Capítulo 5

1271 Words
—O sé mi puta, calienta mi cama y te dejaré vivir. Al escuchar sus palabras, la ansiedad de Aurora aumentó ya que estaba completamente disgustada por su oferta. Desde el momento en que lo conoció por primera vez en su mansión, él le había estado dando escalofríos. La forma en que sus ojos la miran simplemente le daba escalofríos y la forma en que la había mantenido cautiva, sabía que debía haber alguna razón para que no la matara todavía. Al principio, tenía miedo de que él quisiera torturarla antes de quitarle la vida después de que el hombre que mató estaba ensangrentado y parecía que había estado siendo torturado durante Dios sabe cuánto tiempo, pensó que ella podría tener el mismo destino.. Pero ella nunca en sus sueños pensó que él querría algo así de ella. Su corazón comenzó a latirle en los oídos cuando la sangre se drenó de su sistema. —Vamos ¿No quieres vivir? —Solo … P-Por favor, déjame ir. Te juro que nunca volveré. Nunca le contaré a nadie lo que vi. Desapareceré de tus ojos de esta ciudad, por favor … Tan pronto como comenzó a pronunciar esas palabras que Zeus no dijo. No le gusta ni un poco. Arrojó el arma sobre el colchón a su lado y bruscamente giró su cuerpo cortando sus palabras y haciéndola jadear por la dureza con la que la giró. Sus piernas cayeron al lado de su cintura mientras estaba completamente tirada en su regazo. La obligó a sentarse a horcajadas sobre él. Él le dio otro tirón a su cintura haciendo que su pecho chocara contra el de él. Sus ojos se clavaron en los de él. Sus ojos verde grisáceos oscuros se encontraron con los llorosos esmeralda de ella. La forma en que la miró era tan oscura que casi la hizo correr por las colinas. Su agarre en su cintura se hizo más fuerte haciéndola gemir. Zeus inclinó un poco la cara hacia abajo para poder estar cara a cara con ella. —¿Qué diablos acabas de decir? —el gruñó por lo bajo haciéndola estremecerse mucho. Su otra mano fue a su moño desordenado de nuevo y esta vez tiró bruscamente del pasador de su cabello que los mantenía atados. Sus hermosos mechones cayeron sobre sus hombros. A pesar de que ella no tiene mucho cabello sedoso ya que sus cabellos son una mezcla de rizado y liso, pero aun así, su cabello castaño se veía extremadamente fascinante a los ojos de él. Puede que no sean sedosos, pero de hecho eran largos y brillantes. Pero esa vez todo su enfoque estaba en su rostro ya que su mirada era la única emoción con la que la miraba. No quería nada más que perforar la idea de no escapar nunca de él en su mente. Él tiró de su espalda apretando su agarre en su cintura haciéndola estremecer. —¡Nunca me dejarás! ¿Lo entiendes? ¿Nunca escaparás de mí? Eres mía ahora ¡Quemaré el mundo entero si vuelves a pensar en escupir esa mierda de desaparecer de mis ojos otra vez! El corazón de Aurora cayó en la boca del estómago al escuchar sus palabras. ¿Qué está diciendo? Hace un minuto quería matarla y ahora la reclama como suya. Antes de que pudiera descifrar lo que estaba pasando, un grito salió de su garganta cuando él tomo un puñado de su cabello y le echó la cabeza hacia atrás. Ella empuñó su camisa con fuerza clavando sus delicadas uñas en su camisa. Los ojos de Zeus se oscurecieron de deseo cuando su hermoso cuello estaba justo en frente de sus ojos. Se veía tan malditamente tentador y succionable. No quería nada más que atacarlo. ¿No tenía idea de lo que le pasaba? La sola idea de no poder volver a ver su bello rostro, de no poder tocarla de nuevo, de no poder mirar de nuevo sus ojos inocentes grandes de color esmeralda, lo inquietaba. No tenía idea de por qué estaba enojado con la idea de que ella lo dejara, pero sabía una cosa. Él la quiere debajo de él, a su merced. Quiere arruinarla de todas las formas posibles. Quiere arruinar esa inocencia que sostienen sus ojos. El monstruo dentro de él quiere que su pureza sea domesticada desesperadamente. Dejó que su cara se hundiera en su cayado haciéndola gemir. —No vas a huir de mí. Métete esta maldita cosa en la cabeza. ¡Eres mía! —el susurro en su cuello haciéndola separar los labios, mientras un grito entrecortado salía de su garganta. A pesar de que su cabeza estaba ardiendo de dolor, no se dio por vencida y comenzó a golpear sus hombros con sus pequeños puños. Sus ojos se abrieron de puro terror cuando él le dio un picotazo en el hueso de la garganta. Zeus gruñó con desaprobación ante su continua lucha. Cuánto odia la resistencia y este acto de ella estaba aciendo, pero su deseo era más alto. Ella gritó en estado de shock al cerrar los ojos cuando él dio una voltereta y golpeó su espalda contra el colchón desgastado que se cernía sobre el suyo. Sus piernas todavía estaban alrededor de su cintura mientras él penetraba su cuerpo entre sus piernas, antes de colocar su rostro justo sobre el de ella dejando solo una pulgada de diferencia. El arma debido a la fuerza cayó al suelo. Sus ojos se encontraron con los de él, de color verde grisáceo brillante, que solo le lanzaban ira y lujuria. Sus ojos inyectados en sangre estaban muy abiertos e incrédulos. ¿Cómo puede la mirada de alguien ser tan aterradora y asesina? Su cuerpo se estremeció al ver el color de sus ojos oscurecerse. —¿No quieres vivir? Cerró los ojos cuando el gruñó la última palabra justo en su cara, lo que le valió un sollozo entrecortado. Zeus agarró su garganta con un suave agarre a pesar de que su toque era suave, pero no dejó de quemarla. Ella se estremeció al pensar que él quería estrangularla hasta la muerte, pero no aumentó la presión sobre su garganta. —Satisfacedme y os dejaré vivir —dijo haciéndola negar con la cabeza. —¡Estas loco! No quiero esto —ella gritó haciéndolo entrecerrar los ojos con ira, pero aun asi él sonrió apretando un poco su agarre en su cuello. —Pero no tienes elección. O mueres o calientas mi cama ¿Y cuál es el problema en eso, eh? —exclamó con frustración. Su negación continua y sus gritos ahora lo estaban molestando muchísimo. A pesar de que amaba lo hermosos que se veían sus ojos mientras sus piedras esmeraldas brillaban con agua cristalina, aun así, su negación y resistencia lo estaban poniendo nervioso ahora. Odia el rechazo. —Deberías estar feliz de que un hombre perfecto como yo, con el que todas las chicas sueñan te quiere. Prometo mostrarte el cielo que ningún hombre te había mostrado antes. Ningún hombre puede hacerte sentir lo que yo puedo hacer hermosa, así que déjame que te tenga y te dejaré vivir. Y no te preocupes, tú también te beneficiarás, quiero decir, quién no querría a un hombre como yo. Su yo narcisista hizo bien en elogiarse a sí mismo y tratar de manipularla, pero tan pronto como él hundió su cabeza en su cuello. Pocas palabras salieron de la garganta de ella que congelaron todo su ser. —Está mal. Me estas pidiendo que cometa un pecado. Estoy casada. Soy la esposa de otra persona. Por favor.
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