en su voz.
- O… sí, me asustaste.
Escéptico, entrecerró los ojos antes de poner una mano detrás de su espalda para guiarlo hacia la salida.1
Confundida por esta caja que todavía contenía una flor extraña, Hannah ya ni siquiera podía pensar.
Miró a Gabe con la esperanza de recibir una señal de él, pero no pasó nada. Él simplemente la guio hasta el auto, presionando sus dedos contra su espalda.
¿Estaba fingiendo no ser el misterioso remitente de estos dos extraños paquetes?
De vuelta en la compañía, sus ojos se encontraron dos veces. Ninguna mirada le había dado respuestas.
Luego, Hannah aprovechó un momento a solas con su pez dorado para meterse debajo de mi escritorio y volvió a abrir la caja para examinar esta flor.
No importa cuánto lo estudió, lo olió, lo tocó, este tipo de flor no significaba nada para ella.
- ¿Señorita Stewart?
Ante la dulce voz de Gabe, se golpeó la cabeza contra el escritorio, deseando desesperadamente levantarse demasiado rápido.
- ¡Ay!
- ¿Puedo averiguar qué estás haciendo ahí abajo?
Hannah se frotó la parte superior de la cabeza dolorida y se puso de pie, recostándose en su silla.
- Perdí mi bolígrafo.
Se quedó en silencio por un momento antes de tomar su bolígrafo, que fue cuidadosamente colocado sobre su escritorio.
- ¡Oh, bueno, entonces! Ella lloró con una risa nerviosa.
- ¿Estás segura de que estás bien hoy, Hannah? Porque te necesito en tu mejor momento.
En respuesta, Hannah asintió y recuperó su bolígrafo.
Puso sus manos sobre su escritorio y se inclinó hacia ella. Estaba tan cerca que dos de las secretarias que trabajaban con ella miraron a su alrededor con asombro.
- Si quieres irte más temprano hoy para volver a estar conmigo en mejor forma, estoy listo para dejarte ir para que te tomes el resto del día.
Incrédula ante esta repentina compasión, Hannah parpadeó.
- Está seguro ?
Estaba tan cerca que podía sentir su respiración golpeándola.
- Todo lo que quiero es este archivo escrito para el lunes por la mañana.
Hannah asintió y la tomó, pero apretó los dedos sobre ella.
- No lo pierdas, Hannah, es muy importante.
Ante esta advertencia, Hannah asintió y lo puso en su importante archivo clasificado.
- Y me gustaría que se mecanografiara desde las cuentas de la empresa.2
Hannah frunció el ceño pero se abstuvo de comentar.
Su interés en el contrato le parecía tan desproporcionado que ella se limitó a sonreírle para asegurarle que su trabajo sería ejemplar.1
Cuando llegó el momento de irse, una mano se posó en su brazo.
Ella levantó la cabeza y se encontró con su mirada clara.
- Descansa Hannah
- Gracias, señor Sander
Lentamente, se soltó del brazo y la dejó ir.
Hannah se apresuró a subir al ascensor, ignorando las miradas.
Cuando las puertas se cerraron tras ella, Hannah se encontró con la mirada de su jefe por última vez, quien le dedicó una sonrisa tensa.
Salió de las puertas y cerró los ojos como si eso pudiera ayudarla a recuperar la compostura.
Tan pronto como dejó el negocio, Hannah se dirigió al centro, con la esperanza de encontrar una floristería que pudiera ayudarla.
Entró en una hermosa tienda y se acercó a una vendedora ocupada cortando tallos.
- Buenos dias ! Necesita ayuda ? Dijo feliz.
- Sí, quería un poco de información.
Hannah sacó la caja y la puso sobre el mostrador para sacar la flor roja.
- Me gustaría saber cómo se llama esta extraña flor.
La vendedora lo miró durante unos segundos con una sonrisa.
- Es una Amarilis.
Hannah frunció el ceño pensativa y volvió a guardarlo en la caja.
- ¿Quiere más información, señorita?
- No, muchas gracias por tu ayuda.
Hannah salió de la tienda y se dirigió a su coche.
Se apresuró a regresar a su apartamento y encendió su computadora.
Con una mano temblorosa, puso la flor sobre la mesa y escribió su nombre en Internet.
- Amarilis … susurró, escribiendo el nombre en Google.
"Amarilis: Cuenta la leyenda que la amarilis, esa increíble flor roja que ahora asociamos con las fiestas, fue inicialmente una ninfa tímida y reservada. Amarilis se enamoró locamente de Alteo, un pastor con la fuerza de Hércules".
Hannah frunció el labio mientras miraba las fotos.
Un suspiro de preocupación escapó de sus labios entreabiertos.
- Tú no....
Hannah soltó un grito estridente mientras se levantaba de la silla. Loanes comenzó a llorar a su vez, dejando caer sus archivos.17
Manos en el corazón, jadeos, las dos jóvenes acababan de tener un susto que probablemente nunca olvidarían.
- Pero, qué haces ahí ! Loanes exclamó, cayendo sobre el sofá.
El latido de Hannah disminuyó lentamente mientras se doblaba para recuperar el aliento.
- ¡Llegué a casa antes! ¡Dios mío, me asustaste!
- ¡Fuiste tú quien me asustó horriblemente! Loanes respondió y pasó una mano por su cabello.
- Mi jefe sugirió que me fuera a casa y yo …
- ¿Qué es Hannah?
Mientras Loanes miraba la caja blanca sobre la mesa, Hannah tomó la flor para entregársela.
- Estaba en el almuerzo de negocios esta mañana con Gabe Sander cuando un mayordomo me dio esto.
Loanes la consideró seriamente, enderezándose.
- ¿La misma caja que ayer?
- Más pequeña.
- ¿Dónde estaba tu jefe en ese momento?
- En encantadora compañía.
Hannah comenzó a caminar, tirando nerviosamente de sus dedos.
- Es una Amarilis, acabo de encontrar el significado en Internet.
Loanes se levantó para acercarse a la pantalla.
- ¿Crees que es un psicópata?
- ¡Entonces un psicópata muy romántico! Subrayó su amiga.
- ¡No es gracioso Loanes!
- Quizás sea tu jefe. Este último tomó al azar la pequeña caja rectangular.
- ¡O tal vez es un paciente mental que quiere matarme!
Loanes se puso de pie y le puso las manos en las mejillas en un gesto tranquilizador.
- Si esto continúa alguna vez, llamaremos a la policía, ¿de acuerdo?
Hannah asintió y pasó una mano por su cuello extendido mientras miraba la flor en la mesa.
Luego decidió seguir el consejo de su amiga.
- Tienes razón, esperemos y veamos si esto continúa.