Dos.

1790 Words
Giulia no dejaba de pensar en lo que había visto aquel día en los archivos del instituto. ¿Cómo era posible que uno de los estudiantes mejor vistos dentro de las instalaciones estuviera becado? Descartaba toda probabilidad de que fuera debido solo a su promedio, ya que su desenvolvimiento no era tampoco el de un genio o de los típicos nerds del salón. Siempre estaba muy tranquilo, esa no era la actitud de un chico en términos económicos precarios. Su crush, la única persona que le había gustado en la vida con esa intensidad era una persona de bajos recursos. Eso sonaba tan imposible como que los cerdos volaran, así que tendría que descubrir el misterio detrás de ese curioso hallazgo. Entonces ¿Incluso el uniforme que le quedaba a la medida era una mentira por completo? Tomó un sorbo de su chocolate frío mientras cenaba en compañía de la pequeña cocker spaniel que tenía su familia, la cual era una perrita de un color miel muy hermoso, siempre bien cuidada y en perfectas condiciones. Era muy bien portada, por supuesto, siempre dispuesta a ofrecer cariño y afecto. Durante las noches en las que se sentía solitaria, lo único que le daba confort era saber que en casa le esperaba una compañera tan fiel. Tanto su padre como su madre estaban fuera de casa en una fiesta de cumpleaños a la cual fueron invitados, y era muy irrespetuoso no asistir, de modo que no tenían otra opción más que hacerlo y parecer la pareja perfecta, siempre tan correctos que daba la impresión de que no cometían ningún error jamás. Giulia quería escapar a como diera lugar de esa burbuja tan horrible, pero lo cierto era que las posibilidades que le llevarían a algo así eran muy remotas. Veía tan lejos el día en el cual pudiera tener un poco de paz mental, y además su independencia como siempre la soñó. Su padre nunca le daría alas para ser autosuficiente, pero ella intentaría por todos los medios serlo, o eso creía, pero recordaba siempre los consejos de su mejor amiga rondarle la cabeza, quien le decía que si no reaccionaba, poco podría conseguir de la vida, así fuera convencer a sus propios padres. Le costaba admitir que era probable que tuviera razón, sin embargo, su mente siempre le jugaba malas pasadas, haciéndole ver lo débil que era, en cuanto a los pensamientos, y a cualquier cosa en general. Pero aquella noche no podía parar de pensar en Boris, quien había sido el dueño de sus suspiros desde que lo vio por primera vez en alguna clase del colegio. Habían estudiado gran parte de la secundaria juntos, por lo que no era extraño que la mayoría de los estudiantes los relacionaran con los más populares, y es que cada uno ya tenía de por sí su propio encanto que dejaba a los demás un tanto bobos. Por supuesto, en el caso de Giulia era la belleza física, ya que más allá de eso, no era más de lo mismo, pero tenía algo que los demás no podían descifrar, era querida, aunque fuera berrinchuda y una niña mimada. ─No puede ser...─ comentó para sí misma, un poco también para su perrita, aunque esta no pudiera responderle de la manera en que le gustaría. ─¿Qué no puede ser?─ preguntó uno de sus hermanos, quien llevaba por nombre Yosua, y era uno de los más bromistas de la familia, relajado y distraído a más no poder, mientras peinaba con sus dedos las hebras de cabello corto y ondulado color castaño hacia atrás, haciendo que el reflejo en ellas se viera impecable. Giulia rodó los ojos, puesto que sabía que lo que más disfrutaba su hermano era mofarse de sus desgracias, cuando su padre no estaba, claro. Una sonrisa tonta siempre adornaba su rostro, e incluso era así con el personal de limpieza y orden en la casa. ─Nada que te incumba ¿Acaso no tienes nada más que hacer?─ le respondió la de tez avellana, estando harta de que siempre se entrometieran en su vida, y no de buena manera, o eso creía. Lo cierto fue que el chico solo ladeó su cabeza y la miró con un brillo de malicia en sus ojos. ─Sí, tengo algo mejor que hacer─ comentó el mayor, y hasta ese momento la chica notó su vestimenta de fiesta ─como ir a esa discoteca en la que cierto Falckov es bartender ¿Cuál era su nombre...?─ habló este, haciéndose el inocente. A Giulia se le iluminó el rostro, pues creyó que se trataba de Boris, y lo cierto era que se moría por saber qué era lo que hacía, necesitaba saber cómo llegar a su vida, porque definitivamente era su objetivo principal para el proyecto, pero también para su pobre corazón. ─¿Puedo ir contigo?─ preguntó ella, ilusionada con la sola idea de ver al amor de su vida, como pensaba que era el chico de ascendencia rusa. ─¡Para nada! No tienes edad para beber, eso sería muy irresponsable de mi parte─ soltó este, con un tono que quiso sonar serio, pero nada en su boca podía sonarlo, ni siquiera una oración al altísimo, y eso era mucho decir. ─¿Al menos me dirás cuál es ese lugar?─ rogó como último recurso la de ojos color oliva, sin saber qué otra cosa hacer, haciendo un pequeño puchero, como niña pequeña. ─No lo creo─ dijo, para guiñarle el ojo y luego salir por fin por la entrada trasera de la gran casa con ventanales hasta el techo, ya que según él, era menos sencillo verlo desde allí, donde solo transitaba el personal de servicio. Tras él salió Herminia, quien era la mayor de las hermanas, la cual amaba postear su vida en internet, por eso saldría con Yosua, quien era igual de inquieto que ella, pero no hacía de su vida privada un show para que los demás disfrutaran. Lo que hizo Giulia a continuación fue levantarse del lugar en donde estaba, con prisa de seguir a sus hermanos tras cambiarse rápidamente, pero al escuchar el motor de uno de los Mercedes, decidió darse por vencida, solo hasta que en el suelo algo brilló. Ella frunció el ceño a más no poder y se agachó, encontrando en pleno suelo de la sala una tarjeta de invitación a un club que parecía ser de alta gama, ya que el cartón era dorado con letras serias que resaltaban en n***o, teniendo de logo un búfalo en la misma tonalidad. Las letras ponían con claridad "Nostro Bar & Restaurant" y más abajo "Golden Pass". La chica recobró el color en sus labios antes un poco pálidos por la rabia de sentirse siempre menor, pero para ella no existían imposibles cuando se trataba del becado ¿Debería su mente llamarlo así? Algo en eso no se sentía bien. Se encogió de hombros y de inmediato llamó a su mejor amiga. ─Tyna, esto es un código rojo, pero en tono pasión─ comentó ella, estando extasiada, sin poder creer que a su hermano pudo habérsele resbalado aquello mientras se mofaba de su nula capacidad para ligar. ─A ver ¿Qué es eso tan importante que ocurre un tranquilo jueves por la noche?─ quiso saber la de piel oscura y rizos de infarto, los cuales tenía recogidos con un pañuelo de seda y varios rollos cual señora del siglo pasado. ─Sucede que encontré una pista gigante sobre lo que hace Boris cuando no está en el instituto ¿No es eso genial? ¡Es bartender, y además a mi tonto hermano Yosua se le cayó una tarjeta del club el cual no quiso decirme dónde quedaba, pero voy a ir y quisiera que tú m-...─ no terminó la frase porque fue interrumpida por la mejor amiga. ─Giulia, sabes que mañana hay clases ¿Acaso quieres que te suspendan? Para ya con estas ideas locas... Lo que te interesa justo ahora es estudiar─ habló la voz de la razón, y aunque la de cabellos castaños lo sabía, tenía algo en su corazón que le impedía decir que no a aquellos impulsos de idiotez. ─Vamos, yo invito... Será divertido. Además ¿Me dejarías ir sola a un club nocturno...?─ suplicó la de melena larga y piernas de infarto, de nuevo usando la artillería pesada como lo era actuar infantil. La línea se quedó en silencio por un tiempo estimado de un minuto, en el cual Giulia cada vez se ponía más ansiosa, estando desesperada por completo para cuando su mejor amiga se dignó a contestarle. ─Sabes que no puedo hacer eso así quisiera...─ comentó ella, derrotada una vez más por el poder de convencimiento que tenía la de ascendencia italiana ─Pero ¿Estás segura de que vale tu tiempo ir hasta allá? ¿Y si no está qué harás?─preguntó la chica, hablando lo más en serio que se puede en la vida. ─Ya verás que sí va a estar, esto no es una coincidencia, lo sé─ comentó llena de alegría por tener acompañante de aventura en una más. ─Bien, pasaré por ti en veinte... No puedo creer las cosas que me obligas a hacer, cabezota─ le dijo, y entonces cortó la comunicación. Giulia sonrió hacia su reflejo en el espejo y corrió a buscar ropa, ya que le encantaba elegir cómo combinar las prendas, e incluso si no lo hacían era perfecto mientras mantuviera un buen estilo, o una buena manera de presentarse, nada mejor que la ropa. Escogió un vestido de varios colores con un diseño minimalista, por ende, los colores que se utilizaron fueron pocos, pero de manera que pudieran realzar su figura y hacer que maravillosamente se viera como la mejor chica de toda la fiesta, cosa que quería lograr con solo una mirada, por lo que el maquillaje debía lucir increíble, así que buscó muchos modelos por unos minutos hasta encontrar uno con delineador rojo, así que lo usó para los ojos mezclado con un fucsia estridente, siendo una combinación interesante. La mayoría de las personas dirían que se veía como una diva, pero eso no fue lo que los ojos de Boris vieron esa noche, ya que al estar tan atareado con la barra en el club nocturno, no fue capaz de apreciarla ni darle siquiera una mirada concentrada con fingido interés. Cuando Tyna pasó por ella, ambas supieron que esa noche algo pasaría, pero no lo pudieron terminar de procesar para cuando todo comenzó a avanzar muy rápido, dejándolas sin poder siquiera negarse a todo lo que se les venía encima. Lo único que pudo recordar Giulia de esa noche fue a una voz gritándole obscenidades mientras el tiempo se desvanecía a su alrededor hasta oscurecerse por completo.
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