3

1266 Words
- Rosa ? Repitió Gabe, frunciendo el ceño. - Sí, una rosa roja en una caja, ¿no es así? Hannah sintió que su corazón se aceleraba mientras esperaba una respuesta. De repente pareció impasible. - ¿Parezco un hombre que envía flores? La vergüenza subió a sus mejillas. Su deseo en ese momento era saltar de ese auto. - No … pensamos que .. Ante su tartamudeo, Hannah negó con la cabeza con una risa nerviosa. - Por regla general, le entrego flores a una mujer cuando quiero deshacerme de ella con suavidad. Explicó sin una pizca de remordimiento. - Veo... Curiosamente, Hannah se sintió extrañamente aliviada al saber que no era él. Tenía que dejar de tener esperanzas a toda costa. Esta obsesión por querer que su jefe la notara se estaba volviendo ridícula. Y una vez más, acababa de hacer el ridículo. - No le envié una rosa, Srta. Stewart. - Disculpe, no sé qué me llevó a preguntarle eso. Hannah se quedó sin aire y ventiló con su bloc de notas, teniendo cuidado de no mirarlo. - ¿Será que tienes un admirador secreto? Preguntó con curiosidad manifiesta. Precisamente, Hannah lo estaba ignorando. ¡Imposible! - No creo. Ella respondió un poco perdida. Quizás es mi compañero de cuarto el que quería animarme. "Entonces el asunto está resuelto", dijo al salir del vehículo. Hannah se quedó quieta en el coche durante unos segundos y se desabrochó el cinturón de seguridad. Una ola de odio y decepción lo invadió de repente cuando acababa de poner su mano en su espalda para guiarla. Estuvo tentada a liberarse, pero el mayordomo apenas entró por las puertas del restaurante. - Sr. Sander, su mesa está lista. Hannah reprimió un escalofrío y siguió a su jefe hasta la mesa. Contra todo pronóstico, le acercó la silla y se sentó a su lado. Hannah estuvo tentada a quitarse las gafas y deshacerse de la cola de caballo para lucir descuidada, pero reprimió su gesto cuando un hombre de unos 50 años se acercó a ellos. Hannah inmediatamente se puso de pie para saludarlo. Porque a pesar de la avalancha de preguntas que estaba haciendo, quería ser profesional. - Hola señor, soy Hannah Stewart la secretaria de … - Se quien eres. Cortó con una sonrisa benevolente. Gabe me dijo que eres la secretaria más trabajadora y dedicada de todos los tiempos. Hannah sonrió burlonamente ignorando la pequeña mirada de reojo de Gabe Sander. - Verdaderamente ? ¡Me sorprende que te haya hablado de mí! Hannah exclamó, fingiendo estar sorprendida. - Oh, solo dos o tres veces, vendió tus habilidades durante el almuerzo. Hannah se recostó en su silla y desdobló la toalla sobre su regazo. - Hannah es como decirlo … muy generoso. Gabe explicó, dándole una mirada misteriosa. ¿Generoso? Hannah sintió que solo la recordamos … Muy rápidamente, la conversación se centró en este famoso contrato. Esto le dio tiempo para digerir este comienzo algo caótico de la mañana. Gabe le lanzó algunas miradas misteriosas mientras charlaba con su compañero. Unas cuantas veces se inclinó intencionadamente hacia ella para mirar lo que estaba escribiendo. Su olor le hizo cosquillas en la nariz, su estómago se contrajo levemente cuando sus dedos rozaron los de ella, hasta su muñeca. Este gesto podría haber parecido inapropiado para algunas personas criadas en un mundo más moderado, más normal … Solo aquí, la opulencia tenía un lugar importante, los hombres tenían esa inquietante sutileza de dar siempre sentido a sus gestos sin que ninguno diera la impresión de coqueteo. Tenías que adivinar. Muy rápidamente, Hannah probó suerte con el ejercicio. Aprovechó que Gabe se había lanzado a una larga explicación para observar a las