Amar es Imposible

La noche es oscura y fría, apenas a terminado la mitad de todas las tareas que tiene pendiente del instituto y ya sus párpados pesan, tal vez sea el frío, o el hecho de haber pasado todo el día obedeciendo cada orden de su madre, que más que una hija la considera una esclava. Aprovecha que su madre ha salido un momento para ir por algo de agua a la cocina, ya que su primo está de visita y su madre lo acompañó a ver a su novia, que también es su prima, pero mientras la visita es primo paterno, la novia es prima materna. Sabe que su madre va a demorar en casa de su tía, así que se toma el tiempo de levantarse, ir por algo de agua y tal vez prepararse algo de comer, pero se detiene enseguida a mitad del pasillo cuando escucha como la puerta es abierta de un golpe seco. Corre rápidamente asumiendo que se han metido a robar, ya que el lugar donde vive es un lugar inseguro y algo peligroso, o que la puerta se cayó, pero ninguna de sus hipótesis estaban en lo correcto, y averiguarlo le costaría caro esta vez. [Eres una entrometida] Grita una mujer a todo pulmón al momento de lanzar un golpe fuerte y contundente en la cabeza de Ángel, una pre adolescente de apenas doce años. No le da tiempo de pensar, de hablar o de siquiera reaccionar, el golpe ha sido muy fuerte y aún no ha logrado entender porque lo ha recibido. [Maldita mocosa entrometida, ¿como te atreves?] ─dice su madre, y en cada sílaba suelta fuertes golpes con una vara, marcando su cuerpo y haciendo que la pequeña Ángel se retuerza en el suelo de dolor, sin siquiera entender porque está siendo golpeada. En cuanto llega el primo de regreso a la casa queda horrorizado con la escena, por lo que detiene a la mujer. ─No tía, no la castigue. ─dice interponiendose entre la mujer y la pobre indefensa tirada en el suelo. Ángel quiere levantarse, pero no puede, se siente aturdida, algo atontada que no la deja levantarse, lo único que puede sentir es su cabeza muy caliente y su cuerpo adormecido. ─Ven, levántate. ─dice su prima tomándola con cuidado, pero sus ojos se abren como platos, horrorizados por lo que pueden ver. Ángel apenas puede mantenerse despierta, intenta levantarse, pero sus fuerzas enseguida se desvanecen. Llora desconsolada por los golpes que ha recibido, intenta secar sus lágrimas, avergonzada de que una visita la vea llorar, y es solo entonces que aquella mujer que la ha golpeado, su madre, la ve con el mismo horror que la ve su primo. Aquella mujer intenta acercarse, pero Ángel retrocede aterrorizada. ─Ya no me golpee por favor, yo no hice nada. ─balbucea aún aturdida. ─¡Hay que llevarte al hospital!. ─exclamó la madre muy asustada. ─¿vez lo que me haces hacer? ─reniega tomando un trapo y lo coloca en su cabeza. Ángel no entiende nada, está aturdida y casi desmayada, pero al bajar la mirada al suelo, puede ver un charco de sangre formándose con el goteo que viene de su cabeza. Sus manos se sienten pegajosas, mira sus manos, tiene sangre. No solo eran sus lágrimas lo que corría por sus mejillas, era sangre. ─Si el médico te pregunta, dile que te peleaste con alguien o que te caíste, no le digas que yo te lo hice. ─dice su madre hecha un manojo de nervios a modo de súplica muy preocupada, por lo que podría pasar con ella. ─Tía, ese golpe se ve feo. ─dice el muchacho asustado, al ver que Ángel apenas y se puede mantener en pie. ─Se me pasó la mano... ─se lamenta limpiando el rostro de su hija bañado en sangre. ─pero es que ella también se pasa, ¿ves como me hace enojar? ─dice mientras caminan hasta la calle principal por un taxi. Ángel no recuerda más nada hasta llegar al hospital, pero siente alivio al despertar en una habitación iluminada, sábanas limpias y silencioso, pero su corazón latiendo muy fuerte al ver a su madre dormida junto a ella en la cama. Le aterra estar tan cerca de su madre después de lo que pasó. Continúa con los ojos cerrados, aun sabiéndose despierta, no quiere que su madre se de cuenta. ─Bue... Señora, los padres no pueden estar en las camas, son solo para pacientes ─suelta el regaño la doctora apenas va entrando. Solo entonces Ángel abre los ojos, a su vez que suelta un suspiro de alivio. ─Esa silla es muy incómoda. ─reniega algo avergonzada y molesta a la vez. ─a ella solo le curaron la cabeza, el cuerpo no importa. Yo trabajo todo el día, estoy cansada, me duele el cuerpo, y yo no me quejo, yo sigo todos los días, porque a mi nadie me mantiene. ─dice con disgusto, mientras mira a su hija con el ceño fruncido, como si la culpase por el regaño. La doctora prefiere evitar más conflicto, así que pone toda su atención en Ángel. ─¿cómo te sientes, pequeña? ─se acerca amable y delicada a Ángel la doctora. ─Estoy bien, no me duele nada. ─balbucea con miedo sin dejar de ver de manera discreta a su madre. ─El golpe que recibiste fue muy fuerte, tienes ocho puntos, pero afortunadamente no hay fractura. ─dice con una sonrisa acariciando su rostro con delicadeza. ─¿cómo fue que pasó? ─pregunta y enseguida salta la madre. ─Su papá la castigó. ─dice y toma con fuerza la mano de Ángel. ─¿verdad? ─dice, y aterrada por lo que podría pasar en casa asiente. ─Su papá llegó borracho como siempre. ─bufó con molestia de manera genuina. ─y pensó que no había hecho la tarea y le pegó. Yo llegué y lo detuve, lo bote de la casa y ahora no sé dónde está. La doctora ve con molestia a la madre, pero también nota lo aterrada que está la muchacha, así que sin importar lo que ella intente, o quiera hacer, al ser menor de edad, sabe que no puede alejar a Ángel de su madre. ─vendrá una psicóloga a hablar contigo, y también la policía. Este tipo de casos... ─¿la policía?, ¿para que la policía? ─pregunta su madre asustada. ─En este tipo de casos de violencia al menor, se hacen seguimiento con psicología y la policía. Así aseguramos el bienestar del menor. ─explica con suma paciencia. ─Pero yo ya le dije que fue su padre, y que lo boté de la casa, él no va a regresar. ─intenta librarse. ─por qué no me cree, acaso yo voy a golpear a mi niña, ella es mi hija. ─dice alterada, sobre todo por el miedo. ─Lo sé, pero aún así debe haber un seguimiento. ─insiste, y la revisa minuciosamente en silencio. ─La pequeña recibirá atención psicológica, y en canto el maltrato físico de su esposo, se le atenderá con las restricciones debidas. La madre de Ángel no tiene que decir nada para intimidarla, solo basta con mirarla para que ella este aterrada.