Kenny se palmeó el estómago mientras salían del restaurante.
—Maldita sea, ese fue un buen almuerzo. Deberíamos ir a ese restaurante más a menudo.
—Estoy de acuerdo —dijo Lucas—. Quién diría que habría un auténtico restaurante coreano en estas partes de la ciudad. Definitivamente vamos a ser los obsesionados allí.
—Sin embargo, es una pena que no tengan postre. De hecho, estaba deseando algo frío —Kenny se humedeció los labios.
—Ahora que lo has mencionado, quiero algo de helado.
La suerte debe haber estado del lado de los gemelos, porque lo siguiente que supieron fue que escucharon el sonido de un camión de helados no muy lejos de donde estaban.
—Oye, ¿un camión de helados? No he visto uno desde hace mucho tiempo —exclamó Kenny.
—Yo también. Vamos a probarlo —Lucas.
Ambos, se en