cuatro personas sentadas alrededor de una mesa. Su primera observación fue notar cierta animosidad en la mirada del rubio hacia la mujer del sombrero. Una amante compitiendo con la esposa sin duda, había deducido después de que la mujer rubia saltó de su silla sin que ninguna emoción cruzara su rostro. Hannah casi podría haberse reído si la situación no hubiera sido realmente … completamente triste.4 - ¿Hannah? - ¿Mm? Sí ? Cuando se encontró con la mirada de Gabe, Hannah parpadeó rápidamente y volvió a su bloc de notas. - Haremos cita alrededor del 10 de noviembre para la firma del contrato. Le preguntó a su socio. Una sonrisa triunfante apareció en los labios de su jefe. - Será perfecto. Concluye levantando su vaso de jugo de naranja como si fuera una copa de champán. Hannah anotó la hora y la fecha y describió en letra pequeña la naturaleza del contrato. - Bebamos Hannah. Obsesionada con su bloc de notas, se tomó un tiempo infinito para comprender el significado de esta invitación. - Oh ! Sí, bebamos. Rápidamente levantó su vaso de jugo de naranja, casi derramándolo. - ¡A nuestro contrato! Hannah siguió esta oleada de buen humor con cierta renuencia a exponerse frente a todos. Un poco más tarde, Grant, el socio de Gabe los dejó por un momento para ir a encontrarse con un conocido. Avergonzada de estar a solas con él de nuevo, Hannah se aclaró la garganta nerviosamente mientras alisaba el mantel. - Estuviste a la altura de mis expectativas, Hannah, felicitaciones. Sorprendida, Hannah se sintió extrañamente aliviada al oírle decirle eso. Había estado tan concentrada en la forma en que hacía su trabajo que realmente no se había dado cuenta de que a él le importaba. - Gracias, señor Sander. Con una sonrisa, puso una mano sobre la de ella. Hannah se pellizcó el interior de la mejilla y reprimió un escalofrío. No ! Sobre todo, ¡no debería romperse! Todo fue un malentendido. Ella fijó su mirada en la de él y no pudo determinar qué brillo nublaba sus ojos. - ¿Quieres que organice tu rueda de prensa mañana por la mañana? Preguntó ella, quitando su mano de debajo de la de él. Lejos de sentirse irritado de que ella pudiera haber roto ese extraño contacto, enarcó una ceja. - Veo que no has perdido tiempo estudiando mi horario. Comentó, apoyando el codo en la mesa. - Es mi trabajo, ¿no? - Es correcto... Hannah se puso de pie con una sonrisa tímida. - Tengo que ir al baño de señoras, discúlpeme. - Lleve sus pertenencias, luego regresaremos a la empresa. Dijo mirando su reloj. - Muy bien, te veré en el pasillo. Hannah tomó sus cosas, su abrigo y caminó por el pasillo hasta el baño. Aprovechó este pequeño momento de soledad para recuperar todas sus capacidades de pensar correctamente. Salió del baño y vio a lo lejos a Gabe charlando con el conocido conocido de Grant. Un maniquí de buen metro setenta. - Señorita Stewart, ¿es usted? Hannah se volvió y miró a uno de los gerentes del hotel. - Sí, soy yo, ¿por qué hay un problema? Con una cálida sonrisa se inclinó. - Ninguno, me ordenaron que te diera esto. Hannah consideró la pequeña caja que sostenía y dio un paso atrás, mirándolo con fiereza. - Qué es ? - Solo soy responsable de entregártelo. Hannah lo tomó con vacilación y miró a su alrededor en busca de su jefe, todavía en buena compañía. - Quien era ? Tú … él tú … o ella te dio un nombre. Tartamudeó, esperando una respuesta. - Nada en absoluto, lo siento. Hannah lo siguió con la mirada mientras él se dirigía a las mesas y miraba la pequeña caja rectangular.3 Y su corazón volvió a acelerarse, como el día anterior.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD